Madrid

Adiós de los locales con renta de otro siglo

La tradicional pastelería del kilómetro cero es uno de los negocios centenarios más conocidos de la capital.
La tradicional pastelería del kilómetro cero es uno de los negocios centenarios más conocidos de la capital.larazon

La expiración de la prórroga de la Ley de Arrendamientos el próximo día 1 condena al cierre al 5% de los negocios centenarios

Para muchos comercios históricos y emblemáticos de la capital, el final de 2014 significará mucho más que un cambio de año. Una modificación en las condiciones de su alquiler les obligará a echar el cierre. La Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 estableció una moratoria por un plazo de 20 años para la finalización de los contratos de los locales arrendados durante los años en los que estuvo vigente la anterior ley, de 1964. Entonces fue aprobada la Ley de Arrendamientos Urbanos, la primera disposición legal que establecía los criterios de arrendamiento no sólo de las viviendas, sino también de los distintos tipos de locales de uso comercial. Pero fue en 1994 cuando comenzó una cuenta atrás de dos décadas que llega a su fin el próximo día 31. No hay un registro oficial que permita conocer el número de negocios afectados, pero algunas estimaciones aseguran que entre un 5 y un 10 por ciento de los establecimientos mercantiles, la mayoría regentados por autónomos o con un marcado acento familiar, se encuentran bajo la espada de esta moratoria legal. La posibilidad de que los propietarios puedan actualizar el precio del alquiler a los niveles actuales significará que los comercios más afectados sean los del centro de la ciudad, precisamente en los que la mensualidad podría dispararse hasta un 200%.

Algunos históricos, como Casa Labra, han conseguido llegar a un acuerdo con el propietario del comercio y dar esquinazo al cierre. Los «centenarios» inquilinos de esta taberna del número 13 de la calle Tetuán, junto a Sol, abierta en 1860 tendrán una opción incluso de comprar el comercio. Otras tiendas, farmacias, bodegas y restaurantes no correrán la misma suerte como la bisutería Otero, Las Cuevas de Luis Candelas o Licores Madrueño. Su suerte podría ser la misma de las decenas de estos negocios que se han visto a cerrar por diversos motivos en los últimos años. Casos como el de la droguería Orúe, de la calle Postas; la pastelería Niza, en Argensola; la tienda Gil, sucesor de Antolín Quevedo, en la Carrera de San Jerónimo; el bazar Monsy, en la Plaza Mayor; y la papelería Herrero, en Tirso de Molina.

Precisamente para «salvar» a estos establecimientos centenarios, el grupo socialista en la Asamblea llevó a la cámara autonómica una proposición no de ley en la que se instaba al Gobierno central a prorrogar la fecha en la que está previsto que suban los alquileres, ya que según la propuesta de la formación de Tomás Gómez, la medida sólo en Madrid afectaría a más de 30.000 establecimientos, un 10 por ciento de los 300.000 afectados en todo el país. Gómez se ha mostrado en estas semanas partidario de que estos «templos de la cultura» tengan la oportunidad de prolongar su vida: «Ante la inacción del Gobierno, en Madrid se pueden perder establecimientos centenarios, negocios singulares o templos de la cultura como el Café Central, uno de los mejores locales de jazz de toda Europa, en definitiva, locales parte de la historia y de Madrid».

Desde asociaciones como Madrid Ciudadanía y Patrimonio también se lamentan de que, en estos meses, los intentos de sensibilizar a los poderes públicos, hayan sido infructuosos. Su portavoz, Carlos Osorio, defiende que más allá del debate político estos comercios tradicionales aportan «valores a la ciudad». Las asociaciones esperaban apoyos para mediar entre arrendatarios y propietarios con la premisa de «salvar» negocios míticos y que benefician el turismo en la capital y la marca España.

La preocupación es general, entre los propios interesados y sobre todo en los profesionales, y el trabajo de los abogados contratados por particulares está siendo notable porque, además, la jurisprudenia que hay en este sentido es contradictoria. Muchos han iniciado pleitos pero la mayoría no tienen grandes esperanzas puestas en los tribunales y tratarán de sobrevivir el tiempo que puedan. Otros, directamente ni se plantean intentar continuar al frente del negocio.