Memoria histórica

Carmena resucita los bandos

Laura, que está a favor de que se cambie el nombre de las calles
Laura, que está a favor de que se cambie el nombre de las calleslarazon

«No es el momento», «Hay cosas más importantes de las que preocuparse y en las que gastar el dinero» o «la historia es la que es y por mucho que se empeñen no la van a cambiar ahora» son las opiniones de los vecinos de algunas de las 30 calles de Madrid que, en un plazo máximo de seis meses, cambiarán de nombre por tener referencias franquistas. No obstante, estas opiniones se mezclan con otras voces a favor de la decisión del Ayuntamiento de Madrid y la frase «ya era hora de que lo hiceran» junto con «deberían cambiar el nombre de otras muchas», son las que más se repiten entre los vecinos que están de acuerdo con esta decisión.

Fue el pasado martes cuando el Consistorio aprobó, bajo la Ley de Memoria Histórica impulsada por el Gobierno de Zapatero en el 2007, el cambio de nombre de todas aquellas calles de la capital que tengan connotaciones franquistas para eliminar en la capital cualquier referencia a la Guerra Civil y a los posteriores años de dictadura.

En un primer momento, serán 30 las vías y paseos que pasen a ser denominadas de otra manera, pero el mismo martes se aprobó también la creación de un grupo que estudie qué otras «reformas se llevarán a cabo en el callejero madrileño.

Esta decisión afecta concretamente a los distritos de Arganzuela, Barajas, Carabanchel, Centro, Chamartín, Chamberí, Usera, Salamanca, San Blas-Canillejas, Ciudad Lineal, Fuencarral– El Pardo, Hortaleza, Latina, Moncloa– Aravaca, Puente de Vallecas y Tetuán.

Tetuán, el gran afectado

El distrito de Tetuán se ve profundamente afectado por este cambio, ya que son cinco las calles que pasarán a ser destituidas, exactamente Comandante Zorita, General Orgaz, General Valera, General Yagüe y General Moscardó. El descontento reina entre los comerciantes y vecinos de la calle cuyas opiniones se pueden definir en una sola palabra: «absurdo».

Así lo expresaba la recepcionista del Hotel Gran Atlanta situado en el número 37 de la calle Comandante Zorita. «Cambiando las direcciones no se logra cambiar la Historia», asegura y además manifiesta que a los negocios, ya sean grandes o pequeños «nos hacen polvo». A una empresa de estas características el renombre de la calle les supone no sólo cambiar de dirección sino «las tarjetas, notificar a las páginas webs, las guías turísticas y para nosotros un trabjo extra», matiza. Justo en la puerta del hotel, María, trabajadora del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) comparte su aprobación con la decisión del gobierno de Carmena: «Me parece muy bien, y que cambien todas las calles franquistas». A pesar de que puede afectarle en el desarrollo de su trabajo, no cree que esto suponga un inconveniente: «Nos cambiarán el sistema informático de nuestras PDA’s», asegura.

A escasos metros de Comandante Zorita, una vecina de la calle General Moscardó asegura que esto «sólo lo hacen por fastidiar» y añade que «cuando vuelva a cambiar el Gobierno, cambiarán de nuevo el nombre de la calle». «Llevamos con este nombre toda la vida y ahora, ¿cómo la llamarán? ¿Pablo Iglesias?, se pregunta. No obstante, entre los transeúntes hay todo tipo de opiniones. Laura, una joven, opinaba en la misma calle que «está bien que las cambien porque hay gente a la que le afecta», aunque luego matiza: «Entiendo que a los vecinos y comerciantes les moleste».

Sin duda alguna, los que más acusarán este cambio son los comercios. Ernesto Ferreiro, propietario del restaurante Ferreiro manifiesta que, aunque «al Ayuntamiento el cambio de la placa les cueste 54 euros, a nosotros nos sale más caro. Son proveedores, tarjetas, páginas web, escrituras». José Manuel Simancas, conserjedel número 32 de Comandante Zorita, además de advertir del «descontrol que va a causar, por ejemplo «en el correo», comenta que ahora tiene que renovar el DNI, «¿qué dirección pongo?».

En el resto de distritos, las opiniones son igual de dispares. En Centro se encuentra la plaza Juan Puyol, que también será renombrada. Carlos Peris vecino de la zona, afirma que, «por mucho tiempo que pase, hay gente a la que no le agrada ver que han dedicado una calle a aquel que mató a un familiar suyo». En la misma plaza, Fermín Espinosa, también vecino, a pesar de estar de acuerdo, matiza: «Depende de cómo las renombren y de qué calles. La gente está acostumbrada a llamarlas de una manera y seguirán refiriéndose a ellas así».

Sin duda alguna, uno de los sectores a los que más afecta esta decisión es el del taxi. En la calle General Varela, un taxista afirmaba que profesionalmente «nos afecta porque generará muchísima confusión» y añade: «Se están empeñando en reabrir las heridas de la guerra y de eso hace mucho tiempo. Hay que mirar hacia adelante».