Vivienda social
Carmena se da ahora nueve meses para desmantelar El Gallinero
La concejal de Equidad recibe a los vecinos del poblado y se compromete a realojarlos. 48 familias llevan un año esperando que cumplan la promesa de pavimentar sus calles.
La concejal de Equidad recibe a los vecinos del poblado y se compromete a realojarlos. 48 familias llevan un año esperando que cumplan la promesa de pavimentar sus calles.
Apenas doce kilómetros separan el Palacio de Cibeles del poblado chabolista de El Gallinero. Situado paralelo a la A-3, el enclave más representativo de pobreza en la capital, está muy cerca de la Cañada Real (en el distrito de Villa de Vallecas) pero no pertenece a la misma, por lo que este centenar de casetas y sus vecinos (la mayoría niños) no se incluyen dentro de los planes de remodelación de la vía pecuaria. Son ciudadanos de origen gitano rumano –los vecinos del poblado han disminuido tras las numerosas redadas que la Policía ha practicado aquí al dedicarse muchos de sus habitantes al robo de cable de cobre– a quienes algunos miembros del equipo de Ejecutivo de Ahora Madrid fueron a visitar poco después de empezar a gobernar. Les prometieron entonces que construirían de forma urgente unos viales y que instalarían unos baños con letrinas, entre otras cosas. El objetivo del asfaltado era que pudiera entrar el camión de la basura y las rutas escolares. Les visitó el concejal de Salud, Seguridad y Emergencias, Javier Barbero; la concejala de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, Marta Higueras y algún representante del área de Urbanismo, según explica el sacerdote de la parroquia San Carlos Borromeo, Javier Baeza. Les prometieron que esa situación de insalubridad se iba a terminar y no pasarían otro invierno así. Sin embargo, el invierno pasó y encaran otro en las mismas circustancias. Ayer, este cura de la conocida como «iglesia roja de Entrevías», encabezó la visita «sin cita previa» al consistorio. Alquilaron un minibús en el que fueron 36 vecinos del poblado además de numerosos voluntarios que trabajan con ellos. Casualmente se cruzaron con Manuela Carmena cuando la regidora se dirigía al acto de apertura de las Cortes Generales, que tuvo lugar ayer en el Congreso de los Diputados.
Pero la alcaldesa se paró un momento con ellos para escucharles y recordarles que el Ayuntamiento es «sensible» a este tipo de situaciones y que le parecía «muy bien» que acudieran a manifestarse allí, según explicó Baeza.
Los planes del consistorio para El Gallinero contemplan dos tipos de medidas. En primer lugar, la decisión del Gobierno de Ahora Madrid es la de «desmantelar» este espacio, según aseguró ayer Higueras a este diario. Ese desmantelamiento, sin embargo, se desarrollará no como un fin en sí mismo sino con la intención de «integrar a las personas que viven allí». Para lograrlo, Higueras ve razonable un plazo de entre los nueve y los doce meses.
300.000 euros
Hasta entonces, el Ayuntamiento desarrollará otro tipo de iniciativas sobre el terreno que van en la línea de las reclamaciones que estas familias hicieron llegar a Carmena hace un año: poner letrinas y asfaltar accesos. Unas obras para las que el consistorio ha reservado 300.000 euros. Estas actuaciones requieren, sin embargo, el consentimiento de los propietarios del suelo, en este caso, de la junta de compensación de Valdecarros. Hasta ahora, según el relato del consistorio, los representantes de estos propietarios siempre se han mostrado reacios a medidas que –como el asfaltado– pudieran contribuir a perpetuar el poblado. Sin embargo, Higueras defiende que la instalación de las letrinas y la puesta a punto de algunas calles no tienen el propósito de consolidar El Gallinero sino de mejorar la vida de estas familias hasta que se proceda de un modo efectivo a su realojo. Para llegar a un acuerdo con los propietarios, Carmena mantendrá en los próximos días una reunión con la junta de compensación.
Otra de las claves del proceso que quiere llevar a cabo el Gobierno de Ahora Madrid en este poblado es, según la primera teniente de alcalde, que en «sólo actuaremos sobre el censo que ya existe. No vamos a permitir que se produzca un efecto llamada». Según ese censo, residen en El Gallinero 48 familias, con 202 personas, de las que 130 son menores. Una vez se logre desmontar el poblado, el área de Equidad buscará una solución para cada familia en pisos de acogida. En ningún caso se realojará a todos en un mismo enclave: «No queremos un Gallinero en vertical». A la espera de que se concreten, las promesas son recibidas con reticencia por parte de los voluntarios que trabajan con este colectivo. «Han tardado año y medio en poner un grifo, no creo que en nueve meses arreglen algo tan complejo», señala Baeza.
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