Elecciones autonómicas
Cifuentes, de mudanza en Miguel Ángel
Una empresa de mudanzas sacaba ayer sus enseres personales de la sede de la Delegación del Gobierno.
Es hora de hacer mudanza. Toca recoger, hacer cajas e ir empaquetando los enseres personales que la delegada del Gobierno ha necesitado a lo largo de sus casi tres años y medio al frente de la Delegación del Gobierno de Madrid. Un gran camión de mudanza estaba apostado la mañana de ayer en el número 25 de la calle Miguel Ángel, palacete de los Marqueses de Borghetto y sede de la Delegación desde los años 80. En su interior, varias cajas, alfombras y otras pertenencias que tuvieron que ser recuperadas desde la planta de arriba del inmueble con la ayuda de una escalera. A Cristina Cifuentes le toca dejar sitio a su sustituto, a quien previsiblemente entregará el testigo el próximo viernes o el siguiente tras el Consejo de Ministros, el órgano encargado de decidirlo.
En cualquier caso, desde que se publique en los boletines oficiales su designación como candidata por el PP para optar a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, será incompatible que Cifuentes compagine ambos cargos. Eso le ha tocado hacer desde el pasado 7 de marzo, después de que de la Secretaría General del partido llamaran a su teléfono móvil para comunicarle que el presidente había confiado en ella para «conservar» la Real Casa de Correos. Aquel primer fin de semana de marzo le sirvió para hacerse a la idea y «cambiar el chip». Ese mismo lunes, en un acto con las UPR de la Policía Nacional, su primera aparición después de la tan esperada elección de candidatos madrileña, Cifuentes explicó que sabía que durante las próximas semanas debía realizar un «esfuerzo suplementario» para seguir trabajando en los asuntos de la Delegación y «sacar tiempo para ir pensando lo que supone una campaña, que es muchísimo». Aun así, siempre encaró esa dura transición con «muchísima ilusión», la misma que desea contagiar a aquellos madrileños «que a lo largo de estos años han dejado de confiar» en el PP. Cifuentes, aún jefa de la Policía y la Guardia Civil en Madrid, siempre ha dicho que duda ser más feliz en su vida política como lo ha sido al frente de la Delegación. «Me voy con muchísima pena. Dudo que vaya a tener un cargo que me vaya a suponer mayor honor y orgullo».
Seguramente, la delegada también sienta abandonar la sede de Delegación, donde siempre confesó sentirse muy cómoda. Su despacho, como la mayoría de las estancias, estaba lleno de motivos orientales porque durante muchos años el palacete fue la embajada japonesa. Pero ahora toca hacer las maletas y tomar nuevo rumbo, más céntrico aún.
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