Comunidad de Madrid

Los «afines» a Cifuentes avisan: «Es un gran error si Rajoy la obliga a caer»

La presidenta de la Comunidad de Madrid asiste a la entrega de premios de la AVT

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes en la Real Casa de Correos
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes en la Real Casa de Correoslarazon

En el PP de Madrid insisten en que no hay motivo para dimitir.

La situación es «muy complicada». En estos términos definían ayer la crisis abierta en la Comunidad de Madrid por las irregularidades detectadas en el máster que le concedió la Universidad Rey Juan Carlos a la presidenta, Cristina Cifuentes. Desde su entorno se trasladó oficialmente el mensaje de que sólo si Mariano Rajoy se lo pide, dimitirá. Ella por sí misma no va a dar un paso atrás pese a que sigan cada día publicándose informaciones que cuestionan la versión ofrecida por la líder del PP madrileño y que dejan en evidencia el funcionamiento de la Universidad.

Rajoy llega hoy a Madrid de Buenos Aires, y fuentes del Ejecutivo negaron ayer que tuviera previsto reunirse de inmediato con Cifuentes, como sí se había anticipado desde la formación regional. Pero hasta Argentina le ha llegado seguro el ruido de las presiones de los más próximos a la presidenta madrileña.

Cifuentes no tiene el control sobre el PP de Madrid que sí tuvo en su día Esperanza Aguirre, y, de hecho, su círculo de confianza es limitado porque hasta en la elaboración de las últimas listas electorales metió todavía mucha mano el «aguirrismo». Pero sí cuenta con un grupo de «afines» que han empezado a movilizarse para dificultar su cese. En esta estrategia de oponerse a que diese un paso atrás fue pionera la ministra y secretaria general, María Dolores de Cospedal, aunque ya no ha vuelto a hacer visible en público aquel apoyo que le manifestó con un mensaje en twitter en el que vinculaba las denuncias sobre las irregularidades del máster con una operación política para acabar con su carrera: conseguir lo que no había conseguido «un accidente de moto mortal».

Desde el entorno de Cifuentes insisten en que es un error que se provoque su dimisión, y que lo lógico es que incluso en el caso de que Ciudadanos llegase a apoyar la moción de censura, Génova debería permitirles pasar a la oposición porque cualquier otra decisión «no sería bien recibida por el partido ni por los votantes». En ese sentido, dentro de esta estrategia de resistir contra viento y marea también recalcan el mantra de que Cifuentes no ha cometido ninguna ilegalidad y que así se lo trasladará al presidente del Gobierno.

En resumen, el argumento es que vale más Cifuentes que el Gobierno autonómico porque entregar su «cabeza» a Ciudadanos tendría más coste para el partido que mantenerla como líder de la oposición en la Asamblea de Madrid, pese al desgaste no sólo para ella sino también para las siglas y pese a que ante la opinión pública pueda quedar constatado que no ha dicho la verdad en sus explicaciones.

Es cierto que hay voces dentro del partido que defienden que la posibilidad de que Ciudadanos vote del lado del PSOE y de Podemos les puede ayudar a sostener ante su electorado la campaña de que Albert Rivera no es de fiar porque «se vende a la izquierda». Pero esto no se ve así de claro entre quienes tienen que tomar la decisión final.

De hecho, la opción de asumir la negociación con Ciudadanos en vez de dejarla en manos del PP de Madrid responde a que Génova ha entendido hasta ahora que perder el Gobierno autonómico era un mal a evitar bajo cualquier concepto. Y en el PP de Madrid todo se ajustaba al principio de Cifuentes «sí» o «sí». La estrategia de Génova es resistir el pulso a Ciudadanos todo lo que se pueda. «No se puede ceder a la primera. Hay que esperar y sostener el pulso porque en clave interna tampoco se entendería».

Rajoy tiene la última palabra. Y así lo reconocen hasta en el Partido Popular de Madrid. Aunque en ese círculo de apoyo a la presidenta madrileña también advierten que «Mariano Rajoy no está en condiciones de dar lecciones a nadie».

Los consejeros cierran filas en torno a la presidenta

Confirmó su presencia una hora antes del inicio del acto y llegó con treinta minutos de retraso acompañada de los hombres que más suenan para sustituirla en el cargo: Ángel Garrido y Pedro Rollán. Cristina Cifuentes recibió en la ceremonia de entrega de la séptima edición de los premios de la Asociación de Víctimas del Terrorismo la mayor ovación de la mañana, la única que puso en pie a los asistentes. Con Montserrat a su izquierda y Zoido a su derecha, la presidenta regional salió al estrado a entonar un discurso con continuas referencias al cargo que aún ostenta. En primera fila, una imagen que se repite en ocasiones contadas: todos los consejeros de su Gobierno cerrando filas en torno a una Cifuentes a la que se le acaba el tiempo.