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De Jean Laurent a Juan Laurent

Artes acoge una exposición del fotógrafo, afincado en Madrid en 1844.

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando dedica la exposición más importante que se ha hecho sobre la obra de Jean Laurent. En la imagen, daguerrotipos de la pintura negra de Goya
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando dedica la exposición más importante que se ha hecho sobre la obra de Jean Laurent. En la imagen, daguerrotipos de la pintura negra de Goyalarazon

Artes acoge una exposición del fotógrafo, afincado en Madrid en 1844.

Jean Laurent (1816-1886) nació en París, pero se vino a hacer las Españas en 1844 y se rebautizó como Juan, que es un nombre bastante más castizo. Fotógrafo, y de los más grandes, abrió estudio en el número 39 de la céntrica Carrera de San Jerónimo, aprovechando el que fuera de otro colega, grande también entre los grandes, Charles Clifford. Es a Laurent a quien el museo de la Real Academia de Bellas Artes dedica hasta el 3 de marzo una exposición que recorre todas las parcelas que este creador tocó. Nos situamos: siglo XIX y primeros albores de un arte que casi acababa de nacer, la fotografía. Nuestro protagonista, inquieto por naturaleza, se convirtió en testigo de un tiempo del que quiso dejar testimonio en unos momentos en que en España
–donde realizó la mayor parte de su carrera– los tiempos, los aires y los vientos eran más que convulsos. La vida cambiaba a pasos de gigante y los vaivenes en la política se habían convertido en moneda de cambio. La economía comenzaba a descollar, marcada por una industrialización que iba ganando terreno y por un sinfin de proyectos de ingeniería. Las diferencias sociales cada vez se hacían más notables. ¿Y la cultura? La cultura se respiraba, y es ahí donde Laurent supo hallar lo que hoy definiríamos como su nicho, una parcela apenas explotada en la que empezar a trabajar y marcar el rumbo para quienes vendrían detrás.

Existe una imagen bellísima que muestra al artista en un momento de descanso, con su carricoche donde revelaba a su vera, un vehículo que se asemejaba a un carromato con ruedas para desplazarlo y una ventana redonda para revelar. Estampado en letras bien visibles el reclamo de su nombre (con una afrancesada grafía que cambia la «j» de Jerónimo por una «g»). Las doscientas imágenes que se muestran proceden en su mayoría de los fondos de la Fonoteca del Patrimonio Histórico, así como de las colecciones de la Biblioteca Nacional de España, Patrimonio Nacional y el Museo del Prado e incluso de particulares, como la inédita que muestra el segundo centenario de la muerte de Calderón de la Barca en Cibeles y que ha llegado a Madrid procedente del Instituto Valencia de Don Juan. Imágenes cuya «vetustez», según dejó escrito Azorín, «les presta un encanto indefinible».

Un botón de muestra

El Congreso de los Diputados lucía regio captado por su objetivo, lo mismo que las calles de Madrid, como recién salidas hoy de la máquina del tiempo. Es capaz de captar con igual maestría tanto el movimiento como la quietud, los rostros de su tiempo..., la nueva Plaza de Toros, la Plaza Mayor, la belleza del barrio de La Latina, el Palacio de Cristal, el Mercado de la Cebada o el templete de El Capricho.

La muestra se completa con objetos y documentos relacionados con su trabajo, como cámaras de la época, visores para fotografías estereoscópicas, facturas emitidas a la Casa Reeal o incluso un reluciente botón dorado perteneciente al uniforme que lucían los empleados de su negocio, cuyo fondo (los negativos originales de Casa Laurent) fueron adquiridos por el Ministerio de Cultura en 1975 y hoy se conservan en la Fototeca del Instituto del Patrimonio Cultural de España.