Del lleno total en Cibeles al susto en la Pradera

madrid- A las ocho de la mañana tocaba diana para la alcaldesa de la capital, Ana Botella. El día del patrón de Madrid, su agenda comenzaba a primera hora en la pradera: saludar a los chulapos, beber agua de la fuente, rezar al santo y, si el tiempo lluvioso lo permite, comprar alguna rosquilla. Dos horas después, solemne izado de la bandera en la plaza de Colón y, una hora más tarde, homilía en la Real Colegiata de San Isidro con el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Con la lengua fuera, la regidora llegó al Palacio de Cibeles, a reventar de invitados que hacían cola desde media hora antes de que comenzara el acto para poder ocupar un asiento, que luego se convirtió en un bien preciado puesto que un buen número de personas tuvo que seguir la entrega de las medallas de oro del Ayuntamiento de Madrid de pie. Tras recibir la suya la galerista Soledad Lorenzo y el presidente de la ONCE, Miguel Carballeda, muchos ojos se humedecieron al ver las imágenes que presentaban a las Cortes Constituyentes, que recordaron a muchos los trepidantes años de la Transición y lo que se logró gracias al pacto entre aquellos hombres. Un pacto que Fernando Álvarez de Miranda y Torres se encargó de elogiar en nombre de todos sus compañeros.

Ajenos a los actos políticos, los madrileños, que llueva o nieve no pensaban perderse los entresijos y gallinejas de la pradera de San Isidro, se llevaron un buen susto a media tarde. Un vigilante del metro observó un objeto sospechoso en una papelera de la estación de Marqués de Vadillo, la más cercana a la ermita, que obligó a su cierre durante una hora mientras la Policía Nacional comprobaba que se trataba de un dispositivo electrónico inofensivo.