Santiago de Chile

Detectados «ganchos» del narcotráfico entre los empleados de Barajas

La Policía investiga a trabajadores del aeropuerto por colaborar con una organización de tráfico de cocaína. En apenas cuatro días se intervinieron más de 30 kilos

La sección de Estupefacien-tes de la Udyco y los agentes de Barajas trabajan para detectar a los correos infiltrados en el aeropuerto
La sección de Estupefacien-tes de la Udyco y los agentes de Barajas trabajan para detectar a los correos infiltrados en el aeropuertolarazon

Una semana de vacaciones muy bien pagadas pero con un pequeño riesgo. Así ven los correos humanos captados por las redes del narcotráfico las ofertas recibidas. El trato es el siguiente: billete de ida y vuelta a Argentina, Bolivia o Chile, un par de teléfonos de gente de la organización en un móvil prepago que devolverán (para su posterior destrucción), entre 3.000 y 5.000 euros de remuneración y, a cambio, traer cocaína en el equipaje de mano, aunque en ocasiones también la facturan. Una vez aterrizados en el aeropuerto madrileño, un enlace les recoge la mercancía al bajar del avión, antes de pasar el control policial, según fuentes policiales. La sección de Estupefacientes de la Udyco, dentro de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid, viene sospechando desde el pasado mes de diciembre que existe un número indeterminado de trabajadores del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas que estarían colaborando con el crimen organizado en la introducción de cocaína en España al darle salida por accesos no controlados. No es la primera vez que ocurre. De hecho, los empleados del aeropuerto siempre han sido uno de los objetivos preferidos por las redes del narcotráfico por sus privilegiados puestos al poder burlar los controles habituales. De momento, los agentes aún no han logrado atarlo como para practicar detenciones. Esta investigación está siendo desarrollada por este grupo de la Udyco de forma conjunta con Estupefacientes de la comisaría del aeopuerto, grandes especializados en detectar a estos correos. Además del trabajo previo y las alertas llegadas por Interpol, estos agentes dicen que hay que «torear en la plaza», es decir, «oler» al que acaba de aterrizar y «leer» en su mirada y sus gestos el miedo de quien trae droga oculta en su equipaje.

Pero como en esta organización el plan es entregar el equipaje de mano nada más bajar de la aeronave, los agentes se trasladan a pie de avión. Para ello, se visten con chaleco reflectante con logotipo de la compañía aérea del vuelo a inspeccionar, sin nigún elemento que les identifique como agentes del Cuerpo Nacional de Policía para frustrar así el pase. Una de las falsas creencias de la organización es que al introducir la droga en vuelo con aterrizaje nocturno, se encontrarán con menos controles policiales.

Maletas abandonadas en las cintas

Otra constante en estos casos es que los «ganchos» del aeropuerto dejen tirados a los correos humanos al sospechar que la Policía está pendiente de ese vuelo o que, a última hora, no quieran arriesgarse por el motivo que sea. De esta forma, la deseperación del correo es máxima: nadie les espera en el destino y se sienten engañados. Por eso, muchas veces prefieren dejar la maleta abandonada a pesar de que luego la organización no se lo perdonará y recibirá amenazas y coacciones hasta que salde la deuda y el estupefaciente perdido. Pero los agentes también inspeccionan la bodega de equipajes para localizar aquellos bultos sospechosos.

En el transcurso de esta investigación se produjo la detección de un importante alijo. Ocurrió a las seis de la madrugada del pasado 22 de junio. Un vuelo de Iberia precedente de Santiago de Chile acababa de aterrizar en Madrid. Los agentes localizaron una bolsa de deportes con 20 kilos de peso que contenía algo compacto. Ante la posibilidad de que se tratase de droga, los agentes prefirieron dejar el transcurso normal del equipaje y se depositó, como una maleta más, en la cinta. Cada maleta fue retirada por su propietario pero ésta, curiosamente, no tenía dueño. En ese momento, dos mujeres se acercaron a un empleado para comunicarle que faltaba una maleta. Se trataba de una argentina de 55 años y sin antecedentes. La bolsa de deporte contenía 18 paquetes de 1,70 kilos cada uno. En total 18.800 gramos o, lo que es lo mismo, casi 20 kilos de cocaína. Cuatro días después, en un vuelo procedente del aeropuerto de Viru-Viru (Bolivia) llegó otro correo humano que fue detectado por los agentes. Un boliviano fue arrestado con 11 kilos de cocaína ocultos en el equipaje de mano (en cajas de alfajores) y dos kilos de hoja de coca.