San Martín

El fantasma que deambula por la Casa de Correos

LA RAZÓN recorre las estancias de este emblemático edificio, cuando se cumple 250 años de su construcción. Es el inmueble más antiguo de la Puerta del Sol y sus pasillos están llenos de enigmas y anécdotas de la historia de la ciudad.

Las obras se iniciaron en 1760 y concluyeron en 1768. Para construirlo fue necesario derribar 30 viviendas de dos alturas que había en la manzana que hoy ocupa
Las obras se iniciaron en 1760 y concluyeron en 1768. Para construirlo fue necesario derribar 30 viviendas de dos alturas que había en la manzana que hoy ocupalarazon

LA RAZÓN recorre las estancias de este emblemático edificio, cuando se cumple 250 años de su construcción. Es el inmueble más antiguo de la Puerta del Sol y sus pasillos están llenos de enigmas y anécdotas de la historia de la ciudad.

El edificio más antiguo de la Puerta del Sol, la Real Casa de Correos, cumple doscientos cincuenta años. Desde sus inicios ha sido protagonista de la vida madrileña, ha visto pasar la historia de esta ciudad, y ha sido testigo de acontecimientos de gran relevancia, así como escenario de leyendas no muy conocidas, pero que acapararon los mentideros de la villa. Sede de distintas instituciones, hasta ser adquirido por la Comunidad de Madrid para establecer el gobierno regional desde 1998.

Las obras se iniciaron en 1760 y concluyeron en 1768. Para construirlo fue necesario derribar 30 viviendas de dos alturas que había en la manzana que hoy ocupa. Posteriormente, en 1795, se construyó el edificio de la Casa de Postas, detrás de la Real Casa de Correos.

Corre el año de 1750 y al marqués de la Ensenada se le ocurre que es preciso construir una sede para la oficina central de correos. La idea prospera porque cuenta con la aprobación de Fernando VI. Se elige la Puerta del Sol como lugar más apropiado y se le encarga el proyecto del edificio y la obra a Ventura Rodríguez, aunque posteriormente, y para disgusto general, Carlos III, otorgaba la dirección al arquitecto francés Jaime Marquet, quien hizo importantes reformas sobre el proyecto original, lo que produjo severas críticas, sobre todo por la distribución interior, compuesta por muchos espacios estancos, pero sobre todo, por la inexistencias de unas escaleras dignas, de doble tramo, que estuvieran a la altura de la excelencia del edificio, dicen que por olvido o falta de gusto del arquitecto francés. Los críticos de la época calificaron las obras de «una pesadez de conjunto», «poco elegante en sus galerías» y «de un mal gusto que escandaliza, ya que lugar tan noble de Madrid no se merece edificio tan simple».

Exorcismo contra un fantasma

Antes de entrar en los episodios históricos vividos por la Real Casa de Correos, nos adentramos en la parte menos conocida popularmente y que tiene que ver con la leyenda y los misterios acaecidos en su interior.

El primero de ellos ocurre en pleno proceso de las obras de construcción del edificio, cuando los obreros que trabajaban en un andamio exterior de la fachada escucharon ruidos extraños, que creyeron provenían de los golpes que en el interior daban otros compañeros. Como no cesaban, decidieron paralizar totalmente los trabajos, pero lejos de cesar, los ruidos se acentuaron, el andamio se movía, la habitación oscurecía y una voz de ultratumba les alertaba: «Debéis parar las obras, pues tal casa que estáis levantando pertenece al infierno, que para concebirla se ha llamado a un endemoniado arquitecto francés, despreciando la valía del buen amigo Ventura Rodríguez».

Cundió el pánico entre los que asistían a tan sobrenatural acontecimiento. Una vez repuestos del susto, contaron a su capataz lo que había sucedido y aunque éste trató de tranquilizarles, no consintieron en reanudar los trabajos hasta que no desapareciera el espectro. La situación de pánico y la negativa a trabajar llegó a tal extremo que el capataz reclamó la ayuda de un cura para que rociera el lugar con agua bendita e hiciera prácticas de exorcismo y así ahuyentar al fantasma.

Y el espectro y las voces de ultratumba cesaron casi de inmediato, pero por precaución, el sacerdote fue contratado, y formó parte de la plantilla de trabajadores, con sueldo incluido, hasta terminar la obra.

El capitán francés desaparecido

Otro misterio sin aclarar en la Real Casa de Correos tuvo lugar durante la dura batalla del 2 de mayo de 1808. Durante la refriega, varios soldados franceses, al mando de su capitán, se refugiaron en el interior del edificio, huyendo de los madrileños, pero al ser rodeados, escaparon por donde pudieron, todos, menos el capitán, que temeroso de ser apresado, escaló hasta la torreta del primitivo reloj. Pasados unos días, y al no tener noticias de su paradero, encargaron a un maestro relojero que desmontara la voluminosa maquinaria, con la seguridad de que allí sería descubierto el francés. Pero lo único que hallaron fue un acobardado ratoncillo, escondido entre las piezas, y, ¡sorpresa!, la guerrera del capitán. La interpretación dada a tan extraño suceso, fue que el oficial gabacho, rodeado, confuso y sin salida, pudo establecer un pacto con el diablo, para que le convirtiera en ratón, y de esta manera escapar de sus hostigadores.

Ya en tiempos modernos, se habló de fantasmas, ruidos extraños, voces lastimeras de ultratumba, que podían ser las de los fantasmas de los presos torturados, algunos terminaron muriendo durante la etapa del franquismo en la que la Real Casa de Correos fue sede de la Dirección General de Seguridad.

Episodios históricos clave

Este edificio tuvo diversas utilidades: Cuartel de Zaragoza, Capitanía General, Gobierno Militar, Guardia de Prevención... hasta llegar a 1847 donde se convirtió en sede del Ministerio de Gobernación, reservando la planta baja a la oficina central de Correos, y de 1939 a 1985, a la Dirección General de Seguridad. A partir de entonces, y hasta ahora, es sede del gobierno de la Comunidad de Madrid. A modo de anécdota puedo contar, que al concluir las obras de rehabilitación para adaptar el edificio a sede del gobierno regional, el entonces presidente, Ruíz Gallardón, me invitó a una visita, y me llevó hasta una dependencia, que fue calabozo durante la dictadura, y donde estuvo preso su padre, José María Ruíz Gallardón.

El 18 de enero de 1835, Cayetano Cordero, oficial del Regimiento de Aragón, encabeza una revuelta militar y se aposta en la Real Casa de Correos. Para reprimirla acude el teniente general José de Canterac, al que dan muerte cuando intenta acceder.

En 1860, se celebró en la Puerta del Sol la victoria del 7 de febrero en la batalla de Tetuán. Celebración entusiasta con gran algarabía popular, mientras que la reina Isabel II pronunciaba un discurso desde el balcón del entonces Ministerio de Gobernación.

El 19 de noviembre de 1866, Isabel II inauguraba el reloj que le había regalado el relojero Losada, instalado en la torrecilla del edificio, y que se convertiría en emblema de la ciudad, especialmente en Nochevieja para despedir el año y recibir al nuevo.

El 12 de noviembre de 1912, el presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, era asesinado junto al escaparate de la cercana librería San Martín. Ya moribundo, fue trasladado a las puertas de la Real Casa de Correos, donde falleció. En el interior del edificio hay un salón llamado Canalejas, en honor al político asesinado.

El 4 de abril de 1931, desde el balcón principal de este histórico edificio, que es el balcón del despacho de la presidencia del gobierno regional, se proclamó la II República. Tres años después, en 1934, Alejandro Lerroux, era tiroteado en la Puerta del Sol, cuando se dirigía a la Real Casa de Correos para declarar el estado de guerra.

Doscientos cincuenta años de vida cumple este edificio, el más antiguo de la Puerta del Sol, escenario de poder, de leyendas y curiosidades, en el que hoy se asienta el gobierno de la Comunidad de Madrid.