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El héroe de Boadilla del Monte: «Paco sólo decía "gracias"y los dos llorábamos sin parar»

Jesús Barrante bajó de su coche y redujo a uno de los secuestradores
Jesús Barrante bajó de su coche y redujo a uno de los secuestradoreslarazon

Es sin duda el héroe de esta historia, quien salvó la vida de la mujer del periodista tras ser alertado por la hija de éste y, por tanto, todos los ojos le buscaban ayer. El Ayuntamiento de Boadilla anunció que le premiaría, junto a otros vecinos, con la Medalla al Mérito Ciudadano. Pero él sólo cree que hizo lo que debía al salir del coche y frustrar el plan de Lorena por la fuerza.

–¿Se siente héroe?

–No. En esos momentos no pensé lo que estaba haciendo, el instinto me llevó hasta allí. Luego pensándolo en frío pues no sé... tengo hijos y lo estaban viendo todo desde el coche.

–¿Lo volvería a hacer?

–Sí. Lo tengo muy claro. Siempre que no hubiera visto un arma de fuego, claro.

–¿Cómo ocurrió todo?

–Fueron apenas dos minutos. María se abalanzó sobre mi furgoneta para pedirme ayuda. Cuando miré hacia el coche, justo estaban apuñalando a Mayte en el esternón y salí corriendo. El chico estaba ya en el asiento del conductor dispuesto a arrancar mientras ellas forcejeaban fuera. Abrí la puerta y le reduje.

–Es experto en artes marciales. Iván se llevaría un buen golpe...

–Pues sí. Le di un puñetazo y luego cerré la puerta del coche y su pierna aún estaba fuera. Estaba blanco, como me imagino que también estaría yo. Luego, cuando escapó (Lorena salió detrás en cuanto se dio cuenta), no podía andar bien, por eso no llegaron muy lejos.

–¿Y usted?

–Al principio estaba manchado de sangre porque Mayte me abrazó cuando todo acabó, pero yo me tenía que ir corriendo al coche: mis hijos estaban llorando. Les tranquilicé y ya en el colegio me limpié la sangre y desayuné un poco. A las dos horas tenía la mano derecha que ni parecía mía. Me destrocé los nudillos, pero son males menores.

– Paco González y su mujer le están muy agradecidos.

–Con Paco estuve esa mañana en el colegio y en la Guardia Civil. Me abrazaba, lloraba; llorábamos los dos y también la gente en el colegio y luego los guardias civiles. Sólo me abrazaba y me repetía «gracias, gracias, gracias». Su mujer sé que ha preguntado por mí. Hemos quedado para vernos los tres la semana que viene.