Ingeniería
El ojo que todo lo ve
El Centro de Control de Instalaciones de Servicios del Ayuntamiento vigila las luces y averías del 90% del alumbrado de la capital. Un sistema de telecontrol permanece atento los 365 días del año para controlar puntos de luz y la concentración de gases en los túneles
MADRID- El Centro de Control de Instalaciones de Servicios en los subterráneos de Azca vela los 365 días del año y las 24 horas del día por el buen funcionamiento de 15 túneles de tráfico, 100 kilómetros de galerías de servicio y el 90 por ciento de la red de alumbrado público. Algunos tramos como los túneles de la M-30 poseen su propio sistema de autocontrol y funcionan de manera independiente. Pablo Usanz, director general de Vías y Espacios Públicos del Ayuntamiento de Madrid, explica cuáles son los tres tipos de instalaciones que se vigilan desde este búnker: «primero tenemos las galerías de servicio, que son infraestructuras municipales que discurren por el subsuelo de las calles de la capital en las que van alojadas canalizaciones de agua, electricidad y telecomunicaciones». El gas no discurre por estas galerías por motivos de seguridad, ya que va enterrado en zanjas para que, en caso de fuga, no se produzca ningún problema de seguridad en las galerías. «En estas galerías hay sistemas de control de acceso, están cerradas al público y por lo tanto sólo pueden entrar los operarios municipales o de mantenimiento de los distintos servicios que están alojados en ellas», continúa. El alumbrado público se controla desde un sistema de telecontrol que funciona mediante la comunicación de los distintos centros de mando de la ciudad. «Cada centro de mando controla una media de 100 farolas», explica Usanz. El sistema analiza a qué hora se ha encendido, a qué hora se ha apagado y, además, se controla el consumo energético del alumbrado. Aparte, se analizan continuamente las posibles incidencias que hayan podido ocurrir en cuanto a los ajustes del horario y al régimen de funcionamiento, y finalmente se da el correspondiente aviso para subsanarlas lo mas rápidamente posible. Las farolas se encienden y se apagan automáticamente gracias a dos mecanismos: el reloj astronómico, «funciona según el horario solar, cuando sale el sol hace que se enciendan los puntos de luz, y que se apaguen cuando se pone». El otro sistema está hecho con células fotoeléctricas que miden la intensidad de la luz y, dependiendo de ésta, se encienden o apagan.
Dentro del cuadro de control se distinguen tres colores: el gris, que indica que el punto de luz está en reposo y que funciona bien; el rojo, que señala que hay una incidencia; y el verde, que significa que todo marcha en orden.
Por último, el funcionamiento de 15 de los túneles más importantes de la capital es otro de los servicios que se controla, aparte de vigilar el sistema de alumbrado en las embocaduras de los túneles; éstos también cuentan con un sistema que detecta una alta concentración de gases procedentes de los coches. «En caso de que esto se detecte, automáticamente se accionaría el sistema de ventilación», comenta el director. La incidencia más habitual es un vehículo detenido. Cuando esto ocurre, la cámara lo detecta y salta una alarma. «De forma inmediata mandamos un equipo de primera intervención para acotar la zona, ayudar al vehículo averiado y activar el resto de protocolos de emergencia».
El sistema de telecontrol que se usa en el centro de control de Azca se ha instalado sobre 2.572 centros de mando repartidos por toda la ciudad, 1.920 de ellos en superficie, 603 subterráneos y 49 en túneles. Estos centros de mando envían a los servidores y los gestores del centro toda la información sobre el consumo, incidentes, alarmas, etc. Cuando el funcionamiento del alumbrado no es el correcto genera una alarma, al igual que cuando hay un fallo en el circuito, en el suministro o cualquier descenso o incremento del consumo. En definitiva, el telecontrol permite mejorar la gestión, aportando más información en tiempo real.
20 pantallas y 9 operadores
Este centro de control, que vigila las galerías, los túneles y el alumbrado de Madrid, está estructurado en una gran sala con un vídeo muro formado por 20 pantallas y con espacio para 9 operadores y 3 supervisores. Cuenta también con otra sala de «crisis» para solucionar grandes incidencias, y además con una sala de descanso, donde los trabajadores pueden desconectar unos momentos, ya que en esta «sala acorazada del control» no hay días libres, ni se cierra por Navidad o vacaciones; sus trabajadores están todos los días del año, las 24 horas, vigilando la cara oculta de la ciudad y asegurándose de que todo funcione.
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