Congreso Extraordinario del PSOE

El PSM dirá adiós a la sede del pan de oro para ahorrar

El PSM dirá adiós a la sede del pan de oro para ahorrar
El PSM dirá adiós a la sede del pan de oro para ahorrarlarazon

La gestora planea rescindir el alquiler de la sede de Callao, un lujo de Tomás Gómez que les cuesta 16.000 euros al mes.

Puede que dentro de muy poco no quede ni rastro del «tomasismo» en la federación socialista madrileña, cuya actual dirección, la gestora encabezada por Rafael Simancas, está valorando ahora la idoneidad de mantener una de las medidas más polémicas y personalistas que tomó el ex secretario general: cambiar la sede del PSM del inmueble de la calle Miguel Fleta –una propiedad por la que abonan 17.000 euros de hipoteca mensuales– al Palacio de la Prensa de Callao desde donde, aseguró, tenía vistas a su objetivo:la Puerta del Sol.

Desde 2009, el cuartel general de los socialistas ocupa dos plantas en el Palacio de la Prensa, un inmueble de más de 900 metros cuadrados propiedad de la Asociación de la Prensa de Madrid, por las que Gómez negoció una renta imposible de abonar ahora para una federación que ha perdido 15.000 afiliados en los últimos años –en 2008 eran cerca de 30.000 militantes–. La mudanza del PSM, además de polémica (precisó de unas obras para las que los socialistas no solicitaron licencia al Ayuntamiento, que acabó paralizando los trabajos durante varias semanas e imponiendo al partido una multa de 1.600 euros), nunca estuvo bien visto por la antigua dirección federal, que consideraba los algo más de 16.000 euros de alquiler negociados por Gómez por una sede en un edificio protegido y decorada con pan de oro un verdadero lujo para el partido. Ahora, aseguraban ayer fuentes de la gestora que estos días está inmersa de lleno en las cuentas del PSM para realizar un estudio de viabilidad financiera de la formación, mantener este ritmo de gasto es imposible. Y es que el equipo de Simancas se ha propuesto sacar fondos de donde sea, por eso barajan ahora la posibilidad de renegociar el alquiler con los caseros –el contrato tiene una duración de diez años y finaliza en 2019– o, directamente, trasladarse a una oficina donde la renta sea menor mientras la antigua sede de Miguel Fleta continúe alquilada. La medida, que sólo sería una de las que planea emprender la nueva dirección, supondría un ahorro anual cercano a los 200.000 euros para las arcas del partido en Madrid.

Preguntados por la posibilidad de que las oficinas del PSM pudieran instalarse en la sede federal, en la calle Ferraz, fuentes de la gestora aseguraron que este edificio está ahora mismo «bastante ocupado» puesto que el PSOE reubicó en sus instalaciones a las distintas fundaciones que de él dependen.

Llegan los acreedores

Pero el pago de la renta no es el único problema al que tendrá que enfrentarse la gestora en lo que a la sede de Callao se refiere. Durante estos cinco años, la Ejecutiva dirigida por Tomás Gómez no se ha caracterizado precisamente por ser buena pagadora –de hecho, en 2012 conocíamos que se había vuelto a retrasar en el abono de su cuota– y ahora existiría la posibilidad de que los acreedores de Tomás estuvieran de nuevo llamando a la puerta del Palacio de la Prensa. Una cifra a la que tendrían que sumar los 1,3 millones en los que la empresa encargada de la reforma, Urbopama, cifró las obras de «acondicionamiento puntual de oficinas sin cambio de uso» que, sin embargo, tasó sus honorarios en 180.000 euros para la licencia y que, según ha podido saber LA RAZÓN, el PSM todavía no ha pagado.

Hasta lograr su balcón con vistas a Preciados –la calle que separa a la sede del PSM de la Real Casa de Correos–, desde el que colgó sus famosos carteles de cine en los que el hasta la semana pasada líder del PSM se autoproclamaba «Invictus», los socialistas emprendieron una obra que supuso el expolio de un edificio protegido. Según pudo saber LA RAZÓN en 2009 de los propios operarios encargados de los trabajos, la reforma no respetó la protección especial del edificio y supuso la destrucción de muros y elementos decorativos que no se podían tocar.