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El Teatro se levanta contra Carmena

Mateo Feijóo desafía al sector con una programación para las Naves Matadero enfocada a las artes «vanguardistas y experimentales». El director renegó del «teatro de palabra» en una presentación en la que hubo bronca y abucheos.

El público increpó e incluso abandonó la sala en la presentación de la nueva programación de las Naves Matadero
El público increpó e incluso abandonó la sala en la presentación de la nueva programación de las Naves Mataderolarazon

Mateo Feijóo desafía al sector con una programación para las Naves Matadero enfocada a las artes «vanguardistas y experimentales». El director renegó del «teatro de palabra» en una presentación en la que hubo bronca y abucheos.

Ni 30 segundos duró la paz en Matadero. Luces a negro, asistentes tan callados como espectantes ante la inminente presentación de las nuevas Naves y un hombre, Wave, sale al centro del escenario de la Fernando Arrabal –que no Nave 11, como se había dicho que sería nombrada–. El artista, micrófono en mano, rapea ante los presentes. Lo hace en la lengua de Shakespeare. Y ahí llegó el primer sobresalto del mediodía de ayer: «Estamos en España, me gustaría saber qué dice», gritaba una espectadora. Los que la rodean se debaten entre la sorpresa, las risas, la indignación y el apoyo. Va por gustos. El asunto no pasa de ahí y el «show» continúa al margen. El canto termina y Wave da paso a sus artes de DJ. A su vez, tres «b-boys», capuchas en alto, completan la «performance». Aplausos, fin y dentro vídeo: un corto de Gerard Gil como presentación de la nueva imagen de Naves Matadero. «Centro Internacional de Artes Vivas», reza el subtítulo. Y un cordero lechal se pone en pie sobre una cama de paja en la Arrabal. Fin y más aplausos.

Llega el momento de la presentación como tal. Poner cara al nuevo director artístico –para los más despistados–. Ver qué tiene que ofrecer Mateo Feijóo al pueblo después de 24 horas moviditas que no sirvieron más que para impacientar a las masas. El cambio de nombres de las salas de Aub y Arrabal y el programa filtrado la noche anterior en el punto de mira de los «teatreros», los mismos que desde 2007 habían inundado esos espacios y ahora buscaban respuestas a una ausencia notable. Al lado de Feijóo, Celia Mayer, delegada de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, que ya se ha encargado en el prólogo de dejar uno de los titulares del día: «Las compañías no tendrán que ir a taquilla, serán financiadas por Madrid Destino. No asumirán riesgos económicos y el objetivo es ir incrementando el presupuesto –1,2 millones de euros, confesarían más tarde–». Pero es el momento de él. Pide perdón por leer, pero tiene que hacerlo para no dejarse nada en el tintero. Es su puesta de largo. «Ya después me suelto y hablamos de lo que haga falta, que yo puedo estar hablando 24 horas», avisa. Es su forma de romper, dice, «cinco meses de silencio en la cueva».

Los folios que pasa recogen su línea, su motivos para ponerse al frente de las antiguas Naves del Español. «Tranquilidad y contemplación para reflexionar», pide el director, que se impone «la cruz de ser demasiado moderno y estrafalario». Confiesa, entre risas, haber soñado con dirigir la Compañía Nacional de Teatro Clásico, pero que esto se le puso delante y va a por ello. Marca sus tres «recorridos» para conducir las naves. El primero, «el interdisciplinar», con el individuo como protagonista: proyectos construidos a lo largo del tiempo en el que la venta del bolo no sea lo importante, sino «buscar cómo crear tipologías para desarrollarse en diferentes lugares». Segundo: «el de la producción, coproducción», basado en dar visibilidad internacional a aquellos que no cuenten con las estructuras necesarias. Y, por último, «la exhibición de la escena desde el punto de vista contemporáneo, que no actual», cierra.

Un programa con la vista puesta en Europa y en la internacionalización de un arte «en el que las fronteras no existen». «La primera vez en la historia que Madrid contará con un espacio teatral dedicado íntegramente a las artes escénicas más vanguardistas y experimentales», presentan. Entre los nombres destacados se vislumbran Trevor Carlson, mano derecha del coreógrafo Merce Cunningham; Manuel Fernández-Valdéz, director de «Angélica (Una tragedia)», filme sobre Angélica Liddell; Susanne Linke y Rui Horta, como pilares de la danza; Milo Rau, controvertido dramaturgo suizo; y, en música, Khaled, Chris Garneau y Bridge Markland, además de DJ nacionales...

Y llegó el turno preguntas. En las butacas una preocupación: ¿Qué va a ser del teatro? Danza, cine, break dance, «performances» varias... De Italia, Suráfrica, Portugal, España –por supuesto–... Pero de «teatro de palabra» nada. Diez años –desde que Gas inaugurara estos espacios– fulminados de golpe. «Pero, ¿qué es teatro?», responde Feijóo. Para él no es más que «un edificio arquitectónico», desafía. Del «arte de componer obras dramáticas, o de representarlas» o de la «práctica en el arte de representar comedias», que define la RAE en dos de sus acepciones ni rastro. «Hay muchos otros lugares en Madrid que se dedican a ello», continúa. Lejos quedaron las bases del concurso que llevó a Feijóo a la dirección: «Equilibrio en la programación entre las diferentes artes: danza, música, teatro...», rezaba el documento.

Otra cuestión sale en el debate, que, por momentos, gira hacia una guerra de bandos. Esta vez es para Mayer: ¿por qué se debate la remodelación de la Plaza de España y no la transformación de Matadero?:

–Celia Mayer, dispuesta al debate: «Me parece interesante».

–Mateo Feijóo: «Yo creo que no. No es operativo que todo el mundo opine», zanja.

–Espectadora: «Esto no se va a quedar aquí», responde dentro de su turno de preguntas y calla.

Entre unas y otras, el tema del renombramiento de las salas: «No se cambian –confirma Mayer–. Ha sido una confusión dentro de un espacio en proceso de transformación». Sin embargo, esta «confusión» debieron de tenerla en la imprenta también, pues cuadernillo de presentación del programa a los medios, así como el anuncio en la página web municipal también contiene el «error» de Nave 10 y 11, en lugar de Aub y Arrabal...

Pasan las preguntas hasta que la insistencia/preocupación de un asistente altera de más a Feijóo:

–¿Me estás comparando con Pablo Iglesias? Te diré el titular del día, sólo he votado una vez en mi vida y fue a Ahora Madrid, pero no voy a volver a votar en mi puta vida. Me la suda Pablo Iglesias». Y se acabó la «tranquilidad» que pregonaba.

–A lo que el hombre contesta: «¿Me vas a pegar? Parece que me perdonas la vida con cada sonrisa».

Momento idóneo para que el gabinete de Comunicación del Ayuntamiento saliera a frenar un careo que terminó en la retirada del hombre –por voluntad propia– tras el apretón de manos correspondiente con el nuevo director, «estresado desde hace meses, no de hoy», puntualizó Feijóo ante el atónito general de un público que confirmó lo de «estrafalario» y que salía de la presentación sin saber qué era eso a lo que había asistido: «Nos va a dar juego como siga así», «se acabó el teatro en Matadero», «estoy flipando»...