Política

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Entre líneas

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena/Ep
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena/Eplarazon

De nuevo por aquí, mi ausencia de la Villa y Corte durante unos días no ha cambiado el panorama. Madrid afortunadamente sigue su ritmo incansable, a pesar de las últimas medidas impuestas pornuestro peculiar gobierno municipal. La puesta en marcha de semáforos absurdos, que discriminan a los que necesitan entrar en la capital para trabajar, las ineficaces decisiones contra la contaminación o los constantes desprecios a los cuerpos de emergencia, que entre otras cosas pueden terminar poniendo en peligro nuestra seguridad, han hecho que en estos días haya reinado el caos como viene siendo ya habitual con la Alcaldesa Carmena. Cuando hablo de emergencias no me refiero a los profesionales que integran los servicios, a los que respeto y admiro, sino a la incapacidad de gestión y de diálogo que demuestra este gobierno madrileño así como a su falta devoluntad política para abordar los asuntos más necesarios. Venían a asaltar los cielos y se han quedado en el camino. El pasado martes en el Pleno Municipal los tres grupos políticos de la oposición, en bloque, solicitamos la reprobación del polémico concejal de Ahora Madrid, Javier Barbero, responsable de los asuntos de Salud, Seguridad y Emergencias. No es la primera vez que se produce una situación así, pero una de las costumbres másdañinas de este gobierno es no querer cumplir los acuerdos de Pleno, insólito en una democracia que funcione. Eso sí, como vendedores de noticias ilusionantes, aunque vacías, no tienen precio aunque haya que inventárselas, tergiversar la realidad o aprovecharse del trabajo ajeno. Este miércoles apareció en prensa, como iniciativa novedosa, un programa que enseña a las mujeres de etnia gitana a conducir. No critico, en absoluto, la esencia del proyecto, que entiendo fomenta la autonomía de las mujeres gitanas, pero por favor, señores de Ahora Madrid, que esto ya existía desde tiempos remotos, cuando ustedes ni existían en el panorama político.

Por si todo esto fuera poco, los partidos políticos andan más pendientes de sus asuntos internos, de la elaboración de listas electorales o de los grandes fichajes, que de la gestión cotidiana, lo que nos mantiene en un ambiente de incertidumbre que al final solo genera un estado de ansiedad individual y colectiva. Nunca he visto, y miren que llevo años en el oficio, tantos jaleos para seleccionar candidatos como ahora, esto parece un “casting” cinematográfico, tampoco tantas deslealtades, transfuguismos o rencillas personales.

Y, ¿qué me dicen de la tendencia de la izquierda a apoderarse de las grandes causas sociales ante la desaparición de aquellas que les movieron no hace tanto? En estos días y por la cercanía del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hemos hablado mucho de igualdad, de compromiso, de discriminación hacia las mujeres como asunto político de relevancia y realmente lo es. Lo que me remueve como persona y como mujer es la afirmación de que este reto es exclusivo de los posicionamientos de la izquierda política. El debate en nuestro Ayuntamiento, el pasado martes, debería haber tenido como objetivo primordial conseguir la unidad y el consenso de todos los grupos que componen la Corporación, no fue así. Se nos puso sobre la mesa un texto con un marcado sesgo político, que incluía una serie de medidas inaceptables desde nuestro posicionamiento político. Me pregunto entonces, ¿acaso las mujeres que militamos en partidos de centro derecha no defendemos la igualdad? Mi respuesta es rotunda: por supuesto que no es así. Una vez más, estamos ante una mentira disfrazada de verdad con el único propósito de obtener réditos en las urnas. Somos muchas las mujeres que defendemos a la familia, apoyamos la maternidad, las políticas de conciliación y corresponsabilidad, la libertad de elección de centros de enseñanza para nuestros hijos, muchas las que no pensamos que el Estado sea pasivo e indiferente ante la trata de seres humanos y creemos en la Justicia, las que no vemos a los hombres como enemigos a batir ni como personas que nos anulan para ejercer su poder y demostrar su masculinidad, las que pensamos que el aborto no se puede contemplar como derecho de la mujer porque estamos a favor de la vida, así rebatiría punto por punto cada una de las soflamas que encierra ese Manifiesto redactado por las feministas para el próximo día 8 de Marzo y que los partidos de la izquierda municipal pretendían que apoyásemos. Escriben “la sororidad es nuestra arma” y a continuación excluyen a todas y cada una de las mujeres que no piensan como ellas, a las que no militan en la izquierda, a las que no se someten a sus imposiciones de género, parece que la coherencia no les influye.

El lema para este año de Naciones Unidas ha sido: “Pensemos en Igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio.” Pues mis queridos lectores ni igualdad, ni inteligencia ni innovación. Estos tres conceptos han brillado por su ausencia en el Pleno madrileño. La actitud de las feministas madrileñas, en este caso, ha hecho que se haya producido una respuesta desigual que divide nuestra sociedad. El manifiesto redactado y el argumentario presentado excluyen a más de la mitad de las mujeres madrileñas y me atrevería a decir que españolas, provocan un enfrentamiento entre los sexos y generan tensiones innecesarias hoy en día en nuestra ciudad. La sociedad occidental, en la que tenemos la fortuna de vivir, es la que más ha avanzado en la consecución de derechos y oportunidades para las mujeres no permitamos que esa igualdad por la que tantas hemos luchado y a la que hemos dedicado parte de nuestras vidas se instrumentalice políticamente de una manera tan burda.