Memoria histórica

Gloria y honor a los camaradas chequistas

La Razón
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Hace casi 80 años que terminó la Guerra Civil española, 40 que España es una monarquía constitucional (1978), perfectamente asimilable a las naciones de su entorno, pero parece que la alcaldesa ex comunista Carmena, sus camaradas de Podemos, y el PSOE que le apoya, parecen no saberlo.

El monumento que se va a levantar en las tapias del cementerio de la Almudena, esperemos que no sea en el mismo sitio en el que fue abandonado el cadáver de Calvo Sotelo, viene a recordar a cerca de tres mil fusilados por los consejos de guerra que siguieron a la victoria de los nacionales. Entre lo muertos se recuerda y homenajea a más de tres centenares de chequistas y torturadores que realizaron con total impunidad numerosos asesinatos contra los madrileños que se encontraban viviendo en Madrid durante los tres años que el Frente Popular defendió la ciudad frente a los soldados de Franco.

La falta de un proyecto de futuro para Madrid, por un grupo político que sin rubor se considera heredero de viejo Frente Popular de 1936, evidencia, una vez más, su virtud en convertir todo en política, hacer gestos tras gestos para recordarnos que sus abuelos ideológicos fueron vencidos por los sublevados en 1936 y que su derrota fue una injusticia que se tiene que olvidar escribiendo un pasado nuevo, en el que sus asesinos sean exonerados de sus culpas, alegando que sus crímenes, sus enormes crímenes, no sólo deben ser olvidados, perdonados, sino que sus nombres deben ser recordados con orgullo pues luchaban por una causa justa, por la victoria del

proletariado.

El estudio, sin lugar a dudas, riguroso y que ha costado la pequeña fortuna de 12.000€, viene avalado por un grupo de profesores de la Universidad Complutense, aunque únicamente es profesor asociado uno de ellos, Fernando Hernández. Los nombres de estos «profesores» justifican el interés del Gobierno Municipal de Madrid por levantar un monumento que a la mayoría de los madrileños ni nos interesa, ni nos importa. Este Gobierno en minoría se empeña en hacernos creer que los madrileños no hacemos otra cosa que recordar la Guerra Civil y llorar porque la alcaldesa pierde en los tribunales su deseo de cambiarnos el callejero.

Entre los futuros homenajeados estan asesinos demostrados como Santiago Aliques Bermúdez, miembro muy activo de la checa anarquista del Cinema Europa, en Bravo Murillo, que dirigía el delincuente Felipe Sandoval, más conocido como el «Doctor Muñiz». Junto a este héroe del proletariado estará en letras de bronce Julián Sevilla Sáez, conocido como el «Mataobispos», celebre por asesinar al obispo de Jaén Manuel Basulto Jiménez y su hermana. A Sevilla Sáez le acompañará su amigo Juan Tomás Estelrlich, jefecillo de la patrulla del amanecer «Los linces de la República» y la también chequista Tomasa Velilla Hernández. Las lista de asesinos que se mezclan con los nombres de otros fusilados es muy larga pero tiene unos nombres que no se pueden olvidar como el de Maximino de Frutos Llorente, responsable de los asesinatos del cementario de Aravaca, Lucio González García, «el Sereno», partícipe en la matanza del tren de Jaén o Felipe Marcos García-Redondo, jefe de los piquetes de ejecución de Paracuellos, donde fueron asesinadas más de cuatro mil personas en el invierno de 1936.

La reconciliación en España parece imposible pues, casi un siglo después, la alcaldesa de Madrid sigue empeñada en recordarmos la parte más triste de la Historia de todos los españoles mientras que escucha, en la soledad de su imponente despacho de Cibeles, la Internacional.