Ayuntamiento de Madrid

Inventario de restricciones

La Razón
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Desde que se puso en marcha la Factoría de Ocurrencias Manuela Carmena, han sido muchos los productos etiquetados –o que se han querido etiquetar– con el sello de «se prohíbe». Especial obsesión ha sido reducir los problemas del tráfico a través de restricciones a la circulación bajo el eslogan: muerto el coche, se acabó el problema. En las navidades de 2016 se produjo la primera de las medidas de más calado de los últimos años: cerrar al tráfico privado la Gran Vía, lo que produjo importantes atascos y una sensible bajada de las ventas en los comercios. Pese a ello, no sólo el Gobierno de Carmena se sintió satisfecho por los resultados, sino que la tomó como experiencia piloto a repetir estas navidades y, el próximo año, lo cerrará de forma permanente para los no residentes con el pretexto de ganar espacio para el peatón. A Gran Vía se suman Mayor y Atocha, pero no son las únicas. Todos los domingos del año, el Paseo del Prado se cierra a los coches y desde el julio pasado, tampoco se puede salir de la M-30 por Casa de Campo. Una manzana en Galileo fue afectada por la decisión de cerrarla al tráfico por espacio de un año. Las protestas de vecinos y comerciantes hicieron recapacitar al Gobierno municipal, que prometió buscar una solución de consenso. La última ocurrencia en asuntos viarios ha sido la de prohibir la doble circulación de peatones en las calles de Preciados y Carmen, haciéndolas de un solo sentido, de tal manera que, si hasta ahora existía la figura del conductor kamikaze, ahora puede nacer la del peatón kamikaze, aquel que pasea en sentido contrario, y si se pasa del punto de destino, no puede dar marcha atrás, ni darse la vuelta.

En septiembre de 2015, a los pocos meses de llegar al Ayuntamiento el Gobierno de Ahora Madrid prohibió el rodaje de un anuncio de Coca Cola en unas instalaciones municipales del distrito de Salamanca. Motivo: el conflicto laboral que mantenían los trabajadores de esta multinacional con su empresa. Hay que recordar que en septiembre de este año, la junta de Arganzuela sí cedió un espacio municipal para un acto pro referéndum ilegal en Cataluña, que finalmente fue prohibido por el juez.

También se denegó el permiso para la celebración de un acto de Ferrari. Argumento del consistorio: «Priorizar que haya retorno hacia lo público. En el caso de Ferrari, no existía dicha contraprestación».

Los niños del colegio Arenales de Carabanchel no pudieron participar en la cabalgata de Reyes del distrito porque se le denegó la petición del AMPA de este centro católico concertado. En diciembre de 2015, se presentaban los nuevos vehículos de la Policía Municipal, con una novedad: no llevaban el distintivo de la bandera nacional y el logo «Madrid, capital de España», como venía siendo habitual en los últimos años.

Más que una prohibición al uso, se trata de una «recomendación», y es que los varones que viajen en los autobuses de la EMT, no se sienten con las piernas abiertas, ya que de esta forma ocupan un espacio que corresponde a los demás, lo que fuera de aquí se conoce como «manspreading». Esta recomendación figura en el último pictograma incluido en el panel informativo de los autobuses municipales.

La última novedad aparecida en el catálogo de prohibiciones de Carmena, tiene que ver con las estufas de gas que se instalan en las terrazas y que permiten que la clientela pueda disfrutarlas en pleno invierno. En la revisión de la ordenanza de terrazas, se contempla prohibir ese tipo de estufas porque «generan un problema de calidad del aire». Y nos preguntamos: ¿cuántas decenas de miles de estufas de gas hay en las terrazas madrileñas como para que dañen el medio ambiente? Los hosteleros se enfrentan ahora al gasto de reposición de estas estufas por otras menos contaminantes.

Es posible que cuando este artículo vea la luz, hayan surgido nuevas novedades en el catálogo de prohibiciones de Manuela Carmena, que, sin embargo, tiene vacío otro catálogo: el de soluciones.