Política

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Izquierda desunida

La Razón
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El nuevo episodio guerracivilista en Rivas demuestra, una vez más, que en la izquierda madrileña no se puede confiar y que de ella es imposible esperar gobierno estable alguno. El principal bastión de Izquierda Unida en el país se viene abajo tras la dimisión forzosa de José Masa, un veterano alcalde que, en líneas generales, ha realizado una buena labor. El que fuera su eterno delfín ha terminado por sucumbir a las presiones del ala más radical de su formación, próxima al PCE, y de la manera más torpe se ha deshecho de un político respetado y que ganaba ampliamente en un municipio donde el PP es la lista más votada en autonómicas y generales.

La inestabilidad política de los últimos tiempos en Rivas viene provocada por una facción de Izquierda Unida que conecta con Cayo Lara en el ámbito nacional y que pasa por la Asamblea de Madrid de la mano de la mitad de su grupo parlamentario, quien mantiene un discurso y unas maneras tan retrógradas como absurdas. Esta izquierda radical en los plenos conchabea con Tomás Gómez y cada vez de manera más frecuente con UPyD. Por su parte, Invictus, el líder peor valorado por los madrileños y por sus votantes, como buen hombre de izquierdas mantiene dividida a su organización y huye despavorido de las primarias. Y UPyD, partido que adapta su discurso a la situación como una ameba, ya ha dejado claro que, como disciplinado progresista, propone subir los impuestos a los madrileños como única solución.

Este mejunje de pasillo aspira a gobernar y desestabilizar las instituciones de una región que ha salido de la recesión, que crea empleo neto y que necesita seguir creciendo de la mano de la única alternativa sólida a esta izquierda que eternamente se fagocita en cuando tiene la menor oportunidad.