Universidad
La marea de basura ahoga los jardines de la Complutense
El decano de Derecho cifra en 15.000 euros los gastos anuales por los destrozos en San Cemento.
El decano de Derecho cifra en 15.000 euros los gastos anuales por los destrozos en San Cemento.
Miles de estudiantes se congregaron ayer en Ciudad Universitaria, refrigerio en mano y con sus mejores galas, para darle la bienvenida al comienzo de las sandalias y las bermudas en San Cemento. Antes de encerrarse por un tiempo para estudiar los exámenes finales, los estudiantes se dan un respiro.
Una riada de personas peregrinó durante toda la tarde de ayer a la facultad de Derecho, que congregó desde adolescentes a punto de cumplir la mayoría de edad hasta estudiantes universitarios, jóvenes que acaban de entrar en el mundo laboral. «Nadie quiere faltar a la fiesta que se ha convertido en una tradición universitaria», señala Nacho a LA RAZÓN, estudiante de la Universidad Carlos III. Él ya ha cumplido los 18 años, pero confiesa que ya había asistido a esta fiesta con anterioridad.
Todos coinciden en una cosa: lo más importante es el ambiente. Ayer se respiraba alegría en los jardines del campus poblados de innumerables corros de estudiantes. Sin embargo, tras la juerga llega el resacón. Anoche, la marea de plásticos, botellas, latas y demás basura ahogaba los jardines del campus. La advertencia del decano de Derecho, Ricardo Alonso, ayer parece que cayó en saco roto: «Se puede festejar y pasarlo bien de manera responsable». Alonso se mostró comprensivo con el hecho de que la juventud tiene ganas de pasarlo bien y es lo que les toca, pero «hay una diferencia entre tomarse dos cubatas y 20. No es lo mismo tomarse un par de cervezas y tirar los residuos donde toca, que llegar a los puntos salvajes a los que se llega». No es contrario a que los estudiantes se reúnan en honor al patrón de la Escuela de Arquitectura, «todos hemos sido jóvenes», pero pedía que la gente se comportase de forma «cívica» para que no sea algo que perjudique al resto «al final si te pones a sumar, la gracia sale por unos 15.000 euros. No es normal la cantidad de residuos que dejan. Tienen que ser conscientes de que es dinero público, de todos». Pero muchos estudiantes sí son conocedores de los problemas que generan. Olga, de 21 años, cuenta indignada a este diario que «no cuesta nada limpiar cada uno lo suyo». Nacho añade además que «el problema es que a todo el mundo le da igual, sobre todo a medida que van pasando las horas». El decano de Derecho, como otros años, tuvo que cerrar el acceso a su facultad para que nada «se vaya de madre».
El año pasado ya se tuvo que resignar con ver perecer, con pena e impotencia, sus florecientes rosales bajo la orina de un estudiante ebrio y desalmado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar