Comunidad de Madrid
La vuelta al campo
El Imidra ha formado ya a más de 7.500 jóvenes que han encontrado en la explotación agrícola y ganadera su salida profesional. Sólo el 36% son mujeres
El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) lleva casi diez años impartiendo cursos para formar a los agricultores y ganaderos de la Comunidad de Madrid. Cursos que sirven a los alumnos para mejorar sus conocimientos contables y de fiscalidad agraria, así como otros aspectos más técnicos y específicos sobre tipos de cultivo, maquinaria o explotación. Desde el organismo, perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, que dirige Borja Sarasola, pretenden transformar el sector primario para que «la agricultura madrileña sea más productiva y competitiva», explica la directora del Imidra, Cristina Álvarez.
Estos cursos van dirigidos en especial a personas jóvenes que, incorporados recientemente al sector, quieren ampliar unos conocimientos que hasta ahora se transmitían entre generaciones por el boca a boca. De hecho, la edad de los alumnos de estos cursos del Imidra ha bajado exponencialmente los últimos años. Los jóvenes han empezado a ver en la explotación agraria una salida profesional; algo muy importante para el campo «que necesita un relevo generacional, ya que Madrid tiene territorio suficiente para que exista una agricultura de calidad que se mantenga activa», añade Álvarez.
En los diez años que llevan en marcha estos cursos, más de 7.500 agricultores y ganaderos han pasado por ellos. En su última edición se impartieron 20 cursos de distintas temáticas para los que se recibieron alrededor de 1.000 solicitudes, de las que finalmente se cursaron 400, un 36 por ciento de los asistentes eran mujeres. Álvarez insiste en que debido a la gran demanda todos los años se celebren segundas ediciones de los más populares, como los de Comercialización y Marketing o el de Gestión medioambiental y bienestar animal.
A la hora de diseñar los contenidos de los cursos formativos, el Imidra consulta las necesidades del colectivo agrícola madrileño. «Estamos en contacto con asociaciones agrarias, cooperativas y ayuntamientos para conocer las necesidades y carencias informativas que pueden tener estos profesionales», afirma Álvarez. De este modo, los trabajadores del campo reciben formación sobre nuevas técnicas y mejoras para cultivar ciertos tipos de productos, como la uva, los cereales, las frutas y las hortalizas, además de otros menos técnicos que amplían sus conocimientos, como el de «Manejo de productos fitosanitarios», útil para el buen uso de plaguicidas.
De acuerdo con informaciones de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, la Comunidad de Madrid ha sido de las pocas donde ha aumentado la actividad agrícola y ganadera en los últimos años y, a pesar, de no tener capacidad suficiente como para producir la cantidad suficiente para todos sus ciudadanos, sí puede generar productos de calidad en el sector. Por esta razón, desde el Imidra consideran que estos cursos son necesarios, para que en un futuro el sector siga vivo gracias al compromiso de las nuevas generaciones de agricultores.
Juan José Benito, 21 años. agricultor
«La gente no es consciente de las posibilidades laborales de la tierra»
Juan José Benito es uno de los jóvenes que se han beneficiado de los cursos formativos del Imidra. No terminó los estudios obligatorios, aunque realizó un módulo de chapa y pintura y después de probar suerte en el sector del automóvil trabajando algunos meses en un taller de reparación, decidió dedicarse a lo que de verdad le gustaba. «Yo disfruto en el campo. Mis padres han tenido siempre terrenos y desde pequeño me ha gustado ayudarles», explica. Desde entonces trabaja en una explotación familiar en Navalcarnero, donde cultiva higueras, olivos, distintos tipos de cereales y vid. Gracias a los cursos que recibió en el Imidra sobre viticultura, Juan José sabe ahora cuál es el mejor tipo de uva que se puede cultivar en sus tierras y, de este modo, poder rentabilizar el beneficio de sus plantaciones.
Aún es el único joven de su municipio que se dedica en exclusiva a la agricultura. Para él es «una auténtica lástima» que los jóvenes de su edad no vean las posibilidades laborales que tienen las tierras de Navalcarnero. Juan José explica que hizo los cursos para convertir sus tierras en un negocio. Desde su punto de vista los cursos le han servido para ir a más y saber qué cultivar y cómo vender los productos. «Yo hice los cursos para mejorar y lograr mis objetivos para mantenerme en este sector», añade. A Juan José le gustaría ahora adquirir más terrenos y diversificar la producción de hortalizas y frutas, aunque también afirma que quiere entrar en el mundo de la explotación ganadera y contratar a personal que le ayude a sacar todo el partido que tienen sus tierras, ya que de momento están solos su padre y él.
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