Madrid Arena
Las amistades peligrosas
Miguel Ángel Villanueva había sido un político emergente, que inició su carrera en la vida pública de la mano de Alberto Ruiz-Gallardón en la Comunidad y después en el Ayuntamiento de Madrid. Tras la marcha del ex alcalde al Ministerio de Justicia, Ana Botella confió en su experiencia y capacidad de trabajo de Villanueva, para darle toda su confianza y convertirle en el hombre fuerte de su equipo de gobierno desde la vicealcaldía.
La trayectoria del joven político empezó a escribirse con renglones torcidos en la noche fatídica de Halloween, quizá mejor valdría decir al día siguiente de esa noche, cuando compareció en rueda de prensa y leyó el comunicado de la empresa organizadora del evento, en el cual ésta se autoexculpaba de cualquier culpabilidad por boca del vicealcalde. A partir de ese momento, algunos rascaron rápidamente en la vida privada de Villanueva y encontraron en ella a otro Miguel Ángel, de apellido Flores, dueño de la empresa organizadora de la fiesta del Madrid Arena y señor de la noche madrileña. La amistad del vicealcalde con el empresario empezaba a vislumbrar un sombrío panorama para el político, y a arruinar la imagen de su gestión del pasado, que fue muy buena en la promoción turística de Madrid pero con negros nubarrones en la parte económica y en lo que se refiere a la gestión de Madrid Espacios y Congresos. La comprobada amistad con Miguel Angel Flores le ponía a los pies de los caballos. Quizá ése hubiera sido el momento más oportuno para dimitir. Lo ha hecho ahora, o quizá le han forzado a que lo hiciera. Ayer me decía que se sentía liberado. Lo creo. La alcaldesa, supongo, también. Nunca como en este caso las amistades peligrosas son algo más que el título de una película de éxito.
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