Sociedad

«Localizad las salidas de emergencia y, si oís algún ruido raro, mantened la calma»

Máxima seguridad en el concierto, lleno de adolescentes, de Ricky Martin en el WiZink Center

Los miles de asistentes al concierto fueron cacheados para acceder al recinto
Los miles de asistentes al concierto fueron cacheados para acceder al recintolarazon

No habían transcurrido 24 horas del atentado del Manchester Arena cuando el WiZink Center madrileño acogía este martes el concierto de Ricky Martin.

No habían transcurrido 24 horas del atentado del Manchester Arena cuando el WiZink Center madrileño acogía este martes el concierto de Ricky Martin. Una cita que transcurrió en medio de un ambiente de máxima seguridad y para la que hace una semana los responsables del antiguo Palacio de los Deportes elaboraron un plan especial de vigilancia y evacuación que ayer, a pesar de la amenaza terrorista, apenas sufrió modificaciones. «Hace dos años que pusimos en marcha un plan de máxima seguridad en prevé el cacheo y control de cada persona que entra al recinto, tanto público como trabajadores. Todos los materiales empleados para los espectáculos pasan rigurosos controles de vigilancia en los escaner», explicó ayer Manuel Saucedo, director del WiZink Center que quiso aclarar que «alerta, pero no alarma» es el planteamiento con el que se convocan eventos con gran afluencia de público en Madrid.

Fuera del estadio los fans del puertorriqueño tuvieron que someterse a los filtros de seguridad para este tipo de eventos antes de acceder al mismo. Controles en los que el cerca de centenar de empleados de seguridad del recinto trabajan mano a mano con los agentes de la Policía Nacional y Municipal que velaron por la seguridad ciudadana durante el concierto. Los primeros cacheos se realizan a diez metros de las puertas de entrada, antes de llegar a mostar las entradas. «Nadie se queja de los controles, aunque haya comenzado el concierto, porque se realizan por la seguridad de todos», añadió Saucedo.

Por ello, a una hora de que el concierto comenzara, en grupos de diez en diez, los seguidores del cantante se amontonaban a las puertas del WiZink Center esperando a pasar los controles de seguridad. «Nada de palos selfies, los tapones de las botellas fuera, las entradas en la mano y nada de latas», iba repitiendo uno de los encargados que pretendía agilizar al máximo todo este proceso. De hecho, nada pasó desapercibido a los ojos de los agentes encargados de los cacheos, cada objeto que estuviese fuera de lo reglamentario iba, sin ningún tipo de reparo, directo a unos grandes contenedores situados a pocos pasos de la entrada.

Aunque Ricky Martin atrae a un público muy variado, ayer la presencia del grupo CNCO –del que el cantante es padrino tras participar en un concurso musical celebrado en Miami– hizo que la edad media de las gradas fuese considerablemente más reducida a lo que es habitual en sus conciertos.

Muchos de estos jovenes seguidores de la «boy band» CNCO eran menores de edad y todavía no eran muy conscientes de todo lo que había ocurrido en Manchster pocas horas antes y en un concierto tan similar a este. Pero los padres sí. Este fue el caso de José que, mientras miraba apenado el mensaje «nos unimos al dolor de Manchester» ubicado en las pantallas de la entrada al estadio, iba dando instrucciones a su hija Elena y a su amiga Carol, que solo pensaban en «cantar y disfrutar muchísimo» de este multitudinario acontecimiento, según expresó una de estas muchachas. «Tened bien localizadas todas las salidas de emergencia, si oís algún ruido raro no perdáis la calma y lo más importante, no os separéis», les aleccionó el padre de Elena. A pesar de estos consejos y consciente de todo lo que supone un evento de estas magnitudes, este padre tenía claro ayer que no podía limitar la vida de sus hijas «porque no las puedes siempre en casa pensando en que las puede pasar algo, porque sino no saldrían nunca a la calle» , afirmó José.

Paula, de tan solo trece años, había convencido hace meses a su madre para que fuese con ella al concierto. Cuando por la mañana se levantó para ir al colegio, se enteró de lo sucedido. «Al principio tenía muchas ganas de ir, pero hoy la he notado algo más miedosa y nerviosa de lo normal», contaba a este periódico Margoth, su madre.

Aunque la tensión era palpable entre los padres que acompañaban a sus hijos al concierto, la mayoría coincidía en que lo importante era que éstos disfrutaran de un acontecimiento que era algo totalmente nuevo para muchos de ellos. Entre los fans más veteranos del puertorriqueño también fue muy comentado el fatídico atentado. Las comparaciones son odiosas, pero ayer personas como Lis, Raquel y Mart, no pudieron evitar sentir miedo al pensar en que «esto puede pasar también aquí mismo». Sin embargo, impregnadas por el buen rollo que había entre todos los asistentes, prefirieron tranquilizarse fijando su mirada en todos los agentes de Policía –ataviados con grandes armas– que vigilaban desde cada esquina cualquier acontecimiento fuera de lo normal y concluyeron diciendo: «En el fondo me siento segura, creo que lo tienen todo muy controlado».