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«Salían envueltos en llamas»
«Unos salían envueltos en llamas y otros abrasados, con la ropa quemada pegada y al cuerpo... era dantesco». Rafael García aún no se había recuperado del susto que se llevaron él y el resto de compañeros que estaban echando la partida en el bar Los Nobles de Castilla, apenas a 100 metros del lugar del suceso. Faltaban unos diez minutos para las siete de la tarde cuando una tremenda explosión retumbó en todo el barrio de Vista Alegre, distrito de Carabanchel, y las sirenas de ambulancias y policías enseguida llenaron la zona de caos y confusión. Las imágenes de los jóvenes ardiendo serán difíciles de olvidar.
Al principio, no sólo estos señores pensaron que se trataba de la gasolinera situada entre la calle Guabairo y Nuestra Señora de Fátima. «Pensamos que había saltado por los aires porque es un peligro del que los vecinos llevábamos tiempo advirtiendo», explica el hombre. Pero la explosión se produjo un poco más cerca, en el 24 de Guabairo, «sede» de un discreto «grow shop» llamado Cañamán, que vende principalmente por internet pero también en local todo tipo de semillas y fertilizantes del cáñamo, así como artículos para el fumador, a pesar de que, en teoría, las semillas que dispensan no producen cogollos de marihuana. Cuatro jóvenes de entre 24 y 29 años se encontraban en el sótano del local cuando, por causas que investiga la Policía Científica, se produjo una fuga de gas butano y una posterior explosión. Los chicos sufrieron quemaduras de segundo y tercer grado el buena parte de su anatomía (entre el 50 y el 80 por ciento del cuerpo) especialmente graves en tórax, cara y piernas.
Según algunos testigos presenciales, varios vecinos corrieron a tender a los jóvenes hasta la llegada del Samur, que desplazó hasta el lugar ocho dotaciones. Los sanitarios se encontraron a tres personas en estado crítico y al cuarto grave. Fueron trasladados a la Unidad de Quemados de La Paz (tres de ellos) y a la misma unidad de Getafe a otro. El más grave es el chico más joven, de 24 años, que tenía quemaduras de tercer grado en el 80 por ciento de su cuerpo y al cierre de esta edición se debatía entre la vida y la muerte en el hospital La Paz. También atendieron a una niña de nueve años que estaba jugando con otros niños y sufrió cortes en una mano, por los cristales que saltaron por la onda expansiva. Fue trasladad al 12 de octubre. Su abuelo, Manuel, no se recuperaba de la impresión. Tampoco vivió momentos fáciles la madre del propietario del establecimiento, que sufrió una crisis nerviosa: «Le llamo pero no me coge el teléfono», decía antes de que pudiera saltar el cordón de seguridad. Los facultativos también atendieron por inhalación de humo a uno de los policías municipales que acudieron al lugar de los hechos, aunque fue dado de alta en el lugar.
La tragedia podía haber sido aún mayor ya que el local se encuentra justo al lado del colegio público Haití, pero afortunadamente no había niños por la tarde.
Tras conocer el suceso, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez, abandonó el Centro Riojano de Madrid, donde se encontraba dando una conferencia, para interesarse por las víctimas y interesarse por el tipo de explosión, según indicaron a Ep fuentes del Ministerio de Interior. También estuvieron presentes en la zona el delegado de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Enrique Núñez, y la presidenta del distrito de Carabanchel, Fátima Núñez.
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