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Se busca diseño para el nuevo uniforme del Metro de Madrid

De la guerrera y el capote a la funcionalidad de la americana y las prendas térmicas

Sobre estas líneas, una imagen de los maquinistas en los años 60.
Sobre estas líneas, una imagen de los maquinistas en los años 60.larazon

En 1971, una taquillera del metro fue a juicio después de ser sancionada por hacer punto mientras trabajaba. La mujer adujo en su defensa que llevaba una bufanda de punto sobre las rodillas porque tenía frío con el uniforme.

En 1971, una taquillera del metro fue a juicio después de ser sancionada por hacer punto mientras trabajaba. La mujer adujo en su defensa que llevaba una bufanda de punto sobre las rodillas porque tenía frío con el uniforme. Su caso salió hasta en el «Diario de Burgos». Pero parece ser que esto ocurría hace mucho tiempo, porque ya en unas greguerías de Afonso Giménez Aquino, de 1928, se hablaba de que «las rodillas de las pobres muchachas (las taquilleras) albean de nieve/menos mal que precavidas se arroparon las piernas con una manta....». Son algunas de las referencias históricas del uniforme de los trabajadores que se han encontrado, según cuenta Luis María González, responsable de Andén 0 de Metro.

El uniforme ha sufrido multitud de cambios a lo largo de cien años de historia de Metro y ahora, la emblemática compañía tiene previsto renovarlo para los maquinistas de tracción eléctrica y el personal de las estaciones. Así, ha sacado a concurso el proyecto de renovación del vestuario «para adaptarse a los nuevos tiempos y ser fácilmente reconocible», aseguran desde Metro. El contrato de renovación está previsto que se adjudique en marzo de 2019 y, después, comenzará la fase de producción, de tal manera que se entregará a los empleados a partir de septiembre y se prevé que a lo largo del último trimestre del año todo el personal cuente con él, coincidiendo con la celebración del centenario.

«Buscamos que la uniformidad sea representativa y se identifique rápidamente para facilitar la interacción con el usuario, que debe reconocer de forma sencilla a los nuevos empleados de la compañía. Con este cambio, buscamos adaptarnos a los tiempos y modernizar la imagen, apostando por la comodidad y la funcionalidad de las prendas de vestir que utilizan los empleados», dicen desde la compañía.

La primera uniformidad de los empleados data de 1923, cuando las mujeres iban con un vestido/guardapolvos negro con cuello blanco y una gran placa en el pecho en la que podía leerse el nombre de la compañía, mientras que los hombres lucían guerrera, capote y gorra y el atuendo estaba adornado con galones que indicaban su categoría profesional.

Es a partir de los setenta cuando las mujeres empiezan a llevar blusa con falda y chaqueta y los hombres traje sastre. Es casi al final de esa década, en 1976, cuando los trabajadores empiezan a dejar de utilizar la gorra, sin autorización de la compañía, al llegar la época de calor, pese a que la Dirección consideraba que «era un símbolo de autoridad de los empleados y un elemento de identificación del personal que presta el servicio». En los ochenta se incorpora la gabardina como prenda de abrigo de las mujeres, aunque el mayor cambio se da con la posibilidad de que las mujeres incorporen el pantalón. En los años noventa cambia estilo y color. Se pasa del azul identificativo de años anteriores al tono granate y se introducen prendas térmicas o pre-mamá para adaptarse a las necesidades del personal.

¿Quién decide que uniforme se lleva? «Hay una comisión compuesta por la dirección y representantes de los trabajadores que hacen propuestas y toman la decisión final, pero no hay ningún gran diseñador detrás de la uniformidad de Metro porque todo se hace bajo concurso público atendiendo a la oferta económica más satisfactoria», explica Luis Maria González. Eso sí, quienes los han venido confeccionando han sido almacenes de toda la vida: Confecciones Zúrich, Galerías Preciados, Almacenes Simeón y El Corte Inglés.

15 pesetas al mes por uniforme

Ahora es gratis, pero en otros tiempos los trabajadores tuvieron que pagar sus uniformes. «Se descontaba de la nómina cada mes: 15 pesetas a los hombres y 5 a las mujeres», dice Luis María González, responsable de Andén 0. Tampoco se podía llevar a cualquier sitio. Sólo se podía utilizar cuando el empleado se encontraba de servicio y excepcionalmente se permitía a los hombres llevarlo en el trayecto de ida y vuelta a sus casas, pero no a las mujeres, a las que tampoco se las permitía estar casadas.