Sociedad

Skaters contra libreros: estalla la guerra en Moyano

200 metros lisos con la inclinación perfecta han convertido la tradicional cuesta de las casetas en uno de los más concurridos «skate-parks»

Desde 2007 la calle de Claudio de Moyano es peatonal, a lo que los libreros madrileños achacan su bajada en las ventas. La cuesta se ha convertido en una pista de patinaje
Desde 2007 la calle de Claudio de Moyano es peatonal, a lo que los libreros madrileños achacan su bajada en las ventas. La cuesta se ha convertido en una pista de patinajelarazon

200 metros lisos con la inclinación perfecta han convertido la tradicional cuesta de las casetas en uno de los más concurridos «skate-parks»

Seguramente no lo sepan, pero 1979 fue un gran año para el «skateboarding» en España: abría el primer «skate-park» público del país, como no podía ser de otra forma, en Madrid. Entonces, el Ayuntamiento decidió ceder a una primera oleada de jóvenes seducidos por el patín un pequeño terreno en el antiguo Parque Sindical –ahora Parque Deportivo Puerta del Hierro– para que ellos mismos construyeran un espacio que vio crecer a los primeros «skaters» de la capital, a esos que crearon un mito entorno a «El Sindi» –así es como llamaban de forma coloquial a la pista de patinaje– y que hoy las nuevas generaciones conocen como «los de la vieja escuela». Pero, de la misma forma que lo hicieron aquellos pioneros que se atrevieron a montar sobre un patín cuando el deporte aún no era visto como deporte, el «skate-park» de Madrid envejeció. Tanto, que acabó sepultado por lo que ahora es una pista de tenis. La triste noticia obligaba a las nuevas generaciones a volver a ocupar las calles, a hacer del mobiliario urbano sus obstáculos que salvar, en definitiva, a devolverle al patinaje callejero su lado urbano y su cara canalla.

Todo esto ocurrió en 2009, dos años después de que la cuesta de Moyano se presentara ante los madrileños como una nueva calle peatonal con unas características idóneas para los que disfrutan «surfeando» en la ciudad. Pero, ¿qué opinan de esta costumbre los libreros de viejo que desde sus casetas defienden una feria con más de 90 años de historia?

Son 200 metros lisos con la inclinación perfecta, y en lugar de bancos, la Calle de Claudio de Moyano tiene pedestales de piedra que, convenientemente engrasados, sirven para las peripecias de patinadores de todas las modalidades. Sólo hace falta acercarse a la zona y fijarse en cómo cada bordillo en esta calle está encerado, tal y como muestra José Manuel, el librero de la caseta número 30, que, seguidamente, señala disgustado el pie de una de sus sombrillas, recompuesto con cinta aislante después de que un joven lo rompiera con su tabla de «skate». Porque mucho antes de ser una pista improvisada de patinaje, la cuesta de Moyano es la pasarela de la feria de libros de segunda mano más emblemática de la capital –si bien es cierto que las casetas de ventas se han localizado también en el Paseo del Prado–. Según José Manuel, el conflicto existe, pero no con todos los aficionados a estos deportes sobre ruedas, sino con los más jóvenes: «El problema lo causan los menores». Y es que, según afirma el librero, tras transmitir su descontento a los «skaters», éstos se han comprometido a esperar a que caiga el sol para practicar en este enclave que, por otro lado, es el mejor de cara a causar las mínimas molestias a los vecinos –y así lo reconoce el propio José Manuel–. Pero, ya sea porque no tienen edad suficiente para trasnochar demasiado o por falta de civismo y educación, los más pequeños siguen utilizando la calle a plena luz del día y, ante cualquier regañina, responden chulescos que, como menores, no tiene responsabilidad ante la ley. «No nos preocupan las ventas, nos preocupa que puedan causar algún accidente», asegura José Manuel, recordando que la calle es también de los viandantes. En este sentido, Juan, librero de la caseta número 2, insiste en la velocidad que alcanzan estos jóvenes: «Su actividad es legal siempre y cuando no superen la velocidad máxima que puede alcanzar una persona corriendo, pero, ¿qué velocidad es esa?». Claro que, como en torno a cualquier dilema, las opiniones son muchas y de todos los colores: «Más que una guerra entre “skaters” y libreros, se trata de una guerra de libreros contra el mundo», dice burlón el librero de la caseta número 20. Este vendedor –claramente más joven que el resto– espera la llegada de los clientes frente a su ordenador portátil y admite entre risas que su gremio es demasiado quejumbroso: «Las palomas son más molestas que los “skaters”».

En lo que sí coinciden los libreros de la cuesta de Moyano es en su actitud positiva, pues confían en que el consistorio esté escuchando sus reclamaciones y ponen todas sus esperanzas en el plan de dinamización que se anunció el pasado mes de junio dentro de la estrategia municipal «Madrid Territorios de lectura». A lo largo de este verano se presentará el proyecto definitivo, para el que actualmente se están recogiendo no sólo quejas, sino también propuestas, como la de instalar una terraza, lo que impediría que los jóvenes siguieran usando la calle con sus tablas y patines en horario de feria.