Semana Santa
Sol y devoción en el Domingo de Ramos
La Borriquita y los Estudiantes inaguran una Semana Santa «blindada».
La Borriquita y los Estudiantes inaguran una Semana Santa «blindada».
Puntuales, a las 16:30 horas, la Muy Ilustre Hermandad Sacramental y Penitencial Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Amor en su Entrada Triunfal en Jerusalén, más conocida como «La Borriquita», dio el pistoletazo de salida a las procesiones de la Semana Santa madrileña. Este año, lo hacía acompañada de las medidas extraordinarias de seguridad implantadas por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que impiden a los camiones acercarse al recorrido de los pasos; una medida preventiva para evitar atentados.
El estreno fue recibido por miles de devotos que atraídos por el buen tiempo y el sol de este Domingo de Ramos atestaron las calles del centro de la capital. A unos metros del suelo, desde los balcones de la calle Biombo, muchos fieles entusiasmados observaron, ayer, la procesión más joven de las que recorren la ciudad, puesto que fue en 2014 cuando realizó su primera Estación de Penitencia en Madrid. Desde las aceras otros tantos seguidores y turistas miraron con expectación la imagen de Jesús montado en su burro simulando la entrada a Jerusalén.
Poco a poco y entre aplausos el paso fue surcando las estrechas calles del centro de Madrid. El sonido de los tambores y las trompetas, que acompañaban la talla del año 2013 realizada por el escultor sevillano Ramón Martín, hicieron retumbar el suelo y los sentimientos de los fieles que impregnaban el ambiente de la primera procesión de esta soleada Semana Santa. Entre una gran humareda de incienso y la muchedumbre, cientos de turistas sacaban todo su arsenal fotográfico para intentar captar la imagen perfecta de unos pasos que cada vez atraen a más visitantes a la capital durante la Pascua. Algunos de estos viajeros, que habían recorridos muchos kilómetros para presenciar el recorrido de esta gran imagen, exclamaban sorprendidos por la devoción que despierta: «¡es increíble que de una forma tan sencilla puedan exaltar esta maravilla!». De hecho, cada vez que Jesús triunfante doblaba una esquina, el corazón de más de uno de los fieles que habían esperado horas a su llegada, se paraba por completo. Sin embargo, cuando todo el equipo de costaleros, al mando preciso del capataz, conseguía pasarlas sin ni siquiera rozar las paredes, los aplausos y los gritos de ánimo de los asistentes eran ensordecedores.
La procesión de La Borriquita es más conocida como «La de los Niños», porque pequeños procesonarios vestidos de hebreos y con palmas en la mano preceden a la talla, y también abundan entre los devotos. A hombros de sus padres, los chiquillos observaban incrédulos cada uno de los movimientos de los participantes. Tal era esta inocencia que uno de ellos, de apenas cinco años, le preguntó a su madre que «si esos hombres con el gorro blanco alto iban vestidos de fantasmas».
Mientras el Jesús a su entrada en Jerusalén aún recorría la capital, la procesión de Los Estudiantes estaba a punto de comenzar, no sin pequeños imprevistos. Cuando las campanas de la Basílica Pontificia de San Miguel dieron las siete, le arranque tuvo que ser interrumpido debido al desmayo de una mujer de entre el público debido al calor. Cuando esta fue atendida por los servicios de Emergencia, el Cristo, sacado de rodillas por sus costaleros, salió por la puerta de la Basílica entre aplausos. Sin embargo, minutos más tarde, cuando la Virgen estaba a punto de hacer su salida triunfal, otro desmayo entre las filas de fieles hizo que la procesión tuviera que detenerse por unos minutos. Finalmente, la talla de la Virgen comenzó a andar. La emoción estalló en llanto y muchos de sus seguidores tuvieron que sacar sus pañuelos de papel para limpiar sus ojos y continuar viendo su hermosa imagen.
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