Comunidad de Madrid

Una «armadura» para proteger el Rastro

Los comerciantes del mercado de la capital insisten en su intento por declarar su esencia como BIC. Aún necesitan el visto bueno del Ayuntamiento, pero será Patrimonio quien tenga la última palabra

El cineasta Carlos Saura retrató el Rastro en 1961. Sus imágenes están incluídas en una reedición del libro sobre el mercado madrileño de Gómez de la Serna
El cineasta Carlos Saura retrató el Rastro en 1961. Sus imágenes están incluídas en una reedición del libro sobre el mercado madrileño de Gómez de la Sernalarazon

MADRID- «El Rastro no es un lugar simbólico ni es un simple rincón local, no; el Rastro es en mi síntesis ese sitio ameno y dramático, irresistible y grave que hay en los suburbios de toda ciudad, y en el que se aglomeran los trastos viejos e inservibles». Ya lo dijo el ilustre madrileño don Ramón Gómez de la Serna en 1914, el Rastro de la capital, ese que hoy domingo volverá a congregrar a miles de personas en el entorno de la plaza de Cascorro, como viene sucediendo en Madrid desde finales del siglo XV, está más cerca de convertirse en inmortal. En los últimos años el tradicional mercadillo ha estado amenazado desde distintos frentes: en 2004, la propuesta de un traslado de parte del Rastro lejos de Embajadores despertó una rápida reacción ciudadana y, en apenas 24 horas, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se encontró con más de 30.000 firmas en contra de modificar su ubicación y estructura. Entonces, también se apoyó que se declarara Bien de Patrimonio Cultural (BIC) inmaterial a los puestos, el ambiente y la idiosincracia de un mercado ambulante que ha reflejado la literatura desde hace 200 años. Ahora, el Ayuntamiento de Madrid ha trasladado a la Comisión de Patrimonio la petición oficial de que se proteja el Rastro.

Fue la Asociación Intercultural del Rastro de Madrid quien recogió ese sentir popular que, en 2010, transformó en una petición formal a la Comunidad de Madrid en la que consideraban que el mercadillo «reúne de forma singular y relevante las carácterísticas que le hacen objeto de interés cultural». El objetivo era doble, puesto que mientras se protegían los tradicionales puestos de antigüedades, ropavejeros y chamarilería, se le daba un «paraguas» legal que impidiese que, por cualquier circunstancia, pudiese desaparecer o se modificarse en algún modo su esencia. Es más, puesto que el presidente de esta asociación, Mario Ágreda, es miembro delegado de los pueblos indios en las Naciones Unidas, sugería que también podría ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. De hecho este mercado ya disfruta de un importante tirón turístico: «Tiene la categoría del zoco de Marraquesh o el Mercado de Las Pulgas de París», consideró Ágreda. «Una vez se firme el protocolo de la Comunidad de Madrid para convertirlo en BIC, nuestra asociación presentará la documentación necesaria (libros, discos, documentales, etc.) para que la Unesco reconozca nuestro Rastro Patrimonio Oral de la Humanidad», explicó el presidente de la asociación. Pero para esto todavía quedan algunos pasos que dar.

Aquella petición no prosperó. «Entonces pensamos que, al tener el Ayuntamiento de Madrid la potestad de regular este mercadillo, debería partir del consistorio la petición a la Comunidad de Madrid», señaló el presidente de la asociación. En el año 2000, la Comunidad y el consistorio madrileño acordaron la excepcionalidad del Rastro frente al resto de mercadillos de la región, regulados por el Gobierno regional. El Ayuntamiento de Madrid es quien puede dictar las normas que regulan este mercadillo.

Del distrito Centro a Cibeles

Fue el PSOE quien recogió el testigo el mes pasado y presentó la propuesta, basada en la que hizo la Asociación Intercultural del Rastro de Madrid, en el Pleno de la Junta del Distrito Centro. Allí, con el consenso de todos los grupos políticos, fue aprobada. Días después, el delegado de Las Artes, Turismo y Deporte, Fernando Villalonga, tramitó de forma favorable dicha petición a la Comisión de Patrimonio Histórico de la Comunidad para estudiar «qué figura de protección corresponde al Rastro y evaluar si la declaración de BIC supone un problema o una solución para ese objetivo».

Villalonga consideró que el mercadillo debe protegerse, pero de la forma más adecuada dadas sus características. Los «guardianes» del Rastro temen, sin embargo, que tras la «tibieza» de las palabras del concejal vuelvan a aflorar los intereses urbanísticos que ya les causaron problemas hace nueve años.

Este lunes por la tarde los comerciantes volverán a reunirse con los técnicos de Las Artes. El Ayuntamiento, explica Ágreda, les ha pedido ayuda para enviar un estudio pormenorizado del castizo mercadillo a Patrimonio. Ellos, sin embargo, quieren tratar por todos los medios de alejarse del circo político. «Esto es de los ciudadanos, para los ciudadanos y por los ciudadanos», concluyó el representante en Naciones Unidas, porque tienen clara su meta: que el Rastro permanezca en la historia madrileña tal y como lo retrató Gómez de la Serna.

Siglo XV: el nacimiento del mercado

A los vendedores de ropa vieja siguiguieron en los alrededores de la Plaza de Cascorro el matadero y sus curtidores de pieles desde principios del siglo XVI. La fuente del Rastro ya aparece en el plano de Texeira de 1656.

2004: en peligro de «reordenación»

El ex regidor Gallardón hizo un intento de mover los puestos en 2004. Se encontró con la oposición de los comerciantes, que reunieron 32.000 firmas.

2010: el último intento

En abril de 2010 la Asociación Intercultural del Rastro de Madrid solicitó su declaración como Bien de Interés Cultural. La petición fue rechazada.

EL DETALLE

UN REGUERO DE SANGRE, SU ORIGEN

El Rastro de Madrid debe su nombre, según autores como Cervantes o Covarrubias, al reguero de sangre que dejaban las reses tras ser degolladas y vendidas al por mayor en los antiguos mataderos de la zona. Lo que es aún una incógnita es cuál de estos mataderos fue el que «bautizó» en primer lugar a nuestro particular mercado al aire libre.