Hortaleza
Violencia sicaria en Hortaleza
Varios hombres persiguieron a tiros a unos supuestos traficantes. En un piso hallaron sangre y fajos de billetes
MADRID- En Hortaleza no ganan para sustos. Un nuevo tiroteo, a apenas 3 kilómetros del que mantuvo acordonado durante horas un edificio de Sanchinarro, sorprendió a media mañana a los vecinos de Pinar del Rey. En esta ocasión hubo varios avisos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que ahora la Policía Nacional trata de relacionar entre sí. De momento, se descarta que lo sucedido ayer tenga que ver con lo ocurrido en Sanchinarro, aunque ambos sucesos están protagonizados por hombres armados de origen suramericano y sospechosos de traficar con drogas.
Los disparos comenzaron pasadas las 10:30 de la mañana en un inmueble en el número 4 de la calle Santa Susana. Al parecer varios hombres entraron en un piso y atacaron a los que estaban en su interior. Según explicó un vecino del inmueble, el piso en el que irrumpieron había sido alquilado hace apenas tres meses por un grupo de dominicanos. «Nos hemos quejado mucho de ellos porque organizan fiestas hasta altas horas de la madrugada y no para de entrar y salir gente del piso, por lo que sospechamos que, además, había trapicheo de drogas», aseguró uno de los vecinos que había observado cómo varios hombres de origen suramericano vigilaban el portal el día anterior. «El que llevaba la voz cantante en el piso solía ir mucho al locutorio de enfrente llevando cinco teléfonos móviles y pedía hablar con Italia en vez de con República Dominicana», añadió.
Poco después del asalto al piso, el 112 recibió otro aviso desde el número 35 de la misma calle, donde habían visto pasar a dos personas, una persiguiendo a otra, que tenía la cara ensangrentada. «Primero se escucharon varios tiros y luego vi a dos hombres corriendo, uno de ellos con una pistola en la mano», explicó Elena, que trabaja en un comercio del barrio.
Huellas en el bar
Varios vecinos vieron correr al agresor y a la víctima, que finalmente se refugió en un bar al final de la calle y pidió que avisaran a la Policía. «Se escondió detrás de una mesa mientras el otro le apuntaba desde la ventana», aseguraron varios clientes del establecimiento. De hecho, el propietario del bar M-40 aseguró que uno de ellos había estado desayunando minutos antes en su local, aunque no pudo precisar si se trataba del supuesto sicario o de su víctima. Por ello, varios agentes de la Policía Científica estuvieron buscando huellas en la mesa en la que estuvo sentado y donde se refugió de los disparos.
Mientras tanto, un nuevo aviso alertó la Policía de que algo más sucedía en la calle Santa Susana. Esta vez ocurría en el número 20, donde habían visto a cuatro hombres de origen suramericano con pistolas, que se habían metido en dos coches. Los agentes que acudieron al lugar lograron localizar a dos de ellos, detenerlos y trasladarlos a comisaría para tomarles declaración. Pero éste no era el último sobresalto que iban a llevarse los vecinos del barrio. Minutos después, otra vecina avisaba a la Policía de que algo extraño ocurría en el número 35 de la misma calle. La vecina había escuchado ruidos sospechosos y, cuando llegaron los agentes, se encontraron la puerta del piso entreabierta. En su interior no había nadie, pero sí restos de sangre y un fajo de billetes de 500 euros en uno de los dormitorios.
Robo entre narcotraficantes
Ahora la Policía Nacional investiga si todos los avisos están relacionados entre sí y se trataba de un asalto organizado entre bandas de narcotraficantes suramericanos. En un principio y por la corta distancia y similitud de los sucesos, los agentes pensaron que había relación entre el tiroteo que el jueves obligó a acordonar un edificio en el número 91 de la Avenida de Niceto Alcalá Zamora, en Sanchinarro, y lo sucedido en Pinar del Rey. Sin embargo, a lo largo de la tarde de ayer descartaron que hubiese relación entre ambos incidentes.
Según explicaron fuentes de la Jefatura Superior de Policía, las primeras investigaciones apuntan a que los disparos de Sanchinarro tuvieron que ver con un robo o «vuelco» entre narcotraficantes. Así, un supuesto cliente habría concertado un encuentro con los «camellos» que vivían en el cuarto piso del inmueble de Niceto Alcalá Zamora y, al llegar, habrían abierto fuego contra ellos para robarles la droga y el dinero que pudiesen tener en el inmueble. De hecho, la principal hipótesis es que en el piso habían quedado seis personas para la compraventa de la droga, que luego quisieron llevarse sin pagar.
El enfrentamiento provocó que dos hombres se lanzasen al vacío desde un cuarto piso, uno de ellos con un disparo que le entró por la espalda y le salió por el hombro. Se rata de John Eduard L. O. de 41 años y Johan Sebastian M. M. de 23 años, ambos de nacionalidad colombiana, que sufrieron politraumatismos debido a la caída. Ambos fueron trasladados a los hospitales de la Paz y Ramón y Cajal y ayer fueron detenidos acusados de un delito contra la salud pública.
Se da la circunstancia de que ambos poseen antecedentes por un secuestro perpetrado en 2011 y tenían prohibido salir de España desde esa fecha. Igualmente, el mayor tiene además otro antecedente de 2010 por falsificación de documentos. La Policía continúa buscando a los posibles autores de los disparos contra John Eduard y Johan Sebastian.
El asesinato de Vargas
Pese a que ya había habido actividad de bandas de sicarios en la capital, el asesinato del capo de la droga Leónidas Vargas en el hospital 12 de Octubre marcó un antes y un después en la lucha contra estos delincuentes. En enero de 2009, Vargas ingresó en el hospital para tratarse una grave afección cardiaca. El capo, que estaba en situación de prisión atenuada, estaba a la espera de juicio por un delito de tráfico de drogas con un alijo de más de 500 kilos de sustancia estupefaciente. Sin embargo, varios sicarios colombianos contratados por sus enemigos acabaron con él antes de que llegase a ser operado. Dos hombres entraron en la habitación de la planta de Cardiología y le descerrajaron al menos cuatro tiros a quemarropa mientras pedían a su compañero de habitación que se diese la vuelta para no ver el asesinato. Meses después, la Policía colombiana viajó a España para colaborar con la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la lucha contra los sicarios que actúan en nuestro país.
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