Política

Tráfico

Volver al coche de caballos

La Razón
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El Gobierno de Manuela Carmena tiene la enorme facilidad de cambiar el sentido de la palabra, y en consecuencia, el sentido de las cosas. Lo que llaman Plan de Movilidad termina expresando un estado de inmovilidad para miles y miles de ciudadanos que un día hicieron el esfuerzo de comprarse un coche para ir a trabajar, de compras o al médico, y ahora tienen que dejar el vehículo aparcado en casa porque la izquierda radical le coarta la libertad de que circule por el centro de la capital, en aplicación de la nueva ocurrencia de Madrid Central, y por casi toda la ciudad, según los distintos escenarios que se activen ante el estado de la contaminación. Y este veto a una forma de moverse no tiene otras alternativas que pasen por la mejora de la oferta de transporte público. Al ciudadano no se le dan más opciones.

Pero no contentos con el lema de: permitido prohibir, que nunca había sido eslogan publicitario de la izquierda radical, más bien todo lo contrario, el nuevo Plan de Movilidad, que ya ha salido de cuentas y está a punto de ver la luz; prohíbe que, en el 85 por ciento de las calles, se circule a más de 30 kilómetros por hora, límite que ralentizará el tráfico y hará subir los niveles de contaminación, una medida que sólo se explica desde esa política obsesiva de incentivar la cruzada contra el coche privado.

Si con el vehículo del siglo XXI, no podemos circular a más de 30 kilómetros en la mayoría de las calles de Madrid, estamos retrocediendo al siglo XVIII, cuando los coches de caballos de sangre no podían pasar de 30 kilómetros a la hora, a no ser que circularan por los caminos que salían de la villa hacia otros territorios, que tampoco era fácil, dado el mal estado de los mismos. La modernidad y la falsa progresía de algunos, nos devuelve tres siglos atrás, aunque los de ahora sean caballos de potencia y no de sangre, pero ni unos entonces, ni ahora los otros, podrán pasar de 30. Otro producto salido de la factoría de ocurrencias Manuela Carmena.