Política

Angel del Río

¿Y si nos anexionamos?

Algunos de los municipios más despoblados de la Comunidad barajan la posiblidad de fusionarse de cara a las próximas elecciones

María Cano, alcaldesa socialista de Robregrodo, un municipio con sólo 44 habitantes/Cipriano pastrano
María Cano, alcaldesa socialista de Robregrodo, un municipio con sólo 44 habitantes/Cipriano pastranolarazon

Algunos de los municipios más despoblados de la Comunidad barajan la posiblidad de fusionarse de cara a las próximas elecciones

El paisaje más agreste de la sierra madrileña es un paraíso para hacer rutas, fotografiarlo, contemplarlo y disfrutarlo con los cinco sentidos. Pero es territorio hostil para habitarlo, de ahí que muchos de sus municipios estén sufriendo un proceso de despoblación que les pone al borde de la desaparición. Los «últimos de la sierra» son personas mayores, que se resisten a abandonar el lugar donde llevan viviendo toda la vida, aunque carezcan de los servicios y prestaciones más elementales en esos pueblos que parecen ser hijos del dios menor de la prosperidad. No tienen ambulatorios, ni farmacias, colegios, bares ni tiendas. El pan viene en furgoneta, así como los alimentos y las bebidas. El traslado al hospital más cercano requiere de un desplazamiento de al menos 70 kilómetros, y en invierno, alguno se queda aislado por la nieve.

Hemos escogido, como muestra, los cinco municipios con menor censo de población de la Comunidad, según datos del INE: Robregordo, Madarcos, La Hiruela, La Acebeda y Horcajuelo de la Sierra. Entre todos suman 296 habitantes, cuando en 1970 tenían más de 500, lo que supone, que en cuatro décadas, han perdido la mitad de su población. El proceso de despoblación comenzó de forma notoria en los setenta, cuando los desarrollos urbanísticos en otros municipios del entorno, pero con más nivel de población, crearon una oferta inmobiliaria, sobre todo de fin de semana; se mejoraron los servicios, las infraestructuras, sobre todo las del transporte, y se abría el mercado laboral a otras ocupaciones, que no eran las estrictamente agrícolas y ganaderas. Los jóvenes se marchaban buscando mejores expectativas; nadie llegaba de fuera para establecerse en estos pueblos tranquilos pero en clara decadencia. Muchas de las casas quedaron abandonadas, así como las faenas del campo; tampoco tuvieron, ni tienen, un trato especial por parte de la Diputación Provincial, entonces, y por la recién nacida Comunidad Autónoma, después, para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes y frenar la despoblación. Ahora, muchos tienen miedo a entrar en el catálogo nacional de pueblos abandonados.

Eva María Gallego, alcaldesa del PP en Madarcos/Foto: C. Pastrano

Los cinco en peligro

Robregordo (44 habitantes. Alcaldesa, María Cano, del PSOE). A 92,7 kilómetros de distancia de Madrid capital. Tiene una superficie de 22 km2. Merece la pena visitar la iglesia de Santa Catalina, del siglo XVII, y de la misma época, la ermita de San Roque.

Madarcos (46 habitantes. Alcaldesa, Eva María Gallego, del PP). A 94,5 kilómetros de distancia de Madrid. Tiene una superficie de 8,46 km2, situado en las estribaciones de Somosierra, a 1.059 metros de altitud. El 50% del término municipal es monte bajo, dedicado a prados y pastizales; huertas de regadío a lo largo del cauce del río Madarquillos. A visitar: la iglesia de Santa Ana, del siglo XVII, y los restos de la antigua iglesia en el despoblado de La Nava.

La Hiruela (52 habitantes. Alcalde, Ignacio Javier Merino, del PP). A 104 kilómetros de la capital, con una superficie de 17,18 km2. Visitar: la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XVII, la fuente de El Corcho y el Museo Etnográfico.

La Acebeda (66 habitantes. Alcaldesa, María Rosa García, del PP). Se encuentra en Somosierra, cerca del puerto de la Acebeda, de 1686 metros de altitud y a 90 kilómetros de distancia de la capital. La superficie de su territorio es de 22,06 km2, el 50% son prados, y el resto, bosques de pinos, robles y fresnos. Recorre todo el término, la Cañada Real Segoviana. De interés son la iglesia de San Sebastián, del siglo XVIII, el santuario de la Fuente del Saz, la Casa de la Peña y el viaducto de la Dehesa.

Horcajuelo de la Sierra (88 habitantes. Alcaldesa, Lucía Fernández, del PP). A 96,5 kilómetros de Madrid. Tiene una superficie de 24,39 km2. Asentado sobre un cerro, a una altitud de 1.144 metros. Discurren los arroyos de Garita y Grande. Merece la pena visitar la iglesia de San Nicolás de Bari (gótico del s. XV), la ermita de Nuestra Señora de los Dolores y el Museo Etnológico, inaugurado en 1977.

Las anexiones entre municipios salvaron a algunos pueblos que estaban condenados al abandono, a la desaparición. Hay precedentes en este sentido en la Comunidad de Madrid. En 1973 se fusionaron los municipios de Lozoyuela, Las Navas de Buitrago y Sieteglesias, y nació el municipio de Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias, con una superficie total de 52km 2 y 1.237 habitantes. En 1975, se produce otra anexión de tres municipios: Manjirón, Paredes de Buitrago y Serrada de la Fuente. Se decide que el nombre del nuevo municipio se tome del que tiene el embalse común de la zona: Puentes Viejas. Tiene una extensión de 58 km2 y 632 habitantes. Pero décadas antes, entre 1940 y 1959, ya se había consumado el primer y gran fenómeno de anexiones de pueblos limítrofes que se incorporaban a la capital para formar un solo municipio y hacer realidad el Gran Madrid de los sueños desarrollistas. Fueron los de Carabanchel, Villaverde, Vallecas, Hortaleza, Fuencarral, Barajas, Canillas o Aravaca. En puertas se quedaron los de Getafe y Leganés.

En busca de soluciones

La anexión y segregación están reguladas por el artículo 13 de la Ley de Bases de Régimen Local, previa audiencia de los municipios interesados y dictamen del Consejo de Estado. La petición puede ser de oficio por parte de la comunidad autónoma correspondiente; a instancias de los ayuntamientos interesados o de la Administración del Estado o Delegación del Gobierno. En la actualidad se baraja la posibilidad de que algunos de los municipios, sobre todo de la Sierra Norte, que están en riesgo de extinción por su avanzado estado de despoblación, puedan proponer un proyecto de fusión, lo que haría más fácil su supervivencia. Es una decisión que se está barajando en estos cinco y en otros municipios con el mismo problema, incluso dentro del gobierno de la Comunidad de Madrid, para incluirla como propuesta electoral en los comicios locales y autonómicos del año que viene. De otra manera, habría que buscar soluciones, ideas, proyectos ocurrentes para que estos pueblos no desaparezcan con sus últimos habitantes.