Región de Murcia

La Universidad de Murcia es pionera en el estudio de la economía colaborativa

La profesora Rosalía Alfonso coordina el primer libro en castellano sobre los retos jurídicos de la actividad

Rosalía Alfonso es directora de la Cátedra de Economía Social de la Universidad de Murcia
Rosalía Alfonso es directora de la Cátedra de Economía Social de la Universidad de Murcialarazon

La profesora Rosalía Alfonso coordina el primer libro en castellano sobre los retos jurídicos de la actividad

«Es posible una gestión de las plataformas colaborativas que beneficien a quienes le crean valor, es decir, a aquellos que ofrecen los servicios y no solo a los que actúan como una sociedad de capital que invierte en un negocio». De esta forma la profesora Rosalía Alfonso, directora de la Cátedra de Economía Social de la Universidad de Murcia, defiende la posibilidad de crear plataformas en forma de cooperativas en las que proveedores y usuarios se vean compensados con los beneficios que reporta y no solo, como en las conocidas «starups», los ingresos que generan sean para un propietario, sociedad o inversor.

Un estudio sobre este nuevo sistema de producción y consumo, realizado por Alfonso, ha sido premiado recientemente por la Escuela de estudios cooperativos y es uno de los escasos artículos científicos que sobre este asunto se puede leer en castellano. Es por ello que ha impulsado la elaboración de un libro titulado «Retos jurídicos de la economía colaborativa» que verá la luz en pocas semanas y que se convertirá en la primera publicación en castellano en el que se aborda esta nueva realidad desde diversas áreas del Derecho.

La diferencia entre las plataformas cooperativas y las capitalistas reside en la titularidad de la empresa a la que se da origen. «Las starups surgidas según el modelo de Sillicon Valley simplemente han creado un producto, adoptando el grupo la forma social más conveniente a sus intereses dentro de las estructuras capitalistas. Dicho de otra manera, han creado un producto que ofrecen a proveedores y usuarios quienes, en realidad, serán los que hagan viable la compañía».

De esta forma los beneficios no repercuten en quienes hacen posible que tenga valor. En su investigación, Rosalía Alfonso asegura que es por este motivo por lo que algunas plataformas capitalistas empiezan a diseñar estrategias de recompensa a sus proveedores y usuarios, «por lo que pasa de las manos de unos pocos a las de algunos más».

En el caso de que la plataforma sea de titularidad de una cooperativa el diseño del negocio cambia. En ese caso, los interesados, ya sean conductores, anfitriones, vendedores, creadores, etc, contratan los servicios de aquellos que pueden diseñar técnicamente la plataforma, de la misma forma que una cooperativa de viviendas lo hace con una constructora. «En este caso el valor lo generan los socios-proveedores o los socios-usuarios quienes se verán beneficiados por su esfuerzo, gracias a la participación, vía retorno cooperativo, en los prósperos resultados de su actividad».

En cuanto a los problemas a los que se deba enfrentar, Alfonso asegura que son los mismos que tiene cualquier otra cooperativa. La ventaja, sin embargo, «es la filosofía propia del cooperativismo, que permite hacer verdaderamente colaborativa para proveedores y usuarios este tipo de economía».

En la actualidad la mayor parte de los estudios e investigaciones sobre el intercambio de bienes y servicios a través de plataformas digitales, son económicos y tienen como referencia el mercado estadounidense, por lo que, según la directora de la Cátedra de Economía social de la Universidad de Murcia, «ni la perspectiva abordada ni sus conclusiones pueden trasladarse al marco europeo, dada la diferente concepción de ambos sistemas». Los profesores de la UMU ya han puesto la primera piedra.