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Sevilla

De cemento armado

El Sevilla, desprovisto de gol por las lesiones, suma un trabajado punto en el campo de una Real Sociedad que no le generó demasiadas oportunidades y toma la segunda plaza

El delantero holandés del Sevilla Quincy Promes trata de asistir ante Illarramendi, de la Real Sociedad
El delantero holandés del Sevilla Quincy Promes trata de asistir ante Illarramendi, de la Real Sociedadlarazon

El Sevilla, desprovisto de gol por las lesiones, suma un trabajado punto en el campo de una Real Sociedad que no le generó demasiadas oportunidades y toma la segunda plaza

Perogrullo analizaría con total tino el partido que el Sevilla disputó ayer en Anoeta. Cuando las posibilidades de marcar, por mor de las lesiones, son entre remotas y nulas, lo mejor que puede ocurrir es empatar a cero. Eso fue lo que hizo la tropa de Pablo Machín, abnegada y solidaria, frente a una Real Sociedad que no generó tantas ocasiones como se le presupone a un equipo desesperado por ganar en casa, donde todavía no ha sumado tres puntos.

La primera noticia para Machín, otra mala nueva procedente de la enfermería, llegó en el hotel. A Ben Yedder le dolía una pierna y la delantera quedaba reducida a Andrés Muriel y Quincy Promes, sospechosos habituales a quienes en Villanueva de la Serena se les puso cara de culpables. O de algo peor. Al colombiano lo saca el entrenador al campo, es de imaginar, con la fe de quien compra un décimo de Navidad en estos días de noviembre: siempre cabe la ilusión de que toque, cómo no, pero lo normal es haya que seguir echando las mismas cuentas a final de mes. El holandés va por el mismo camino, aunque lo todavía reciente de su llegada invita a cierta prudencia. Por poco tiempo.

Lo cierto es que la primera aproximación seria del partido, tras un remate de Juanmi muy al principio al aprovechar que Arana andaba despistado, lo cual no es infrecuente, fue de Muriel, que incluso acertó con la portería realista. Estaba en fuera de juega porque Mudo Vázquez tardó mucho en darle el balón, de acuerdo, pero el VAR enseñó que la inhabilitación era por un pelo, mucho más justita de lo que pareció en directo. Fue ésa casi toda la producción ofensiva en la primera parte de un Sevilla que también dio trabajo a Moyá con un tiro lejano de Banega, más peligroso por la escasa fiabilidad del guardameta que por lo insidioso del disparo, la verdad.

La parte positiva era que, con una defensa reconstruida con Amadou como libre, Vaclik no pasaba más apuros que los que le generaba Januzaj, muy activo por el lado derecho; le dio la tarde el belga a Arana, aunque daba la impresión de ser más pinturero que dañino. El portero checo sólo hubo se intervenir en una salida fulgurante por culpa de un balón que le dejó dividido Amadou en una mala cesión, aunque puede decirse que el galo asumió bien su nueva posición, tal y como le reclama su entrenador. Rotundo en el cruce e inteligente en la lectura del juego, su único error fue ése.

Parecía que la segunda parte, a tenor de los primeros minutos, iba a ser más abierta. Navas le puso un balón de gol a Muriel que el colombiano mandó al limbo con un testarazo horripilante, de alevín que remata con los ojos cerrados. Januzaj seguía haciendo de las suyas por su costado y ponía un pase de la muerte que nadie remataba. Tanto incurría por esa banda, que el primer movimiento de Machín fue sacar a Escudero por Arana, realmente superado por la situación. Ha tenido dos meses el brasileño para hacerse con la camiseta de titular y se ha devuelto gentilmente a su dueño. Otro a quien se le terminan las oportunidades.

El plan del Sevilla era diáfano: resistir atrás y cazar una contra. Sólo salió la primera parte del mismo, gracias al buen partido que se marcó el trío de centrales, a quienes apenas si descompuso la irrupción del pundonoroso Sandro, un viejo conocido que se plantó delante de Vaclik, en la ocasión más clara para la Real, pero se trastabilló antes de chutar y por poco si parte la crisma al clavar su pie en el césped y salir despedido en escalofriante cabriola. Tras verlo levantarse indemne, la gente respiró aliviada y se pudo echar unas risas, porque el guarrazo fue de auténtico campeonato.

Contragolpes prometedores armó varios el Sevilla, pero todos morían en la inoperancia de los atacantes, especialmente Promes, que se empeñaban en chocarse contra los defensores en lugar de temporizar para que se incorporara la segunda línea. Tampoco estuvo lúcido Banega en la salida más clara, a falta de tres minutos, pues tardó demasiado en habilitar a Roque Mesa y no pudo el canario sacar un disparo cómodo. Hubiese sido un tanto injusto, la verdad, traerse el «jack-pot» de los tres puntos con tan poquitas intenciones ofensivas. O, mejor escrito, con la nula calidad de quienes las debían convertir.

0- Real Sociedad: Moyá; Aritz, Llorente, Moreno, Theo; Illarramendi, Zubeldia, Januzaj; Oyarzabal (Zurutuza, min. 63), Juanmi (Sandro, min. 69) y Willian José (Jon Bautista, min. 88).

0.- Sevilla: Vaclík; Sergi Gómez, Amadou, Carriço; Guilherme Arana (Escudero, min. 65), Franco Vázquez, Banega, Jesús Navas; Sarabia, Luis Muriel (Roque Mesa, min.71), Quincy Promes.

Árbitro: Prieto Iglesias (Navarra). Amonestó a Theo, Jesús Navas, Amadou y Roque Mesa.

Incidencias: Partido de la undécima jornada de la Liga disputado en el estadio de Anoeta ante 24.882 espectadores.