Sevilla
«Pilas horror story»
El clima en el municipio sevillano, una de las cunas de la aceituna de mesa, se asemeja al de la exitosa serie americana que recrea las leyendas de terror de Estados Unidos. «Pilas Horror Story». Dos bebés congelados al nacer por una presunta filicida y una recién nacida sin que, al parecer, ni su marido conociera el embarazo –como supuestamente pasó en los dos infanticidios– son la prueba empírica de que cuando la realidad se pone con ello, la ficción no puede hacerle ni sombra. En Pilas se ha desatado –si no el de excepción, casi– el estado de rumor. Hasta de una red de tráfico de órganos se habla.
Pilas pasa por uno de los pueblos más tranquilos del Aljarafe, con un bajo índice de delincuencia. Fuentes vecinales describen la actual situación que se vive en el municipio como «depresiva». El entorno está enrarecido. Al suceso de la ya conocida como «casa de los horrores» se suma, en fechas previas recientes, «la muerte de una chavala de unos 20 años por un problema pulmonar cuando daba el pecho a su bebé» y «un accidente de otra joven, que se mató». Pilas está de luto.
Sara López, la acusada por el doble infanticidio, aseguró al juez que vivía con «miedo» a su marido, por las vejaciones e insultos que recibía. La acusada insiste en que no recuerda el segundo parto ni si escondió el cuerpo en un congelador de arcón y en que su esposo nunca supo nada. La detenida por asesinato con alevosía únicamente admite ser la madre del primer bebé aparecido y que lo ocultó porque no quería «desprenderse de él». Acusó a su marido, Francisco Antonio H. L., de maltratarla psicológicamente durante años en su declaración tras el primer caso en el juzgado de Primera Instancia e Instrucción 3 de Sanlúcar la Mayor. No obstante, nunca alertó a los servicios sociales. Según la presunta parricida, ocultó el embarazo a todo su entorno, parió en su casa y por sus propios medios. Durante el registro, Sara no dijo ni una palabra. Apenas que no recordaba nada relacionado con este segundo suceso. Su marido compareció «destrozado». Los dos bebés, según la autopsia, fueron congelados vivos. El juez le ha dado la custodia de la recién nacida al padre y la madre ha recurrido para que recaiga en su familia.
El abogado de Sara, Manuel Caballero –que ya defendió a Samuel Benítez en el caso Marta del Castillo–, pidió «prudencia» y que no se olvide a los dos hijos del matrimonio, de 14 y 10 años, por los que hay que actuar «con mucha sensibilidad y con discreción».
En Pilas describían a Sara como «una buena madre». Se le reconocían rarezas, pero, aseguran, jamás se le vio un mal gesto hacia sus hijos. Insisten en resaltar que era una mujer «normal», sin ningún síntoma de desequilibrio psíquico ni retraso cognitivo y con una conversación de lo más corriente. Era «tímida» y «reservada» y trabajaba en un centro de mayores de Castilleja de la Cuesta. Su situación económica era buena, pese a que su marido, de profesión albañil, llevaba un tiempo en paro. Fuentes cercanas a la familia aseguran que es «buena gente» y que, sobre todo desde que cayó en el desempleo, es habitual verlo en el bar. La relación de la pareja, en cualquier caso, «no era buena» desde «hace meses».
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