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Se llamaba José María

La Esperanza Macarena / Foto: Manuel Olmedo
La Esperanza Macarena / Foto: Manuel Olmedolarazon

Sevillano, en la tierra de María Santísima, se fue anoche, volando por los tejados, sorteando estrellas sin molestar, silenciosamente, hasta encontrar su sitio muy cerquita de D. Miguel Mañara, y la Macarena su gran Amor.

Porte noble, y sonrisa pronta, ese hombre especial vivía para hacer felices a todos a su alrededor: excelente esposo, y padre, defensor de la familia que creó junto a Pilar su mujer, dando ejemplo a doquier.

Lo hacía con humildad, con esa delicadeza de perfecto cristiano, que quitaba importancia a las virtudes vividas. Practicaba la religiosidad sin ambages, con señorío íntegro que no molestaba al pobre de a pie, porque sus palabras eran justas y cariñosas.

Tuve la suerte de conocerle bien, siempre nos socorrió en las labores de Pro-Vida, en casos difíciles, que solucionaba abrochándose la chaqueta, con manos de prestidigitador, tomando de un saco invisible, comida para nuestras madres y bebés necesitados.

Creo firmemente que allí arriba, entre blancas nubes, como su corazón limpio, recibirá un gran premio, llevado con miles de voces de angelotes que le acompañarán, con paso solemne a primera fila, del anfiteatro llamado Eternidad y desde allí, seguirá mandando consuelo y comida a los niños y ancianos, como siempre hizo en vida.

Gracias José María Gamero, caballero si los hay, te recordaremos siempre como amigo protector, quizás alguna noche las alas sobrevolarán “La Caridad”, tu segunda casa, porque has cruzado el sendero de la Gloria bien merecida, envuelto en el noble porte, la sonrisa, que hizo felices a tu familia, amigos y los cientos de necesitados, que socorriste como hermano.

Hasta siempre José María, no te has ido del todo, sigues prendido entre los corazones sobre el azul y el albero sevillano a los pies de la Macarena.

*Rosa Ciriquián Costi es presidenta de Pro-Vida Asdevi Sevilla