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Lori Meyers crea un monstruo
La banda presenta candidatura al podio del pop español con «Impronta», su nuevo disco
Hace tres años, Lori Meyers era un grupo en clara línea de popularidad ascendente en España a base de canciones melódicas sesenteras. En algún medio especializado les llamaban los nuevos Brincos, pero ellos publicaron «Cuando el destino nos alcance», un disco con predominio de sintetizadores. Algunos se llevaron las manos a la cabeza, pero aquel trabajo les lanzó a un público mucho más amplio. Se volvieron omnipresentes en los festivales españoles y el grupo se convirtió en la única vida posible de los miembros de la banda durante tres años. Ese Frankenstein musical lo devoró todo y, al volver a casa en Granada, de los restos del naufragio ha salido «Impronta», su esperado nuevo álbum.
«En realidad son ya diez años de gira muy intensa. Cuando pasan, vuelves a casa y tu novia, que estaba, ya no está. Te quedas solo porque has estado ausente todo ese tiempo. Te levantas de la cama y te queda... Lori Meyers. Por eso, puestos a hablar de conceptos para el álbum, el más sincero que podíamos utilizar era la pareja», dice Antonio López «Noni», voz del grupo, sobre las experiencias que dominan los doce cortes del álbum. «Bueno, en realidad hemos dejado nosotros a nuestras novias por otra. Se llama Lori Meyers y está buenísima», dice Alfredo por quitar dramatismo.
Subir el escalafón
Una vez que ese proyecto musical con nombre de mujer engulle tu vida, hay una sola decisión que alguien en su sano juicio tomaría. Ir con los amigos que componen ese proyecto a una casa en el campo, a tocar la guitarra, comer queso y jamón, y estar «de fiesta» sin molestar a los vecinos. ¿Qué otra cosa se puede hacer? Ah, sí, grabar un disco que es «número uno» en iTunes. «Impronta» es la explicación de que Lori Meyers es nuestra vida. En el grupo somos amigos desde siempre y pasamos mucho tiempo juntos. Pero últimamente sólo nos veíamos para tomar decisiones, hablar de trabajo, ensayar, subir a la furgoneta. Ni siquiera tocábamos juntos la guitarra por entretenimiento: sólo para ensayar», sigue Noni. En este tiempo, han ido subiendo en el escalafón de horarios y pasando de los escenarios pequeños a los grandes, por ejemplo, del festival de Benicàssim, que es un termómetro de los progresos de un grupo en la escena. «Aunque cuando tocábamos en una carpa por la tarde o de teloneros en la Moby Dick de Madrid también éramos muy felices», tercia Alejandro.
Las canciones se compusieron y se grabaron en el campo. Una banda con «tres cabezones» a los mandos, como dicen, y con dos productores casi de mundos opuestos... ¿fue la guerra? «Tanto Sebastian Krys como Ricky Falkner han contribuido al debate por el bien de las canciones y del grupo. Trabajaron sin egos, por amor a Lori Meyers», señala Alfredo. El resultado es que las armonías vocales siguen ahí, sus melodías señeras están tan presentes como al principio. Hay mucho de lo mejor de su discografía: letras en primera persona, guitarras, sintetizadores, pausas, medios tiempos y «crescendo»... Los de Granada lo tienen claro: «El grupo nos ha quitado cosas, pero nos ha dado un enorme aprendizaje, porque la manera de hacerlo no es hablar en un bar de que tienes un grupo, sino hacerlo en el escenario», asegura Noni. Ni siquiera han necesitado escuchar discos. «Preferíamos estar a gusto, riendo, y poníamos ''La Barbacoa'' y ese tipo de canciones cuando se nos hacía tarde (risas)», dice Alfredo. Son muy activos en las redes sociales y se han vuelto poco permeables a las opiniones, como las que levantaron algunas iras con el cambio en el sonido del anterior disco. «A mí también me ocurre con los grupos que me gustan, que van hacia un lugar distinto y me decepcionan. Pues no pasa nada, Lori Meyers no puede gustarle a todo el mundo», apunta Noni. «Como artistas estamos en la obligación de mejorar y disfrutar cada vez más y aportar algo a la música. No se nos pasa por la cabeza imitar los temas que han gustado, como ''Alta fidelidad'' o ''Mi realidad''. Queremos investigar», dice Alfredo. «Nos gusta que de cada disco se nos quede una espina clavada, porque de esa espina sale el siguiente», dice Noni, sobre la vida o la música.
Ellos solos
«Lo que más nos ha costado de la producción del disco ha sido hacer las cosas nosotros. Era más fácil que llevásemos la logística antes que una multinacional llame para quedar para comer o reservar hoteles. Nosotros conocíamos a la muchacha del hotel...», explica Noni. «Lo que pasa es que eso de hacer presupuestos no es lo nuestro (risas)», añade. La relación entre los productores del disco fue muy buena: «Tienen una gran cultura musical, y, sobre todo, mucha psicología», apunta Alejandro. «Estamos aprendiendo para no necesitar más productores algún día. O puede que no nos aguanten más».
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