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Lotería

De ganar el Gordo a arruinarse: Tamara y su familia se llevaron 800.000 euros y ahora tienen más de 20.000 en deudas

Son muchas las historias de agraciados con la Lotería de Navidad que acaban perdiendo el premio por no saber gestionar una cantidad tan elevada de dinero

Premios del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad 2024 en Andalucía Joaquin CorcheroEUROPAPRESS

Tamara tenía apenas 15 años cuando su vida cambió de golpe. Era 2010 y estaba en casa con su abuelo cuando, de pronto, empezó a escucharle gritar desde el salón. "No puede ser, no puede ser", recuerda en Y Ahora Sonsoles. El Gordo de la Lotería de Navidad había caído a dos pasos de su casa, en el bar de su barrio. Su padre y su abuelo ganaron 800.000 euros.

Hasta ese momento, el padre de Tamara trabajaba como albañil. Con el premio en la mano, la familia tomó dos decisiones rápidas: reformar la casa en la que vivían y cumplir el sueño del padre, que siempre había querido emprender.

"Decidimos arreglar la casa en la que vivíamos, la reformamos entera y mi padre decidió que él quería emprender", explica Tamara en el programa de Antena 3. Sin experiencia previa en hostelería ni en gestión empresarial, optó por abrir un bar.

El local era de alquiler y estaba en muy mal estado. "Estaba totalmente destrozado y lo dejó espectacular, era precioso, no le faltaba de nada", cuenta.

Animado por la primera aventura, el padre de Tamara se lanzó incluso a abrir un segundo bar en el pueblo de al lado. Ese, asegura ella, duró poco: "Por suerte no metió ningún dinero, lo abrió y tal como lo abrió, al tiempo lo cerró".

El primer local sí aguantó más: "Lo aguantamos hasta 2016", relata. Sin embargo, las bases del proyecto estaban llenas de grietas. Por un lado, la falta de formación y planificación: no hubo estudio de viabilidad ni análisis del flujo de gente ni asesoramiento profesional. Por otro, una política de gastos muy generosa, especialmente en plena crisis económica.

"Creo que los sueldos que puso a mucha de la gente eran desorbitados", señala Tamara. Su padre, cuenta, lo hacía prácticamente todo y no controlaba ni costes ni márgenes.

Durante un tiempo, el bar se llenaba. "Hubo temporadas que estaba aquello llenísimo", recuerda. Pero la bonanza fue pasajera: "Con el tiempo la gente fue empezando a tener menos dinero y con ello cada vez había menos gente".

Un bar vacío y el regreso a la obra

A medida que caía la clientela, el negocio empezó a tambalearse. Los gastos fijos seguían ahí: alquiler, suministros, proveedores, nóminas. Para poder sostenerlo, el padre de Tamara tuvo que dar marcha atrás y volver a la obra mientras su hija se quedaba sola al frente del bar.

"Hubo un momento en el que me tuve que quedar yo 100% desde por la mañana hasta por la tarde para que mi padre se pudiera ir a trabajar de albañil otra vez, para poder ir ingresando lo que era el alquiler y comprar lo que necesitas en un bar", relata.

El bar terminó cerrando. Hoy, lejos de aquella lluvia de dinero, la familia arrastra más de 20.000 euros en deudas y el padre ha regresado definitivamente a su antiguo oficio de albañil.