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La nutrigenética como herramienta contra la obesidad y el sobrepeso
Dra. María Dolores Saavedra Ontiveros, Médico Especialista en Genética y endocrinología. Experta en Nutrigenética
La pandemia de COVID-19 nos ha traído nuevos conocimientos, como lo que significa una PCR, que es una metodología empleada para analizar los genes, en este caso del virus. Pero esta metodología ya se ha aplicado, desde hace varios años, para conocer los genes de una persona (el genotipo), lo que hace que ya contemos con las herramientas para estudiar y prevenir la otra pandemia de este siglo: la obesidad, la diabetes y el sobrepeso. Esto es importante porque la variabilidad genética interindividual es un determinante crítico de los distintos requerimientos nutricionales de cada persona, así como de la respuesta a distintos factores ambientales relacionados.
Del conocimiento de la relación entre los genes y el medio ambiente ha nacido una nueva área del conocimiento: La genómica nutricional, que implica el estudio conjunto de la nutrición y el genoma. De esta relación surgen dos disciplinas conocidas como “Nutrigenética” y “Nutrigenómica”.
La nutrigenética estudia la respuesta que presenta cada individuo a los diversos componentes de la dieta en función de sus propios genes, lo que produce distinta respuesta clínica a los mismos nutrientes. Por el contrario, la nutrigenómica estudia los efectos de los componentes de la dieta sobre la expresión de los genes individuales de cada persona. En resumen: La nutrigenética va del gen al nutriente mientras que la nutrigenómica va del nutriente al gen.
Nuestros genes tienen su origen en el paleolítico cuando apareció el Homo sapiens. Desde entonces han evolucionado hasta llegar a lo que somos hoy, pero esta evolución ha durado millones de años, durante los cuales la humanidad ha pasado por verdaderas épocas de escasez de alimentos o hambrunas. Por tanto, para sobrevivir, los genes menores (polimorfismos) han evolucionado hacia el ahorro metabólico, es decir hacia la producción y almacenamiento de grasa que permitió a nuestros antepasados sobrevivir en épocas de penuria. Aquel que podía comer más y era más fuerte resistía a los inviernos y tenía hijos que heredaban estas características.
Este ahorro metabólico funcionó como una fuerza evolutiva de acuerdo con los principios de Darwin: supervivencia del más fuerte y mejor adaptado. Estos genes se llaman “ahorradores” porque favorecen el ahorro de energía en forma de grasa.
Actualmente existe prevalencia del genotipo ahorrador, ya que todos los que vivimos ahora somos descendientes de supervivientes del hambre, por lo que hemos heredado algunos de estos genes ahorradores, pero el desfase entre la evolución –que tomó siglos– y el desarrollo tecnológico –que apenas ha llevado más de 100 años– ha favorecido el acúmulo de grasa y la epidemia de obesidad y diabetes que se padece en este siglo XXI.
Por otra parte, algunos de estos genes ancestrales se mantienen sin cambios hasta la actualidad, de modo que no están adaptados para metabolizar las harinas y azúcares refinados ni los alimentos procesados, lo que también favorece la obesidad, la diabetes y el sobrepeso
A la fecha hay descritos casi 300 genes humanos objeto de análisis de los estudios nutrigenéticos, muchos de ellos correspondientes a genes candidatos, aún no comprobados y cuyo mecanismo de acción se desconoce. De estos estudios pioneros de han desarrollado estudios de nutrigenética, con los cuales ya contamos de forma sencilla y sistemática en nuestro país, y que reconocen los genes prevalentes en la población española. Cabe señalar que la presencia de los genes no implica necesariamente que estén activos, ya que pueden activarse y desactivarse modificando el medio ambiente (dieta, actividad física, estrés oxidativo, etc).
Además, no se trata de una prueba diagnóstica, sino de estimación de riesgo genético en base a la determinación de la carga genética conocida, para ponderarla en razón a los factores ambientales particulares de cada paciente. Eso permite establecer un pronóstico más certero en relación a las medidas terapéuticas establecidas, personalizando el tratamiento. De esta forma es factible detectar la población de riesgo y tomar medidas preventivas que disminuyan la intensidad o eviten la aparición de estas comorbilidades, por lo que se considera un estudio predictivo y preventivo. Por otra parte al conocer qué genes están implicados en cada persona y su mecanismo de acción, es más fácil adaptar una dieta individualizada para lograr la “Nutrición de Precisión” como la preconiza el Dr. Ordovás, experto en la materia.
En resumen: el genotipo orientado al ahorro de energía que proporciona una mayor eficiencia en el mantenimiento del tejido adiposo se denomina “genotipo ahorrador”, y representó una ventaja adaptativa en el pasado, pero en un entorno alimentario accesible y rico se ha convertido en mala adaptación, es decir, en enfermedad.
La obesidad es una causa importante de morbilidad y mortalidad, debido a la relación directa existente entre el sobrepeso y la susceptibilidad a muchas enfermedades degenerativas, entre las cuales destaca la diabetes tipo 2. El sobrepeso es además un factor de riesgo independiente para la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, alteraciones respiratorias, depresión, problemas en las articulaciones y ciertas enfermedades de la piel, pero actualmente contamos con esta valiosa herramienta que nos permite tratar y prevenir la obesidad y el sobrepeso.
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