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Electrificación: clave para la independencia energética de Europa

El conflicto en Ucrania ha agudizado la escalada de los precios del gas, disparando la factura energética de hogares y empresas en toda Europa. Conseguir la autonomía energética gracias a la electrificación y las energías limpias es el reto al que se enfrenta el Viejo Continente para dejar atrás las presiones y amenazas sobre su economía y su modelo social

Electrificación independencia energética Europa
Electrificación independencia energética Europalarazon

La guerra entre Rusia y Ucrania ha sido la gota que ha colmado el vaso del mercado energético. Desde los primeros días de la contienda, los precios del gas y otros combustibles fósiles se han disparado a niveles nunca vistos, arrastrando tras de sí el precio de la energía. En el epicentro de esta tormenta se encuentra el gas natural, que en Europa procede en su mayor parte de Rusia. En concreto, supone un 40% de lo que consume, lo cual genera una alta dependencia energética que está siendo usada, además, como herramienta de presión y desestabilización política. Pero, ¿cómo escapar de ésta?

Más renovables y más rápido

Hace unos días, la Comisión Europea sacó a la luz pública un documento que analiza las medidas a tomar para disminuir la dependencia energética de los 27 y conseguir una energía más asequible, segura y sostenible. La primera línea de acción que propone es –a través de los fondos de recuperación– impulsar aún más el desarrollo de las fuentes renovables como sustitutas del gas para acelerar la transición energética que ya está en marcha. Pasar de un modelo contaminante a uno más limpio.

Esa es la auténtica revolución que Europa lidera desde hace años y que busca transformar la energía que mueve el mundo, la apuesta diferencial por combatir el cambio climático y alcanzar un horizonte eléctrico y renovable. Y parece que la coyuntura actual podría convertirse en una palanca para acelerar ese tránsito hacia un futuro energético independiente y respetuoso con la naturaleza.

Energía renovable, la riqueza de España

Por el momento, la realidad es que más del 80% del gas natural y cerca del 95% del petróleo que consumen los europeos es importado. Esto nos somete a una enorme volatilidad en los precios de las materias primas y condiciona nuestras economías. Sin embargo, y aquí está la clave, la mayor parte de los países que dependen del crudo poseen una gran capacidad de generación de energías limpias. De hecho, el World Energy Transitions, International Renewable Energy Agency, apunta que «todos los países tienen potencial para producir energía renovable y ganar así seguridad e independencia energética».

Sin ir más lejos, este es el caso de España: un país rico en sol y viento, pero no en combustibles fósiles, que compra a terceros países. Esto la convierte en una nación dependiente energéticamente de naciones como Argelia (de donde proviene el 35% de nuestro gas natural), de la OPEP (a los que compramos el crudo) o de Rusia, que a través de presiones geopolíticas desestabiliza los mercados internacionales, presionando los precios al alza.

La presente crisis creada por la agresión a Ucrania lo ha dejado claro: el porcentaje de gas importado desde Rusia hasta España es del 10,7%, según los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos. Parece poco, y sin embargo ha significado lo suficiente como para alterar gravemente los precios del mercado energético y crear un efecto dominó. A través de la inflación, se impacta en la vida diaria de cada español y de cada europeo, que ven cómo sus ahorros valen menos y cómo buena parte de los productos y servicios que compran son más caros. Por tanto, la gran alternativa estratégica para el futuro de España y de toda Europa son las fuentes renovables.

Hay que señalar que ya ha habido avances en este sentido. La energía eólica se convirtió en 2021 en la principal fuente de generación eléctrica de España, aportando el 23,3% de los kilovatios producidos. Y la energía procedente del sol también se ha multiplicado hasta suponer casi el 10% entre fotovoltaica y térmica. En estos momentos, la mitad de la energía eléctrica en España se produce ya con fuentes de generación renovables. Sin embargo, aún queda recorrido hasta alcanzar el objetivo de descarbonizar la economía para 2050.

La electrificación con renovables, más barata

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Además de los beneficios para el medio ambiente, lo cierto es que otra de las ventajas de la electricidad producida por fuentes renovables es que es más barata. Además, cuanta más generemos, menos tendremos que importar combustibles fósiles de otros países. De toda la subida del precio de la luz de 2021 (+230%), un 85% se debió a la escalada de los precios del gas. El resto, un 15%, se produjo por la subida de los costes de los derechos de CO2. Por tanto, cuanto antes lleguemos a esa economía eléctrica, antes dejaremos atrás los vaivenes de los precios.

Hay hándicaps que pueden desanimar esta apuesta por la electrificación, como la actual volatilidad de los precios o la inversión inicial que puede conllevar. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los beneficios económicos que trae consigo serán, en el medio plazo, mucho más amplios que la inversión. De hecho, no hay más que mirar los datos de desarrollo de proyectos de autoconsumo en nuestro país: en 2021, tuvo un crecimiento del 85%, según las cifras de la patronal de renovables APPA. En concreto, el sector residencial acaparó el 22% del total de las instalaciones. ¿Por qué? Porque uno de los mayores beneficios de instalar paneles solares es el abaratamiento de la factura energética. Y esto aplica a todos los sectores, tanto al pequeño consumidor como a la gran empresa o al transporte y la movilidad.

Además, el desarrollo tecnológico ha logrado que se innove enormemente en los materiales que componen las placas, lo cual ha hecho que la fotovoltaica sea mucho más competitiva económicamente; incluso con respecto a las fuentes fósiles, de acuerdo con IRENA (International Renewable Energy Agency). De hecho, gracias a la investigación, la capacidad fotovoltaica global ha aumentado de 40 GW en 2010 a 580 GW en 2019. Los mismos organismos energéticos aducen, además, que si las dos primeras décadas del siglo XXI han sido para las energías renovables, la década 2020-2030 será para llevar a cabo la electrificación a través de estas y conseguir la neutralidad energética en 2050, abandonando lo más rápido posible el gas y los combustibles fósiles.

Nos encontramos, pues, en un momento clave, en el que abandonaremos un modelo basado en los combustibles fósiles. Un modelo que, si bien ha traído una enorme prosperidad y desarrollo, también está mostrando graves desventajas tanto en el corto-medio plazo como en el largo, generando una crisis climática que ya está aquí, además de una dependencia energética de la que ahora vemos sus consecuencias: inestabilidad económica, social y política. Así pues, la electrificación es clave para la emancipación energética, pero también para nuestro modelo democrático. Apostar por la electrificación es apostar por el futuro de España y de Europa.

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