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¿Puede un calcetín ayudar a salvar el medio ambiente?
Calcetines Mingo, empresa centenaria burgalesa de 25 trabajadores, se ha alzado con el premio Pyme del Año de la provincia de Burgos que otorgan Banco Santander y la Cámara de Comercio por su carácter innovador y sostenible
Pradoluengo es un municipio de Burgos de 1.200 habitantes que forma parte de la comarca de Montes de Oca, junto a lo que popularmente se conoce como La Rioja Alavesa. Además de su bonito emplazamiento a nivel paisajístico, es un referente en la industria textil desde finales del siglo XVI.
Mientras que la mayoría de municipios castellanoleoneses viven en gran parte del cultivo del cereal, Pradoluengo resultó ser un lugar idóneo para explotar otro tipo de industria gracias a sus materias primas, como la lana merina, y al río Oropesa, principal fuente de energía. Así, surgieron batanes de lana, talleres y fábricas de tejidos que poco a poco consiguieron hacer del pueblo una gran fábrica con capacidad de emplear prácticamente a todos sus vecinos. A finales del siglo XIX, el municipio burgalés vivió su época de mayor esplendor fabricando boinas y calcetines para toda España.
Sin embargo, la entrada de competidores extranjeros y, en general, todos los cambios que ha sufrido el sector textil a lo largo del siglo XX, afectaron de manera definitiva a la industria de Pradoluengo. Muchas de estas fábricas se vieron obligadas a echar el cierre y, como en tantas otras zonas de la España rural, gran parte de su población tuvo que abandonar el municipio en busca de nuevas oportunidades laborales. Tanto es así que en los últimos 15 años el pueblo ha perdido la mitad de su población.
Calcetines Mingo, un ejemplo de superación
Afortunadamente, el municipio conserva su título de “pueblo de los calcetines” gracias a una empresa que se ha mantenido a flote: Calcetines Mingo. Fundada en 1914 por Avelino de Miguel, ha pasado de padres a hijos hasta la fecha, y ya está en manos de la cuarta generación de la familia.
En 1999 se puso al frente de la compañía José Manuel Mingo. Entonces solo quedaban dos empleados. Mingo enseguida se dio cuenta de que era fundamental mirar hacia adelante y dar un giro que consiguiera reflotar el negocio artesanal de su familia y la seña de identidad de su pueblo. “Más que una evolución yo diría que ha sido una revolución - explica Mingo -. Nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar casi todo por completo, que teníamos que especializarnos en un producto de alta calidad para poder competir”.
Su apuesta por la innovación, pero manteniendo la tradición familiar, así como su impulso a la economía local no solo hacen que la familia Mingo mire con esperanza al futuro: también han conseguido que su esfuerzo se reconozca y sirva de ejemplo para otros negocios en zonas despobladas. Es por eso que Calcetines Mingo ha sido reconocida como Pyme del año de la provincia de Burgos 2021, galardón que otorgan la Cámara de Comercio y Banco Santander. Este premio es otra muestra del compromiso que la entidad financiera mantiene con pequeñas y medianas empresas desde hace años. Prueba de ello son los 4 millones de clientes pymes con los que cuenta.
“Ha sido un orgullo y la gente nos lo transmite en el pueblo, ha hecho mucha ilusión - relata el gerente de la empresa - . Venimos de un sector que ha desaparecido casi en su totalidad, así que de alguna manera esto afianza nuestro proyecto de futuro y nos da una visibilidad que realmente necesitamos. Iniciativas como la de la Cámara de Comercio y Banco Santander para premiar a empresas de nuestro tamaño en la provincia de Burgos son muy importantes”.
Gracias a esta visión innovadora y al cariño a la tradición textil, Calcetines Mingo cuenta a día de hoy con 25 empleados que producen alrededor de 2 millones de calcetines por año. Se estima que alrededor del 25% del consumo de calcetines en España se produce allí. Amaya Pereda es una de las trabajadoras de la compañía burgalesa. Procede de una familia dedicada al sector textil, por lo que ella decidió probar suerte.
No solo disfruta del trabajo y del ambiente laboral, además está contenta de poder vivir en Pradoluengo. “Se necesitan empresas como esta, que nos permitan tener una vida en el pueblo, que ayuden a que la gente joven se pueda quedar aquí”. Y es que este es uno de los principales objetivos de la empresa, que haya trabajo estable y de calidad para conseguir que la población se quede y luchar así contra la tendencia de algunas zonas rurales a quedarse vacías.
“Para que la gente no emigre a las capitales tenemos que mantener los pueblos y eso solo se consigue con puestos de trabajo que atraigan servicios y otras empresas”, recalca Ángel Martín, ex empleado de Calcetines Mingo, jubilado hace poco más de un mes, que ha dedicado toda su vida a trabajar en el sector textil.
FreeWaves, innovación y conciencia medioambiental
A lo largo de estos años, Calcetines Mingo ha sabido adaptarse a los nuevos sistemas productivos para continuar siendo competitivos en el sector: maquinaria más eficiente, materia prima de gran calidad e investigación constante para conseguir un producto final tecnológicamente muy avanzado.
“Tuvimos que hacer inversiones muy fuertes. Diría que hemos pasado por tres revoluciones desde 1999. - señala -. Yo empecé a hacer calcetines con máquinas 100% mecánicas, luego pasamos a la semi electrónica y ahora estamos trabajando con máquinas que sacan el calcetín terminado directamente, cosido punto por punto sin costura”.
En su actual producción destaca la colección FreeWaves, una serie de calcetines que presume de limpiar océanos. Y es que estas divertidas prendas están fabricadas a partir de un hilo de poliéster que se consigue gracias a los materiales reciclados de los mares Cantábrico y Mediterráneo.
“Esta idea surgió porque contactamos con un proveedor que estaba trabajando con este tipo de hilo y nos pareció una idea fantástica, así que lo adaptamos a nuestro producto - explica Mingo - . Es importante saber que el plástico que está en los mares no se limpia, se degrada hasta convertirse en microplásticos que, cuando se evaporan, caen en forma de lluvia. De hecho, se ha encontrado plástico, por ejemplo, en el Himalaya. Nosotros solo podemos poner un granito de arena, pero al menos es un granito de arena en la dirección correcta”.
Y así es. Con esta iniciativa Calcetines Mingo contribuye a la protección y preservación de los entornos marinos y de aquellas especies que se ven amenazadas, ya que por cada par de calcetines se retira el equivalente a una bolsa de plástico del mar. Su diseño, que está triunfando en toda España, rinde homenaje a esa biodiversidad a través de 18 modelos diferentes donde aparecen estos animales que se encuentran en peligro. " Es una apuesta de futuro. Ayudar a los mares, a la tierra. No estropear los recursos que tenemos. Reutilizar”, concluye.
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