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Un programa español de educación digital transforma la educación en Chile

A pesar de ser un país avanzado en el que el gasto público en educación y la renta per cápita es superior a otros países de la zona en que se encuentra, Chile sigue mostrando una gran brecha socioeconómica.

Esta brecha impide que muchos de los niños del país puedan acceder a una educación de calidad, puesto que esta suele reservarse únicamente para los centros privados. 

ProFuturo es un programa de educación digital que busca transformar la experiencia de aprendizaje de niños y adolescentes en entornos vulnerables y remotos.

El 4º Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas establece que se debe “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, promoviendo oportunidades de aprendizaje durante toda la vida”.

Sin embargo, a lo largo y ancho del mundo, existen muchos lugares a los que la educación no llega como debería. Muchos niños no tienen acceso a una educación de calidad; otros abandonan prematuramente el sistema educativo. 

Es en estos lugares donde la brecha educativa actúa como freno para las personas, haciendo que aquellas con un menor nivel educativo sean más vulnerables en el entorno, impidiendo así la movilidad social.

En Chile, cerca de 40.000 niños, niñas y adolescentes en edad escolar abandonaron sus estudios solo en 2021. Más de 7.000 jóvenes desertaron del sistema escolar en 1º. medio, el nivel con mayor índice de abandono. Además, 1 de cada 10 estudiantes no logra terminar sus estudios secundarios.

Para romper con esta inercia  e implantar una mayor justicia educativa, el programa ProFuturo, que está impulsado por Fundación Telefónica y Fundación “la Caixa”, está presente en centros educativos de zonas vulnerables para mejorar la educación y fomentar la igualdad de oportunidades.

De este modo, ProFuturo actúa en más de 40 países de Latinoamérica, el Caribe, África y Asia y ha beneficiado a más de 23 millones de niños y 1,1 millones de docentes.

En el caso de Chile, ProFuturo actúa desde su llegada en 2018 fortaleciendo el acceso a dinámicas educativas innovadoras, desarrollando metodologías activas en educación digital para sus docentes. 

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La iniciativa tiene presencia en 233 escuelas públicas y privadas, distribuidas en 8 regiones del país, a través del modelo integral y en 1.687 centros educativos mediante el Aula Virtual. Todos los centros cuentan con algo en común: un índice alto de vulnerabilidad.

En cuatro años, el programa ha beneficiado a más de 764.000 niños y formado a casi

59.000 docentes. La inversión de ProFuturo a favor de la educación en Chile ha sido de casi 6 millones de euros desde 2018.

Todo lo anterior demuestra que es posible reducir la brecha educativa. Ejemplo de ello son las siguientes historias.

“Somos una escuela vulnerable”

Elisabet Olivares, es docente en el colegio Los Héroes de Yungay de Santiago de Chile. Su centro es una escuela pública que, desde su fundación en el año 1987, ha ofrecido los cursos desde Kinder hasta Octavo año Básico. 

Los niños que aquí acuden viven, junto a sus familias, con un alto riesgo de exclusión social. Su barrio, el de La Granja, es uno de los más deprimidos de la capital.

Ahora, gracias a ProFuturo, los alumnos de Elisabet pueden estudiar y aprender con tabletas prestadas que motivan su interés. “Somos una escuela vulnerable, de escasos recursos. Tener una tablet para ellos es una maravilla, y para nosotros también. Al ser un colegio público no contamos con recursos que lleguen así fácilmente, así que este aporte de ProFuturo ha sido maravilloso”, comenta la docente a EFE.

Familiarizarse con este tipo de dispositivos electrónicos es algo muy positivo para reducir otra brecha: la digital. Esta diferencia, de origen económico, se disparó y fue especialmente visible durante la pandemia. Hoy muchos niños la siguen sufriendo en lugares del mundo como La Granja.

“De alguna manera también les estamos orientando de que este recurso no es solo jugar, también (sirve) para poder aprender, con su propia iniciativa, investigando temas. Les enseña cómo utilizar de forma responsable la tecnología”, explica Elisabet a EFE.

Este tipo de aprendizaje, además, estimula aptitudes que podrían ser muy útiles el día de mañana a la hora de buscar salidas profesionales. Como la profesora comenta, son especialmente ventajosas para ayudar a “crear, investigar, resolver problemas, que cuestionen, un pensamiento más crítico. Creo que de esta forma les estamos guiando a futuros científicos, desarrolladores. El mundo está esperando esta generación”, comparte.

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Isla de Fuego: que nadie se quede atrás

En la zona más austral del país chileno, por debajo del paralelo 53, se encuentra Porvenir, capital de Tierra del Fuego

En su día la zona fue escenario de la fiebre del oro; hoy, es un entorno con un tiempo atmosférico algo difícil, tan remoto que la fibra óptica no llegó hasta este mismo año. En este lugar se encuentra el pequeño Liceo Hernán de Magallanes, el centro educativo más austral del planeta.

Más de 300 niños y 32 docentes acuden cada día a la escuela a estudiar e impartir, respectivamente, de forma holística gracias a una iniciativa de ProFuturo. Magdalena Brier, directora general de ProFuturo, explica que “los beneficios de este método híbrido, holístico, mezcla la tecnología y la enseñanza presencial tradicional, son evidentes y casi inmediatos”.

Este proyecto llegó al Liceo en 2020, por medio de la formación docente en modelo abierto. Más recientemente, en 2022, con la llegada de la fibra óptica, ProFuturo pudo beneficiar directamente a los estudiantes a través del Aula Virtual, una comunidad online en la que acercar experiencias de pensamiento computacional, programación e inteligencia artificial.

Javiera Recabal tiene 15 años y es alumna de este centro. Esta joven celebra tener esta posibilidad ya que “son otros tipos de actividades que no se ven todos los días y así uno aprende más a interactuar, trabajar más en grupo y puede socializar mejor. Es bastante genial que estemos en un colegio tan austral y aún así tengamos este tipo de actividades” comenta a EFE.

Boris Sambueza es profesor de matemáticas en Liceo y también ve el lado positivo de este tipo de proyectos, diseñados para no dejar a nadie atrás y también para facilitar su gestión docente. 

En sus palabras a EFE, “más que en la calificación se ve en el entusiasmo de los chicos, en la forma de enfrentarse a la asignatura, están más motivados. Me arroja los resultados de forma instantánea y yo puedo revisar ahí el avance, cuántos de ellos se han conectado a la plataforma y me permite a mí tener un control más grande del curso”.

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