Esta ciudad francesa ya disfruta de la electricidad más barata (y sostenible)

Se busca energía asequible y renovable. Recompensa: reducir los gases de efecto invernadero, ahorro en la factura y ser más autosuficiente a la hora de calentar el agua o poner la calefacción. Así se resume la política energética de Grenoble. Convertida en Capital Verde Europea 2022, lleva años apostando por fuentes de energía renovable.

Mientras los distritos ya existentes aprovechan las distintas bonificaciones públicas para adaptar sus sistemas de calefacción a este tipo de alternativas, los nuevos ecobarrios nacen ya con criterios de máxima sostenibilidad. Son construcciones diseñadas en base a lo que el gremio de arquitectos define como casas pasivas, edificaciones de alta eficiencia energética, con un buen aislamiento térmico y tejados con placas solares. El resultado son viviendas con una estética diferencial –por ejemplo, los jardines verticales cubren su exterior- y son autosuficientes en términos de calefacción y/o refrigeración en verano.

Los ecobarrios son solo uno de los muchos ejemplos de la sostenibilidad que han convertido a Grenoble en un modelo en el que ya se miran muchas otras ciudades para definir su proceso de transición energética. Un modelo que no tiene por qué estar reñido ni con el progreso, ni con el diseño, ni mucho menos con el confort de sus vecinos.

La ciudad de las placas solares

La capital de los Alpes franceses lleva casi dos décadas de ventaja en cuestiones de sostenibilidad. En 2005 adoptó un plan climático (Plan Air Energie Climat) para evitar el desperdicio energético. En aquel momento la prioridad era mejorar el aislamiento térmico de los edificios, normalmente, aplicando sistemas de aislamiento mejorados en las fachadas exteriores, los conocidos como SATE (sistemas de aislamiento térmico exterior). El siguiente paso era apostar por el autoabastecimiento energético. En 2022, la ciudad se enorgullece de que prácticamente el 100% de la electricidad que produce es verde.

Desde el ayuntamiento se incentiva con ayudas económicas a empresas y particulares para la instalación de paneles solares en sus tejados. Unas veces es para autoconsumo individual, pero también crecen las comunidades solares, núcleos vecinales que se nutren de la energía que genera otro vecino u otro edificio en su tejado. “Aquí se pueden encontrar paneles solares en todo tipo de edificios. Por ejemplo, la sala de conciertos La Belle Electrique cuenta con más de 300 paneles que pueden dar energía a más de 50 casas”, explica Alberto Cortés, CFO de Ezzing Solar, una startup española enfocada a optimizar el rendimiento de las soluciones de sostenibilidad energética.

Nuevo motor para el empleo en España

En los últimos meses en España se han dinamizado y ampliado las ayudas e incentivos a los ciudadanos para facilitar la instalación de aislamientos y placas solares. La Ley 10/2022, de 14 de junio, de medidas urgentes para impulsar la actividad de rehabilitación edificatoria en el contexto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, contempla una deducción por obras de mejora de la eficiencia energética de viviendas de hasta el 40% en el IRPF. A estas bonificaciones se añaden los distintos descuentos en el IBI que facilitan los ayuntamientos, así como las ayudas a cuenta de los fondos europeos que gestionan las comunidades autónomas.

España tiene una geografía privilegiada para generar energía solar. Además de muchas horas de sol al año, la existencia de grandes extensiones de territorio despobladas brinda una oportunidad para levantar granjas solares, grandes parques fotovoltaicos capaces de generar kilovatios para abastecer a grandes poblaciones humanas. “Los países mediterráneos debemos potenciar las instalaciones fotovoltaicas para autoconsumo. Así rebajamos el coste de la factura energética, que es el beneficio directo, y reducimos el impacto medioambiental”, detalla Cortés.

Para Jaime Martín Juez, de la división de Transformación Industrial y Economía Circular en Repsol estas condiciones dibujan, además, un terreno idóneo “para generar I+D diferencial y, con ello, crear empleos de valor en nuestro país. Es fundamental que la industria atraiga talento del mundo académico. Que quienes ahora están estudiando no tengan que emigrar fuera para trabajar en proyectos vanguardistas en energías renovables”.

Otro ejemplo de la apuesta de Grenoble por generar una energía más sostenible lo encontramos en su red de calor, la segunda mayor de Francia, solo detrás de París. Se trata de unas instalaciones industriales con una gran caldera que suministra calor a las manzanas situadas en un radio de 150 metros, y cuyo uso en España es todavía bastante limitado. Estas infraestructuras producen un 72% de su energía incinerando residuos difícilmente valorizables: basura urbana, maderas procedentes de bosques controlados y restos de madera (por ejemplo, palés), harinas animales y hasta la recuperación del calor generado por otras industrias.

Grenoble tiene la segunda red de calor más grande de Francia, solo detrás de París

Cada año las redes de calor de Grenoble ahorran 118.000 toneladas de CO₂ a la atmósfera. Este sistema, además, aporta una solución a 180.000 toneladas de residuos que, de otra forma, acabarían en un vertedero. Desde el punto de vista del ciudadano, el resultado es un ahorro en la factura. Para los responsables de la gestión energética abre la puerta a descarbonizar el mix energético y reducir las emisiones.