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Incontinencia urinaria

Tres millones de mujeres, una misma barrera: la incontinencia urinaria

Para millones de mujeres en España, la incontinencia urinaria (IU) es mucho más que una afección que provoca pérdidas de orina: representa una barrera -muchas veces invisible- que limita su calidad de vida y que genera carga psicológica y estigma. Se estima que solo en España más de tres millones de mujeres en nuestro país conviven con esta condición.

Las consecuencias de la incontinencia urinaria se extienden también a la salud mental BD

Si bien la incontinencia urinaria femenina es frecuente en distintas etapas de la vida, su prevalencia aumenta con ciertos factores y momentos específicos, no disponiendo en todos ellos de las mismas opciones de tratamiento. Es el caso de las mujeres mayores de 65 años, entre quienes la prevalencia puede alcanzar hasta un 89,5%, sobre todo en aquellas con enfermedades crónicas, polimedicación o movilidad reducida. A pesar de que las cifras evidencian que se trata de un problema de salud pública con profundo impacto en múltiples ámbitos -calidad de vida, economía o medioambiente-, la incontinencia urinaria persiste como una condición con gran estigma y en ocasiones poco tratada, lo que a menudo limita el acceso a una atención sanitaria de calidad.

Factores como haber tenido múltiples partos, la menopausia o el sobrepeso pueden agravar la IU a lo largo de los años en este perfil de pacientes y, a menudo, abordajes como la fisioterapia de suelo pélvico, técnicas conductuales, fármacos e incluso la cirugía dejan de ser una opción viable para ellas, siendo el tratamiento paliativo mediante el uso de productos absorbentes la principal solución disponible. Cuando esta se convierte en la alternativa más utilizada, la exposición constante a la humedad puede provocar daños en la piel como dermatitis, irritaciones e incluso úlceras por presión, y las infecciones de orina recurrentes se convierten en una complicación frecuente.

Mucho más que pérdidas de orina

A las consecuencias de salud derivadas del uso continuado de productos absorbentes se le suman otros factores.

En muchas pacientes, el miedo a las pérdidas de orina o la necesidad de levantarse por la noche para ir al baño, aumentan significativamente el riesgo de sufrir caídas, con el consiguiente peligro de fracturas, especialmente de cadera. Además, la falta de descanso por interrupciones nocturnas en el sueño puede conducir a fatiga crónica. Otro problema que se puede presentar es la restricción en la ingesta de líquidos que algunas mujeres realizan para evitar pérdidas de orina, lo que podría suponer riesgo de deshidratación.

Las consecuencias de la incontinencia urinaria se extienden también a la salud mental: un 30% de las mujeres con este problema presenta síntomas de depresión, consecuencia directa del estigma, la pérdida de autonomía y el deterioro de la calidad de vida.

Pero los efectos también se hacen presentes entre los cuidadores, a menudo familiares, que con frecuencia asumen una importante carga -física y emocional- que puede llegar a afectar la dinámica familiar y generar estrés, agotamiento y otros problemas de salud derivados de su manejo y atención.

La carga económica de la incontinencia urinaria también se deja sentir en los hogares -pues el coste de los cuidadores informales, los productos absorbentes, cremas barrera y otros tratamientos puede ser considerable- y también en el medioambiente –solo en España se cifra en 172.000 las toneladas de los residuos de la huella de carbono derivada de la producción, transporte y eliminación de productos desechables como los pañales, teniendo en cuenta que la degradación completa de un pañal puede tardar 500 años, a lo que habría que sumar el coste energético y de agua asociados a la limpieza de productos reutilizables como la ropa de cama o la simple eliminación de medicamentos cuyo uso se podría evitar-.

El futuro en el abordaje de la IU: integral y humanizado

Teniendo en cuenta todos estos factores, pacientes y profesionales coinciden en la necesidad de plantear un enfoque multidisciplinar y un compromiso común que también pase por humanizar los cuidados y minimizar la carga física, emocional, económica y medioambiental de esta afección.

El futuro en el abordaje de la IU comienza ahora, siendo momento de plantear la necesidad de generar consenso y estrategias entre instituciones y asociaciones de pacientes para minimizar el impacto y las consecuencias desde una perspectiva integral. Un ejemplo de esto es la Alianza contra la Incontinencia Urinaria (ALiNUR), que recientemente ha publicado su documento “Retos y propuestas para la mejora de la continencia urinaria femenina en España”.

Mª Victoria García López, tesorera de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) y miembro de ALiNURBD

Según Mª Victoria García López, tesorera de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) y miembro de ALiNUR, “para asegurar una atención de calidad e igualitaria para todas la personas con problemas de incontinencia urinario, es necesario crear Unidades Multidisciplinares de Suelo Pélvico -así como reforzar las existentes- que integren distintas especialidades e incluyan nuevas soluciones innovadoras para su manejo; incrementar las plazas y los programas de formación especializada; realizar una asignación presupuestaria específica y proponer campañas de sensibilización y educación sanitaria”, estas últimas dirigidas a la población, dice, “para fomentar la consulta precoz y reducir el estigma asociado a estas patologías”.

Irene Díez Itza, presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO)BD

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) es otra de las entidades que forma parte de la Alianza. Irene Díez Itza, presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad, asegura que “la prevención y el tratamiento de la IU durante el embarazo y tras el parto son importantes no solo para mejorar el bienestar durante dichos periodos, sino también por su repercusión en etapas posteriores de la vida de la mujer. Las pacientes que son incontinentes durante el embarazo tienen más del doble de riesgo de tener IU quince años después. Es importante evaluar a las mujeres que tienen incontinencia urinaria, para poder ofrecer el tratamiento más adecuado en cada caso y así mejorar su calidad de vida”.

Por su parte, pacientes reclaman no solo una mayor visibilidad de la afección, que contribuya a la eliminación del estigma y la vergüenza, sino también tener a su alcance distintas alternativas terapéuticas que le permitan contar con un abanico más amplio de soluciones, principalmente cuando otras ya no son posibles.

Angels Roca, presidenta de la Asociación Incontinencia ASIABD

También representadas en ALiNur, Angels Roca, presidenta de la Asociación Incontinencia ASIA, destaca que las pacientes “necesitamos un cuidado a todos los niveles: clínico, emocional y social. Es fundamental que se rompa el estigma que rodea la incontinencia urinaria y que se hable de ella abiertamente, como el problema de salud pública que es. Es crucial que el sistema sanitario nos ofrezca un abanico más amplio de soluciones terapéuticas. Necesitamos nuevas alternativas de abordaje que mejoren nuestra calidad de vida y también la de nuestros cuidadores, que nos permitan recuperar la autonomía y la dignidad que la incontinencia nos arrebata”. Concluye haciendo un llamamiento a la necesidad de plantear un abordaje integral y humanizado de la IU que brinde “a cada paciente las herramientas necesarias para vivir plenamente y sin barreras”.

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