Madrid

El fin de los edificios fantasma de la sierra de Guadarrama

La Comunidad prevé derribar cuatro edificaciones en un año. Persigue la recuperación medioambiental del Puerto de Navacerrada

Desde 1954, cuando se instaló el primer telesilla en el Alto de Guarramillas, se fueron colocando de forma caótica todo tipo de instalaciones. Una de ellas fue el emblemático club Alpino Guadarrama, construido en 1965 en la ladera de Guarramillas del puerto Navacerrada, sobre el monte público que lleva el nombre de «Pinar baldío». Estuvo 20 años abandonado a su suerte. Hoy ya es historia después de que la Comunidad de Madrid demoliera en septiembre pasado un edificio de 1.885 metros cuadrados de tres plantas con un volumen de 6.252 metros cúbicos. Y no es el único edificio obsoleto y en estado ruinoso que será reducido a cenizas. La Consejería de Medio Ambiente planea ampliar la lista de demoliciones a cuatro edificios más del entorno del Puerto de Navacerrada que se encuentran en estado de abandono y que ofrecen un aspecto lamentable. ¿El objetivo? Proceder a la recuperación medioambiental del Puerto de Navacerrada.

Se trata de construcciones que están levantadas en monte público que han tenido uso como residencias militares, de trabajadores o clubes deportivos sobre los que se ha iniciado su tramitación para reducirlos a cenizas en el plazo aproximado de un año. Y es que hay edificios en el Puerto de Navacerrada que en su día tributaron bajo el régimen de concesión a terceras personas para desarrollar actividades relacionadas con el esquí y el deporte de montaña. Sin embargo, después de casi un siglo de funcionamiento, su estado ruinoso hace que su recuperación sea inviable hasta el punto de que la mejor de las salidas posibles para este tipo de edificaciones es la de recuperar el dominio público del monte de utilidad pública con su restauración medioambiental.

«La tendencia es evitar la propagación de los edificios en montes públicos y evitar concesiones para nuevos negocios que supongan vertidos. Se trataría de ir recuperando de alguna manera el paisaje de la sierra de Guadarrama. Si la persona a la que se hizo la concesión está interesada en seguir con el negocio, volveríamos a sacarla, pero en los casos en los que no había una solicitud de continuar o ya no existe demanda para esos negocios, procederíamos a derribarlos», explica Luis del Olmo, director general de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. «Se trataría de evitar el deterioro de los edificios, el riesgo de okupación, que sean vandalizados o un foco de suciedad. Terminada la concesión, hay que quitarlos», añade. «De lo que se trataría ahora es de ir recuperando su estado natural y la integración paisajística de la Sierra de Guadarrama».

Vista general del Hospital del Santo Ángel/Connie G. Santos
Vista general del Hospital del Santo Ángel/Connie G. SantoslarazonLa Razón

Del Olmo asegura que muchos de los negocios que antes se instalaron en el Puerto de Navacerrada –un paso obligado hacia Segovia y La Granja– y que estaban relacionados con deportes de nieve, han perdido su sentido por la mejora de las comunicaciones y la posibilidad de ir y volver en el día a la capital madrileña con coche o tren. Es el caso del Club Alpino Guadarrama, construido como albergue hace más de cincuenta años para aquellos que acudían a la sierra madrileña a la práctica de deportes de invierno. Su ocupación temporal acabó en agosto de 2016 y quedó a disposición de la Comunidad de Madrid, que ha restaurado el terreno hasta devolverlo a su situación original. De hecho, los trabajos de restauración medioambiental terminaron en noviembre. Según explica la Consejería de Medio Ambiente, se procedió a la limpieza de todo el terreno, se hicieron movimientos de tierras para acomodar determinados tendidos de pendiente, se restauraron muros de mampostería en la parte inferior de la parcela y se colocó una talanquera de madera. Además se plantaron diversas especies arbóreas, como acebos, tejos, pinos silvestres y roble melojo. La empresa encargada de los trabajos de demolición y de la restauración es Tragsa que ha contado con un presupuesto de ejecución de 369.604 euros.

Según Ángeles Nieto, portavoz de Ecologistas en Acción, «está muy bien que la Comunidad de Madrid avance en la iniciativa de seguir demoliendo edificios, pero no se puede reducir sólo a cuatro, hay que seguir avanzando». Según Nieto, «el puerto de Navacerrada, en general, está en una situación decrépita. La mayoría de las edificaciones están construidas sobre montes de utilidad pública y son concesiones que caducan y habría que revisarlas para ver en qué situación están. A eso se une que la parte del puerto que quedó fuera del parque natural es un espacio de degradación».

Según la portavoz de Ecologistas en Acción «hay muchas edificaciones en estado lamentable, empezando desde los apartamentos construidos en la parte alta del puerto entre la estación de tren y la estación de esquí. Las condiciones climatológicas son duras y muchos de ellos están en mal estado. Hay un montón de construcciones que se concedieron a principios del siglo pasado que en su tiempo podrían tener interés y ahora son un peligro porque la gente hace fiestas o sesiones de espiritismo y cualquier día va a pasar algo».

Edificios abandonados a estudio

La sierra de Madrid cuenta con numerosos edificios que podrían ser objeto de estudio para su demolición. Estos son algunos de ellos:
Chalé de Peñalara: Este albergue de montaña está situado en el Valle de la Fuenfría, en plena Sierra de Guadarrama, colindante al Parque Nacional. Se encuentra a sólo 5 kilómetros del casco urbano de Cercedilla. Se asienta sobre un monte público que pertenece al Ayuntamiento. El albergue fue una concesión otorgada en 1917 a la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara. En 2006 se intentó construir un hotel de cuatro estrellas, pero el proyecto se frustró.
Hospital del Santo Ángel o La Barranca: Se construyó en 1941 por el Patronato Nacional Antituberculosos. Acogió enfermos metales, hasta que en 1995 se clausuró. Después ha caído en el abandono. El edificio, también levantado en un monte público, tiene alrededor de 3.000 metros cuadrados por cada una de las cinco plantas con las que contraba. La Comunidad de Madrid pensó en convertirlo en Parador Nacional en el año 2000, pero fue un proyecto que nunca se llegó a ejecutar.