Comunidad de Madrid
El boom del piercing:los locales crecen un 7.000% desde 2005
Este aumento ha creado una «guerra abierta» en varios de estos establecimientos situados en la calle Montera, rebajando los precios de sus servicios para vender más
En el siglo XVIII, fue el navegante británico James Cook junto con su tripulación, los que descubrieron el arte del tatuaje en una de sus expediciones. Esta técnica se extendió llegando a los países anglosajones, Estados Unidos e Inglaterra, y adquirió una gran popularidad sobre todo en las ciudades portuarias, entre los marineros. Sin embargo, durante las últimas décadas y hasta el día de hoy, todas las formas de adorno corporal, que engloban prácticas como el tatuaje, la micropigmentación o la perforación cutánea, comúnmente conocida como «piercing», ya forman parte de la sociedad en general.
En la Comunidad de Madrid, según datos que aporta la Consejería de Sanidad, estos establecimientos han ido en aumento de forma progresiva, si en 2005 se registraban tan sólo siete, a finales del año pasado ya se contabilizaron un total de 422. Tal es así que hasta la fecha se encuentran inscritas 500 empresas en la región, lo que sugiere que una tendencia ascendente continúa, según indica la Dirección General de Salud Pública. Lo que supone que desde 2005 hasta 2019 se ha producido un aumento del 7.042 por ciento.
Al finalizar el año 2018, esta Dirección contabilizó que casi la mitad de estos establecimientos, con un total de 205, se situaban en la ciudad de Madrid y, aunque en una proporción mucho menor, eran los municipios de Móstoles y Leganés los que mayor cantidad de centros presentaban, con 29 y 16 respectivamente.
«En los años 90 empezó a despuntar y, a partir del 2005, se han ido desarrollando mucho las máquinas de hacer tatuajes», según asegura a LA RAZÓN, Fidel Prieto, secretario de Untap (Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales). Asimismo, el crecimiento se hace notar en estos locales, ya que de los 422 registrados, un 80% de ellos dedica su actividad a hacer tatuajes.
El secretario de Untap además ha notado que el crecimiento del número de locales ha supuesto una gran competencia en el mercado. Uno de los ejemplos más claros que pone es el de la calle Montera en la que hay una «guerra abierta», ya que los establecimientos rebajan los precios de sus servicios o hacen ofertas para vender más. «Tenemos una clientela limitada para una oferta tan amplia», asegura Prieto.
A pesar de que estas prácticas se hayan normalizado, éstas siguen suponiendo un riesgo tanto para la salud del cliente como para la persona que proporciona el servicio. Si estas técnicas no se realizan por personal suficientemente cualificado o bajo unas condiciones higiénico-sanitarias inadecuadas, pueden surgir problemas. Entre los principales riesgos destacan las infecciones de transmisión sanguínea como el VIH o hepatitis, así como las alergias a los pigmentos de los tatuajes o al material de los piercings.
Es por ello que la Comunidad de Madrid, para controlar y reducir estos riesgos publicó un decreto en el que establecía unas medidas entre las que se exigen a estos establecimientos condiciones higiénico-sanitarias, así como las exigencias formativas del personal y competencias del control oficial, entre otras.
El secretario de Untap afirma que los riesgos sanitarios en los establecimientos homologados que se dedican a esta técnica son mínimos. «Todo está esterilizado, se compra envasado, no es como antes que todo era más manual. Si te tatuas en un estudio homologado, la higiene es un 100%. Tiene una seguridad casi absoluta», concluye.
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