Ayuntamiento de Madrid
Templo de Debod: visitas mucho más cortas, y por ahora sin cúpula
El ayuntamiento prepara un proyecto para conservar esta construcción egipcia de 2.000 años de antigüedad. Se descarta su traslado a otro punto de la capital y se mantendrá el aforo limitado actualmente
«Si no está protegido por la lluvia (...) en cien años se caerá abajo, porque el agua penetrará en las grietas y lo destruirá». Así de tajante se muestra el egiptólogo Azhi Hawass en la carta que ha enviado al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Hablamos del Templo de Debod, uno de los escasos monumentos egipcios completos que pueden verse en Europa. Inaugurado en Madrid en 1972, fue donado por la República Egicipia a nuestro país como muestra de agradecimiento por la ayuda prestada en la recuperación de los templos de Abu Simbel. Sin embargo, la climatología y la contaminación acumuladas en casi cincuenta años parecen haber hecho mella en la construcción, poniendo en peligro su incalculable patrimonio.
El área de Cultura, Turismo y Deportes del Consistorio, con Andrea Levy al frente, prepara un proyecto museológico que se desarrollará a lo largo del presente año. El objetivo, potenciar la conservación interior del edificio.
Actualmente, el templo permanece abierto al público, si bien con aforo limitado. De hecho, fuentes del área de Cultura señalan a LA RAZÓN que, el pasado 2019, la construcción, situada en el Parque del Oeste, recibió más de 237.000 visitas. La limitación de público, señala el Ayuntamiento, ya ha permitido «disminuir la presión de los turistas sobre el templo y la mejora de los valores ambientales en su interior».
Sin embargo, las restricciones se van intensificar. El Ayuntamiento estudia implantar, según informó en un comunicado, «un centro de acogida e interpretación que extraiga del templo los servicios museísticos que actualmente se prestan en su interior». Esto, según explica Cultura, significa que las charlas que imparten los guías a los visitantes no se realizarían dentro del templo, sino a las puertas del mismo, de forma que el tiempo dedicado a visitar su interior se reduciría ostensiblemente.
Mientras, los técnicos del Ayuntamiento se encuentran realizando estudios que definan el «estado real de preservación» del templo, de forma que se obtendrá un «diagnóstico con datos científicos que permitirá acometer las acciones más adecuadas», respetando «de manera rigurosa» su valor. En los últimos años se han realizado trabajos de restauración de daños, especialmente en los portales exteriores y en la fachada oeste. También se han ejecutado análisis petrológicos, de morteros, de subsuelo, de variables ambientales y funcionamiento climático... Más recientemente, se ha estudiado la arenisca y la cartografía de las sales y humedades. Además, se ha sustituido la climatización interna por una técnica remota de control y una nueva cortina de aire. También se reformará el sistema eléctrico y la iluminación interior, así como se mejorará el sistema de cubierta del edificio.
Por último, hay que tener en cuenta que no solo la lluvia provoca humedad; también el subsuelo de la zona. De ahí que se vaya a proceder a la instalación de un sistema de drenaje perimetral en la base de los muros. Partiendo de los resultados finales de estos análisis, el Ayuntamiento ejecutará nuevas medidas.
En su misiva, Hawass explica que el templo «ha sufrido más en las últimas décadas que en sus 2.000 años de vida». Principalmente, por la lluvia. El egiptólogo lo tiene claro: España debe devolver este «regalo» a su país original «si no lo valora». Hay que recordar que incluye más de 1.350 sillares originales que ocupan alrededor de 270 m2 de planta. No hay ningún edificio de mayores dimensiones que haya salido de Egipto.
En este sentido, el Ayuntamiento descarta «al cien por cien» la idea no solo de devolverlo, sino de moverlo de su actual ubicación. Entre otros motivos, aparte de lo delicada que sería la operación, porque se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC). De hecho, el Consistorio consultó al Museo Arqueológico Nacional sobre esta posibilidad: no hay actualmente mejor espacio en Madrid para una obra de estas características que el Parque del Oeste.
¿Una cúpula?
Una de las soluciones que lleva barajándose desde hace años es la colocación de una cúpula. A mediados de 2018, el Ayuntamiento de Madrid acogió unas jornadas científicas y técnicas que analizaban el estado del templo y las posibles actuaciones para preservarlo. Situar el templo a un nivel subterráneo, o colocar un techo artificial, fueron algunos de los recursos debatidos. El actual Consistorio «no descarta» la posibilidad de que se pueda construir una cúpula, pero «no a medio o a corto plazo», y siempre que la evidencia científica lo avale.
En todo caso, es muy posible que con ese techo artificial no se zanjen todos los problemas que padece el templo. Si bien puede proteger de la lluvia, sería inoperante en lo que respecta a los chubascos, donde el agua es empujada a los laterales por el viento. A esto hay que añadir que sería una solución inútil en lo que respecta a la contaminación, otro de los grandes males que ha maltratado a la edificación, y tampoco frenaría las humedades que proceden del subsuelo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar