Sucesos
Alerta policial por los menas: «Estamos reforzando las patrullas»
Sindicatos denuncian el incremento de robos y agresiones, sobre todo en Batán y Casa de Campo
Los vecinos de Batán y Casa de Campo se están familiarizando peligrosamente con la técnica del «mataleón». Una maniobra por la cual el agresor sorprende a las víctimas por la espalda, rodeándoles el cuello con el brazo, de forma que sufren un estrangulamiento que les hace perder momentáneamente el conocimiento. El movimiento es perfecto para perpetrar robos: el agredido no es capaz de aportar después a las autoridades un solo dato que permita identificar a los asaltantes. Según confirma el Sindicato Unificado de la Policía (SUP), esta es el principal modus operandi llevado a cabo por los menores extranjeros no acompañados (menas), cuyos actos delictivos se han disparado en las últimas fechas: aproximadamente tres de cada cuatro menores detenidos en la capital procede de alguno de los albergues que los acoge.
Juan Luis Torrijos, secretario general del SUP Madrid, afirma a LA RAZÓN que el «punto culminante» de esta denuncia por parte del sindicato está en los últimos incidentes registrados en Casa de Campo y Batán, y que tuvieron como protagonistas a los internos del albergue juvenil Richard Schirrmann, situado junto al Parque de Atracciones. Nueve menores apedrearon a varios vecinos y sustrajeron la cartera a uno de ellos, mientras intentaban ayudar a una mujer que acababa de ser víctima de un robo.
La consulta por parte del SUP a los grupos policiales arrojó resultados «clamorosos, con un incremento alarmante y preocupante», asegura Torrijos. Concretamente, consultaron al Grupo de Menores (Grume) de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Madrid, que se encarga de la tramitación de atestados con menores detenidos tanto españoles como extranjeros. De sus atestados se desprende el dato que sostiene que tres de cada cuatro menores detenidos son menas.
Agresiones a policías
El aumento de estas detenciones ha coincidido con el fin de la «tregua» que supuso el estado de alarma y el consiguiente confinamiento. De hecho, las patrullas se están reforzando en los últimos días para actuar en estas situaciones. «Tienen que ir varias a la vez, de forma conjunta. Son actuaciones peligrosas, porque es frecuente ver cómo agreden a los agentes», relata. A la ya mencionada técnica del «mataleón», hay que añadir el uso de armas blancas, guardadas estratégicamente para no ser nunca cazados con ellas en las manos, lo que aumentaría el castigo penal. La mayoría de las ocasiones son usadas para perpetrar robos con intimidación y también en el interior de vehículos. Del mismo modo, aunque de forma más testimonial, se han registrado agresiones a varios educadores. «Se están dando casos en los que los agentes detienen por la mañana y por la tarde al mismo joven por delitos diferentes», dice el policía.
La situación es de tal gravedad, asegura, que algunas asociaciones vecinales se han estado planteando la posibilidad de formar «patrullas nocturnas» para velar por la seguridad de sus barrios. Algo que, legalmente, no pueden llevar a cabo.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, salió ayer al paso de estas informaciones. «Hemos recibido las noticias de Batán y Casa de Campo. A través de la Policía Municipal vamos a poner todos los medios necesarios para garantizar la tranquilidad y descanso de los vecinos», aseguró tras acudir a un acto del Banco de Alimentos en el Palacio de Cibeles.
Además, el regidor señaló que se pondrán próximamente en contacto con Delegación de Gobierno, «pues son los competentes de la seguridad para que puedan reforzar aquellos sitios donde se producen» estas agresiones. De hecho, subrayó que atañe a Delegación «atajar estos problemas para evitar una imagen de conflictividad que, desde el punto de vista de la inmigración, no está justificada».
Desde el SUP son conscientes de las críticas que pueden recibir por denunciar estos hechos, debido a que hablamos de menores extranjeros que han llegado a nuestro país en situación de vulnerabilidad. Sin ir más lejos, a finales de 2019, la portavoz de Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid, Isa Serra, pidió censurar el término «menas» porque «etiqueta y estigmatiza». Y también sugería que no se les llamara «menores» porque «reproduce el pensamiento según el cual los niños no son sujetos de derechos, Son niños migrantes solos. Merecen protección, cuidado y ser escuchados», afirmó la diputada regional.
«Habrá quien le interese hablar de racismo. Pero esto no es un problema racista. No se trata de estigmatizar a nadie, la Policía ve quién comete un delito y se limita a hacer su trabajo, sea extranjero o español, mayor o menor de edad», explica Torrijos. Así, señala que, aproximadamente, solo entre un 15% y un 20% de los menas de la capital estarían involucrados en actividades violentas.
El sindicato considera que buena parte del problema radica en que estos centros están «desbordados» y que, cuando los jóvenes cumplen los 18 años, pierden la «tutela pública», en este caso por parte de la Comunidad de Madrid. «Pasan más tiempo en la calle y el desarraigo en el que ya se encontraban continúa», dice.
Un centro muy conflictivo
Justo hace un año, sindicatos de la Policía Municipal ya alertaron de la «conflictividad» que presentaba el albergue situado en la Casa de Campo. Apenas dos meses depués de su apertura, casi una veintena de los internos fue detenida por diversos delitos, la mayoría robos y amenazas.
Hay que recordar que, poco antes de que estallara la pandemia, la Consejería de Políticas Sociales, Familias e Igualdad anunció la próxima puesta en marcha de una Comisión de Infancia y Adolescencia para los menas. El objetivo, un pacto entre partidos que sirva para «elaborar una estrategia para la adecuada acogida de los menores que llegan a la región y garantizar la convivencia en los barrios donde residen».
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