Medio Ambiente

Una senda peatonal unirá Madrid Río con el Parque Lineal del Manzanares

El trayecto será de 1,4 kilómetros e incluye una pasarela de madera sobre el cauce del río. Las obras arrancarán en agosto

Comenzará, de norte a sur, junto a la presa 9 y finalizará en el camino que rodea el Parque Lineal, cerca de la M-40
Comenzará, de norte a sur, junto a la presa 9 y finalizará en el camino que rodea el Parque Lineal, cerca de la M-40Ruben mondelo .La razon .

Podrá ser utilizada por viandantes y ciclistas, tendrá 1,4 kilómetros de largo y 2,5 metros de ancho e incluirá una pasarela de madera. Con los objetivos de permitir el tránsito continuado en todo el tramo del río y acabar con el aislamiento de la zona sur de la capital, el Ayuntamiento va a construir una senda peatonal que conectará Madrid Río y el parque Lineal del Manzanares. Unas obras que comenzarán el próximo agosto, que contarán con un presupuesto de adjudicación de 1.148.804, 46 euros y cuyo plazo de ejecución abarcará los próximos seis meses.

Así, la intención del Área de Medioambiente y Movilidad que dirige Borja Carabante es unir estas dos grandes áreas verdes a través de un camino que podrá ser transitado tanto por peatones como por ciclistas. La senda comenzará en sentido norte-sur, junto a la presa 9 del río Manzanares y finalizará en el camino principal que rodea al Parque Lineal del Manzanares cerca de la M-40. En cuanto a su ancho, estará delimitado en sus laterales a través de unas barandillas de protección.

Este trayecto se construirá sobre dos tipos de pavimento, uno de madera en una pasarela sobre la escollera del río y otro de terrizo. Precisamente, uno de los puntos más destacables del proyecto será esta pasarela de madera, situada en el primer tramo y ubicada sobre la escollera de la margen derecha del río.

Su longitud será de 422 metros aproximadamente y estará formada por módulos de 8 metros, con una anchura de 2,50 metros. Desde el Ayuntamiento señalan que se trata de una madera tratada de manera especial para el contacto directo con el agua dulce, por lo que puede permanecer expuesta a una humedad permanente. Por su parte, la escollera recibirá un tratamiento de limpieza y recolocación de bloques por medios manuales.

La anchura de 2,5 metros y la pendiente de un 0,9 por ciento responden a las normas de accesibilidad, que se han tenido en cuenta tanto en el trazado como en el diseño de la pasarela. De hecho, el 0,9 por ciento de pendiente es notablemente inferior al 6% que marca la normativa vigente.

Mobiliario urbano

Después de pasar el cruce con la M-30, esta senda discurrirá sobre el terreno natural, motivo por el cual se ha proyectado un pavimento de terrizo. El firme en este tramo tendrá 36 centímetros de espesor, con una base de arena de miga de 15 cm y otra capa de 15 cm de zahorra artificial y 6 cm de mezcla de arenas de miga y río. La delimitación se realizará con bordillos de hormigón situados a ambos lados.

Desde el Consistorio señalan que la senda contará asimismo con una serie de equipamientos para garantizar la comodidad de los usuarios. Así, en algunos tramos se instalará una pantalla visual-acústica que atenúe las molestias del tráfico rodado. Mientras, en el resto se instalará un cerramiento de tela metálica galvanizada de dos metros de altura.

A lo largo de la senda se colocarán un total de once bancos del mismo modelo que ya está siendo utilizado en el Parque Lineal del Manzanares. Este mobiliario es de hormigón armado con respaldo y bordes redondeados. Del mismo modo, habrá once papeleras basculantes de estilo forestal con una capacidad de hasta 108 litros. Por último, se colocarán cuatro señales que advertirán sobre las posibilidades de inundación, mientras que otras señalarán a los conductores la prohibición de acceder con sus vehículos.

La senda ahora proyectada no será la única novedad que lucirá esta zona verde de la capital. Dentro del entorno del Parque Lineal del Manzanares se van a realizar otras dos actuaciones para mejorar los usos medioambientales. La principal es la renovación del pavimento del carril-bici y de la senda peatonal, con una longitud de 1.530 metros, que discurren entre la pasarela I (a la altura del mirador) y el cruce con la M-40. Además, se va a llevar a cabo una mejora del drenaje tanto longitudinal como transversal.

Tramo deteriorado

Otra de las iniciativas que quiere acometer el Área de Movilidad y Medio Ambiente es la de solucionar los problemas de estabilidad de taludes en la margen izquierda del río, mediante la ejecución de un muro de escollera de 65 metros de longitud y 5,30 metros de altura. Se trata del tramo que se encuentra situado a la altura de la estación depuradora de La Gavia, y que muestra un avanzado estado de deterioro debido a la erosión del agua.

Por último, el Ayuntamiento procederá a la limpieza del mobiliario urbano y también girará los bancos para que los peatones gocen de vistas al río. Además, instalará papeleras cada 150 metros, así como señales de limitación de velocidad para bicicletas -10 kilómetros por hora–, lo que supondrá una resordenación de todos los cruces y accesos. Unas actuaciones estas últimas que tendrán un presupuesto de 659.934 euros, impuestos incluidos, y un plazo de ejecución que abarcará los cuatro próximos meses.

Una zona declarada Bien de Interés Cultural (BIC)

La obra se encuentra dentro de la zona declarada Bien de Interés Cultural (BIC) denominada Terrazas del Manzanares, en la categoría de Zona Arqueológica, aunque el Ayuntamiento señala que «no existe ningún yacimiento arqueológico en el ámbito de proyecto». Las Terrazas del Manzanares obtuvieron la catalogación BIC en 1994, con Joaquín Leguina al frente del Gobierno de la Comunidad de Madrid debido a que llegó a albergar un centenar de yacimientos en el transcurso de más de un siglo. Según los estudios allí realizados, en los que se encontraron fósiles de grandes vertebrados, se cree que la zona estuvo ocupada por asentamientos humanos durante el periodo Paleolítico. A lo largo de una cota de 600 metros, aquellas primeras poblaciones ocuparon tanto los márgenes del río como sus afluentes (los arroyos Meaques, Butarque y Abroñigal) debido a la accesibilidad, a las posibilidades de defensa que atesoraban y a la proximidad a materias primas.