Opinión

La censura que vuelve

La censura previa en los medios de comunicación comienza a ser en democracias avanzadas como la norteamericana y la española una más que preocupante realidad y no una mera amenaza más utópica que cierta. La libertad de expresión y opinión son tan indisociables de la democracia que no se entienden las unas sin la otra. Pero los últimos hechos sucedidos exigen poner frente a ellos la luz roja antes de que sea demasiado tarde. En Estados Unidos hemos visto algo tan inconcebible a priori como que una comparecencia de Trump –aún Presidente– sea interrumpida por tres grandes cadenas de TV al considerar que su denuncia de fraude electoral era falsa, lo mismo que hizo Twitter censurando análogo mensaje.

En España ya se anunció en primavera la «monitorización» de las redes sociales para censurar informaciones consideradas inadecuadas por el Gobierno para luchar contra la pandemia, y ahora ya está en el BOE la «Comisión de la Verdad», como la narrara Orwell. Lo último es la censura de la información sobre los procedimientos judiciales prevista en la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, y que estaría sometida a la Fiscalía. Muy reciente está la afirmación de Sánchez: «¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso». En efecto, encargándole a los fiscales la instrucción, sometidos a dependencia jerárquica de la Fiscalía General del Estado, y censurando ellos la información, cualquier apariencia de imparcialidad es mera coincidencia. Una libertad de prensa y una justicia así son tan independientes como las de la actual Venezuela.