Calle Toledo
El enero más negro de Madrid: toneladas de nieve, tercera ola covid y una explosión en pleno centro
La residencia colindante tiene abierta una planta de mayores con coronavirus; los alumnos del colegio La Salle volvieron ayer a las aulas tras el paso de “Filomena”
Los más pesimistas alertaban hace semanas de 2021. No había que fiarse del nuevo año por muy malo que hubiera sido 2020. Las cosas aún podían empeorar. Y, desde luego, este mes de enero no está siendo generoso con Madrid. Con más de 200 zonas de salud con una incidencia acumulada por encima de los 700 casos. Con la estampa de la capital y de decenas de municipios sepultados por toneladas de nieve y hielo. Y desde ayer, con la imagen de un edificio en los huesos, producto de una explosión. Más que de la calle Toledo, en pleno centro, la fotografía parece sacada de Faluya en tiempos de guerra.
Las circunstancias quisieron que el suceso se produjese en un punto de la ciudad en el que confluyen muchos de los colectivos con los que más se ensañó 2020. Como si de un resumen de todas nuestras tragedias se tratase. La explosión se registró en un edificio parroquial, en donde viven los sacerdotes de la iglesia de la Virgen de Paloma, y que, a su vez, es sede del movimiento neocatecumenal. A la espalda de la propia iglesia. Un complejo desde el que, en los últimos meses, se ha demostrado que la Iglesia está ahí, ahora más que nunca si es eso posible, al servicio de los más golpeados por la crisis y la pandemia. Pared con pared, una residencia de ancianos. Entre los 56 mayores desalojados a todo prisa a los pocos minutos de la explosión, varios de ellos contagiados de coronavirus. Una planta covid tenía ya la residencia. Entre los trabajadores del centro y los servicios de emergencia y sanitarios de las administraciones madrileñas encontraron para todos ellos plazas en otras residencias. Y al otro lado de la calle, un hotel, víctima también del virus.
El edificio que será hoy demolido también tiene como vecino un colegio. La Salle La Paloma. Sus alumnos volvían ayer a clase tras un mes de ausencia por la Navidad y «Filomena». Como parte de la disciplina casi militar a la que se han acostumbrado en estos meses, ayer no tocaba patio. El hielo lo hacía impracticable y, quizá, gracias a ello se evitó una tragedia aún mayor, que podría haber sido de dimensiones enormes a juzgar por el tamaño de los cascotes que aún pueden verse en el lugar habitual de sus juegos. Es posible que la presencia de la patrona, la Virgen de la Paloma –que no es la oficial, pero sí la popular– tuviera algo que ver en todo ello.
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