«Próximo» o el nuevo amor a distancia: de las cartas a las pantallas

Escrito de puño y letra, viajando a través del tiempo sobre las líneas de tinta y sellado con un beso de carmín en el papel. Durante mucho tiempo, el amor se vivió más veces de las deseas por correspondencia. Cartas que hoy siguen guardadas al fondo de algún cajón, probablemente en una caja de latón. «Creo que es algo inherente al ser humano: buscamos incansablemente la forma de ser felices cerca de las personas que nos hacen bien, y si no existe la manera, la inventamos», explica sobre el amor a distancia Lautaro Perotti, uno de los actores de «Próximo», la obra dirigida por el dramaturgo argentino Claudio Tolcachirque del 23 de marzo y hasta el 28 de abril estará todos los martes y miércoles en elTeatro Infanta Isabel. Y continúa haciendo una analogía con esas historias que se mantenían vivas por correo: «Hoy en día la comunicación es inmediata y nos permite vernos la cara y mirarnos a los ojos, pero, aunque los instrumentos se hayan perfeccionado, el fin sigue siendo el mismo, que es acercarnos los unos a los otros».

En «Próximo», Lautaro Perotti interpreta a Pablo, un argentino al que el amor llevó hasta Australia, donde sobrevive como puede a la precariedad de ser un «sin papeles» y a la tristeza tras una relación fracasada; aun así, y en las palabras del propio actor, «es una persona que atraviesa sus desgracias con mucho humor y desde la resiliencia, dispuesto a poner de nuevo todo lo que tiene a su alcance por amor, incluso su vida». De quien se va a enamorar es de Elián, el hijo acomodado de un político español, protagonista de una serie de televisión a la que, gracias a Internet, está enganchada desde Argentina la madre de Pablo, punto de unión entre los dos. «Aunque son personajes que están en las antípodas, Pablo y Elián tienen en común una terrible soledad: uno porque vive a miles de kilómetros de su familia y otro porque se ve atrapado en un plató y su mundo de fantasía y superficialidad», compara Santi Marín, el otro actor del montaje.

A lo largo de este drama, los dos hombres conectan y se enamoran sin llegar nunca a tocarse, gracias a las nuevas tecnologías, creando un vínculo emocional sin barreras a pesar de toda la tierra que les separa, un mensaje que hoy, tras un año de pandemia, se intensifica: «Yo empiezo la función con una mascarilla puesta por exigencia del guion y los actores sobre el escenario no tenemos contacto físico en ningún momento, ni siquiera visual; esto cuando estrenamos hace tres años significaba algo distinto a lo que significa ahora, que el público lleva también mascarilla y está separado por dos butacas de distancia», narra Santi Marín sobre una realidad que, para Lautaro Perotti, «salva la necesidad de atravesar primero por la dificultad de aceptar o comprender que a través de videollamadas se pueda tener una relación, porque hoy utilizamos este método todos en nuestra cotidianidad, incluso para trabajar».

Así que, superados los prejuicios sobre el amor a distancia y sus nuevas formas, solo queda acudir al teatro para ver esta obra y superar la siguiente incógnita: ¿qué pasa cuando las pantallas se apagan?