Tauromaquia
Los 90 años de Las Ventas, marcados por el Covid
La “plaza de toros más importante del mundo” celebra su aniversario en medio de una complicada situación epidemiológica que ha afectado de manera capital a su futuro
La Monumental de Las Ventas, de Madrid, Bien de Interés Cultural desde 1994 y considerada como la plaza de toros más importante del mundo, cumple hoy noventa años desde su inauguración en 1931. En el cartel intervinieron Diego Mazquiarán Fortuna, Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Fausto Barajas, Luis Fuentes Bejarano, Vicente Barrera, Fermín Espinosa Armillita Chico y Manolo Bienvenida. Un aniversario este que nos ocupa en medio de una complicada situación epidemiológica que la ha dejado herida tras la estocada que le ha dado el Covid-19.
Con todo, Las Ventas se revuelve e intenta salir adelante. Ahí está el festival taurino celebrado en ese coso y organizado por la Comunidad de Madrid el pasado 2 de mayo recaudó un total de 106.000 euros, que irán destinados “a paliar la situación económica de los colectivos del sector, uno de los más afectados por la pandemia”.
Y el próximo día 26 de junio,una vez que el estado de alarma decretado por la pandemia ha obligado a mantenerla cerrada durante veinte meses, los toros volverán a Las Ventas. Ese día y el 4 de julio, con aforo limitado a 6.000 personas.
La historia de Las Ventas se remonta unos años atrás de su inauguración, concretamente a 1919, cuando el arquitecto José Espelius recibió el encargo de diseñar un nuevo coso taurino para la capital de España por parte de la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, formada por la familia asturiana Jardón.
Los planos originales llegaron también a ser revisados, y de manera entusiasta, por el torero Joselito El Gallo, quien, como la más poderosa figura de su tiempo, estaba implicado en la creación de plazas de mucho mayor aforo a fin de abaratar el precio de las entradas y acercar así a los tendidos a las clases populares, adecuándose a las nuevas corrientes sociales de la época.
Pero ni Joselito, muerto por un toro en Talavera, ni Espelius, fallecido en 1928, llegaron a ver concretado un proyecto que, al mando del arquitecto Muñoz Monasterio, también se desarrolló finalmente en unos terrenos distintos a los de la ampliación del Paseo de la Castellana pensados en principio, que eran aquellos en los que se acabó instalando el estadio Santiago Bernabéu.
Las Ventas del Espíritu Santo
La nueva plaza monumental -la tercera levantada en España, tras las de Barcelona y Sevilla- encontró su definitiva ubicación en Las Ventas del Espíritu Santo, un arrabal del noroeste de la capital y a orillas del arroyo Abroñigal -hoy la radial M-30-, que la Diputación de Madrid cedió a la empresa que construyó el coso y a la que adjudicó por ello su gestión durante cincuenta años.
Pero la zona elegida era tan agreste que, por las ingentes obras de desmonte que exigió, se tuvieron que ampliar los plazos de su construcción, que, iniciada en 1922, alcanzó un coste de más de 16 millones de pesetas.
Destaca por su aspecto neomudéjar que, con ladrillo visto y cerámica talaverana -el perímetro está adornado con los escudos de todas las provincias españolas- envuelve su estructura de hierro forjado en los altos hornos bilbaínos y sus tendidos de piedra colmenareña.
La plaza estaba ya terminada en 1929, fecha que figura en su puerta grande, aunque la Diputación monárquica decidió retrasar su inauguración hasta que no se urbanizaran los exteriores. Pero fue dos meses después de proclamarse la II República cuando Pedro Rico, como alcalde de Madrid, decidió abrir sus puertas de manera precipitada y un tanto oportunista para dar un festejo a beneficio de los parados.
A pesar de los atascos y de los problemas del público para llegar al nuevo coso, aquel 17 de junio de 1931 se llenaron las más de 23.000 localidades de la que se distinguió en su día como la mayor plaza del mundo -hoy es la tercera tras la de México y la venezolana de Valencia-, contando incluso con la presencia del Presidente republicano Alcalá Zamora.
Nueva vida
Durante estos noventa años el edificio ha sido sometido a obras y cambios, como el no previsto túnel de acceso a la enfermería o la sustitución por bloques de cemento de los originarios asientos de madera de gradas y andanadas que ardieron en el gran incendio generado la noche del 7 de julio de 1963.
Recientemente, y tras el fracasado intento de instalación de una cubierta desmontable, se han vuelto a llevar a cabo más trabajos de rehabilitación en el edificio, aunque aún sigue pendiente de aprobación una gran obra que adecúe sus tendidos y accesos a la actual normativa de espectáculos, lo que no permite la celebración en su ruedo de otros muchos eventos que, aparte de los taurinos, la plaza siempre albergó, tanto musicales como deportivos.
El futuro de La Ventas, con todo, está a expensas del nuevo concurso de arrendamiento que la Comunidad de Madrid convocará el próximo invierno, cuyo pliego de condiciones se antoja decisivo para que Las Ventas llegue a los cien años a pleno rendimiento en tiempos difíciles.
Según Miguel Abellán, el torero retirado que dirige el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad, ese pliego “va intentar la perpetuidad de la Tauromaquia en Madrid”, por lo que será “acorde a la situación actual” y se basará en la premisa de que la principal función del edificio “es la de albergar festejos taurinos”.
Un deseo de muchos, de todos, para el porvenir de la Fiesta Nacional en uno de sus templos señeros.
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